España: ¿Se parte? o ¿Se reparte?

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El nacionalismo español jacobino centralista representado por Partidos Políticos como el PP o el PSOE, día sí, día también, alarman a la pobre gente rasgándose las vestiduras en los Telediarios ante las exigencias de los nacionalismos periféricos de vascos y catalanes a quienes acusan de pretender partir España, trapo al que el noble peatón entra como un toro, sin percatarse que entretanto, esos mismos que claman ¡España se parte! entre ellos ¡se la reparten!

El Socialpopulismo alternante, distare las mentes con dicho miedo para que estas no fijen su mirada en el auténtico saqueo organizado del país que a manos de la mayor red de delincuencia organizada que quepa imaginar se está operando por toda la geografía desde los más altos cargos de nuestras Instituciones municipales, autonómicas y nacionales. La Mafia política que en la actualidad tiene secuestrada la Democracia, ha hecho de la necesidad virtud, por supuesto desde una perspectiva criminal. Me explico:

Las élites extractoras han hallado un filón emocional en el juego geoestratégico cultural de las distintas filiaciones a las que la conciencia del sujeto se puede adherir en tiempos donde se siente como necesaria un reforzamiento de la identidad local para compensar la liquidez sufrida por toda entidad en el proceso de globalización, de modo que, a las fuerzas centrífugas del liberalismo se le oponen las centrípetas conservacionistas, fenómeno que de manera fractal se repite desde la aldea hasta el planeta entero, en una doble tensión por arriba y por abajo que puede identificarse por partida doble sin ir muy lejos en las ansias catalanas por la independencia de España pero su deseo de pertenecer a la Unión Europea que ya es llamativo que se prefiera ser cola de león que cabeza de ratón, al tiempo que España niega el derecho de los catalanes para decidir sobre su futuro cuando no pone reparos en ceder soberanía peligrosamente en nuestros asuntos internos que desde hace un lustro parecen decidirse en Bruselas cuando no en Berlín mismo.

Es posible que conceptualmente Exupery tuviera razón al apuntar en “El Principito” aquello tan repetido de “Lo esencial es invisible a los ojos”. Pero en cuanto bajamos al terreno práctico-material, lo esencial se transforma en vivienda digna para todos, educación y sanidad pública, infraestructuras, servicios sociales, gobiernos diligentes y cuantos elementos una sociedad avanzada ha de sufragar vía impuestos modo positivo mediante el cual se garantiza la solidaridad del individuo para con la comunidad en la que se desarrolla como persona y ciudadano. Ahora bien, si las palabras se las lleva el viento, los impuestos nos los roban quienes tienen a su cargo la redacción diaria del Boletín Oficial del Expolio dedicado únicamente a publicar continuas corruptelas bajo las distintas fórmulas ideadas ex profeso para adjudicar a sus amiguetes las contratas millonarias de inútiles infraestructuras a tanto el kilo de cemento, cuantiosas subvenciones ideadas para ser cobradas por empresas fantasma que expedirán facturas igual de etéreas con las que triangular dividendos, el establecimiento de nuevos impuestos directos e indirectos para aumentar su índice de beneficios…de modo que, yo sinceramente no se si España se rompe o se deja de romper; lo que si tengo claro es que su casta política se corrompe y debe ser eliminada cuanto antes, por supuesto por medio de una paliza democrática, o sea, dada por la mayoría lo que no excluye el linchamiento público de los cabecillas de la trama criminal como en su día el pueblo Italiano hiciera con Mussolini que para el resultado del veredicto que tuvo el juicio de Nuremberg, casi fue más conforme a Derecho.

Por último, debo subrayar que aunque no se oye decir ¡Esuskadi se parte! o ¡Cataluña se rompe! es de suyo que por estos lares también se reparte y se corrompe. Mas, al hacerse de manera cercana al ciudadano, éste casi lo recibe con satisfacción, como los primeros abertzales asumieron su primera ¡Hostia bat! en euskera a manos de la Ertzantza o los Okupas de Barcelona padecieron torturas en las comisarías de los Mosos.

Bombas en los Templos

Intento comprender qué lógica puede haber en poner artefactos explosivos dentro de los templos donde la gente va a rezar en una sociedad como la nuestra donde todavía no asoma la guerra de religión a diferencia de otras regiones del mundo en las que como el Líbano, las muchas facciones civiles se identifican con los distintos Cultos y aún con las diversas confesiones de una misma religión. En principio barajo dos hipótesis: la primera apunta a los intrincados intereses ocultos de los Servicios Secretos del Estado que en tiempos convulsos como el actual, siempre han fabricado un clima favorable para colgar el San Benito a un socorrido Anarquismo que justo es reconocerlo, tampoco se ha preocupado demasiado en desmarcarse los puntos que le anotan indebidamente; La segunda, acepta sin reservas que los recientes atentados con bomba contra la Almudena y El Pilar, son obra de grupos anarquistas. Huelga comentar que los motivos que inducirían una vez más la primera de las hipótesis, apenas suponen un problema explicativo de hemeroteca, en consecuencia es el segundo caso el que hoy merece toda la atención.

Dado que las prisas del ciudadano común sólo le permiten leer en diagonal en vez de entrelíneas, para no despistarles, paso a declararme Católico en lo religioso, cuanto Ácrata en lo concerniente a la Política y de propina, fetichista en lo sexual. El caso es que, ideológicamente, no veo nada en el Catolicismo que lo haga merecedor de ser objeto de atentado, ni en el Anarquismo principio alguno para actuar en dicho sentido. Antes al contrario: no sería difícil presentar a Nuestro Señor Jesucristo como un Anarquista de su tiempo, aunque casi me debería haber callado el dato porque ahora a huevo se lo he puesto a quienes deseen rebatirme la mayor con mis propias armas recordándome el episodio de la entrada de Jesús en el templo cuando en un acto de violencia recogido por los cuatro Evangelios expulsó a los mercaderes y cambistas que en su recinto hacían negocio. Mas, si por aquí me vienen los tuercebotas justificadores de tan absurdo acto, básteme confrontar lo acontecido en El Pilar con la actitud del Papa Francisco, a todas luces más eficaz y acorde con la elevada moral que se propugna con la denominada Acción Directa.

En cualquier caso, no vamos a negar que el Anarquismo se ha valido de atentados con armas y explosivos para hacer llegar su idealista mensaje. Pero a estas alturas de la historia ¿Quién no lo ha hecho? En verdad, de cuantas ideologías, sectas, movimientos sociales con espíritu universal y trasformador existen todavía sobre la faz de la Tierra, el Anarquismo, es el que se ha quedado más corto en el empleo de la violencia – seguramente por falta de oportunidad – para conseguir sus fines en comparación con el Comunismo, Socialismo, Nacionalismos, Nazismo, Fascismo, Liberalismo, por no citar a la religión Judía, el Islam o el Catolicismo de cuyo seno partieron las Cruzadas y surgieron huestes de sicarios bajo el hábito de la Compañía de Jesús como bien explica Eric Frattini en “La santa Alianza”.

Por otra parte, hay tantos sitios donde la población vería con buenos ojos que se hubiera colocado una bomba, como por ejemplo en una fábrica de armamento, en una empresa dedicada a diseñar y distribuir instrumentos de tortura para cárceles de medio mundo que son la joya de la corona española en exportación, o no sé, en la sala principal donde se reúnen los grandes ejecutivos de la Banca criminal, o el edificio de la Bolsa, que ir a poner un explosivo en un templo religioso resulta a efectos publicitarios todo un desatino por cuanto desprestigia la causa anarquista dado que se ha hecho contra un recinto del todo desprotegido y gente indefensa ¿Qué va a ser lo siguiente? ¿Atracar un convento de Clarisas para arrebatarles las yemas y mazapanes del Domingo en vez de reventar la sede del FMI?

El buen Anarquista, de emplear alguna vez la violencia, lo hace exclusivamente contra la cabeza visible del sistema opresor, nunca contra la población civil que es lo que les diferencia del resto de ideologías antes citadas. Por desgracia, no se puede negar que al idealismo, los anarquistas suman habitualmente la torpeza de quien no se entrena para otro enfrentamiento que el dialéctico, asunto en el que el Fascismo siempre muestra una gran ventaja, de modo que, hasta sus más insignes paradigmas de buen hacer, no escapan a la culpa de haber infringido gran dolor a personas inocentes como sucediera lamentablemente, cuando Mateo Morral – a quien estos descerebrados pretenden emular – arrojara una bomba desde un balcón al paso de la Carroza Real donde iba Alfonso XIII, con tan mala fortuna, que la misma se viera desviada por el tendido eléctrico del tranvía yendo a parar entre el público asistente matando a 24 personas y gran cantidad de heridos entre civiles; En este sentido, si desean honrar su figura, mejor harían estos anarquistas de pacotilla en imitar su intención antes que su resultado, del que han estado a un tris de igualar en desaprobación, de no haber intervenido la Providencia.

Gobernantes ´tóxicos

Desde que la psicóloga Lillian Glass identificara como “Gente Tóxica” a aquellos individuos que sin ejercer una tortura reconocible como tal por los cánones del telediario, ni ser susceptible de ser denunciada en comisaría, empero son capaces de arruinarnos la vida poco a poco socavándonos la autoestima en el seno familiar, sometiéndonos a chantaje emocional continuo en la pareja, alterando nuestra vida social, provocándonos estrés en el trabajo con sus comentarios, oculta realidad de la que ya diera cuenta el cine en “La influencia de los rayos gamma sobre las margaritas” han aparecido por doquier profesores tóxicos que desprecian continuamente a sus alumnos, padres tóxicos que impiden la independencia de sus hijos, jefes tóxicos que anulan en la oficina a sus empleados…pero curiosamente, nada se oye sobre gobernantes tóxicos, cuando tanto en su comportamiento como en sus efectos, describen perfectamente el cuadro característico aportado por la citada autora.

La tipología de la toxicidad personal es muy variada yendo desde el “sabelotodo” que se cree imprescindible no dejando hacer nada a los demás, hasta quien no colabora en ninguna tarea interviniendo únicamente para mostrar su disconformidad con cualquier iniciativa que se emprenda, de ahí la dificultad para ponernos en guardia ante su existencia, dado que al principio parecen gente muy normal, cosa que en el loco mundo compartido, debería ser motivo suficiente para la alarma general. En consecuencia, el Gobernante Tóxico, podría ser descrito como, aquel que primero busca ganarse a toda costa nuestra confianza por medio de apelaciones del estilo ¡Os necesito para sacar adelante el país! ¡Todos juntos podemos! y demás formulaciones plurales en las que se enfatiza los lazos emocionales con su liderazgo imprimiéndose cierta sensación de acompañamiento y unión. Una vez obtenida la confianza, se trasfigura en la distancia dicha relación y la cercanía de su agradable persona pasa a ser sólo para unos pocos colaboradores, debiéndose conformar el resto con verle a través de una pantalla de plasma o saber de sus intenciones por terceros que exclusivamente están para trasmitirnos sus órdenes, nunca para elevarle nuestras quejas. De esta guisa, el Gobernante Tóxico pronto pasa a estar por encima del bien y del mal, sin que se le afecte en sus decisiones que pasan a ser sagradas, infalibles e irrefutables; da igual que mienta, falte a la verdad, ofenda a la inteligencia de los ciudadanos…él es el Elegido y en consecuencia tiene razón incluso cuando se equivoca durante cuatro años.

Un Gobernante así, tan pronto llega al poder restringe drásticamente sus apariciones en público, deja de dar explicaciones y cuando lo hace, aparece de forma arrogante, como con desprecio, generando enorme angustia en sus interlocutores que en su mayor parte interiorizan un sentimiento de culpa muy similar a quienes han cometido una falta de infidelidad, traición o desobediencia. Con todo, a esta clase de Gobernantes Tóxicos, les encanta ser metódicos en el anuncio de sus estipulaciones a cuyo diseño dedican más tiempo que el Marqués de Sade en describirnos con todo lujo de detalle las leyes que debían regir “Las 120 jornadas de Sodoma” provocando en la ciudadanía enorme estrés antes de su proclamación y una gran angustia tras su comunicado, lo cual en su conjunto explica, como se acaba de comprobar en Grecia, que haya aumentado exponencialmente los muertos por ataque al corazón, porque como es bien sabido por la psiquiatría, las personas que conviven con gente tóxica, son propensas a mostrar los citados síntomas de estrés, depresión, angustia, miedo y aceleración repentino del ritmo cardiaco.

Rajoy, quien con el Prestige adquiriera reputada experiencia en el negacionismo de catástrofes ambientales, ha ido al Japón a desmentir los infundíos sobre Fukushima, quien sabe si para firmar acuerdos de intercambio de productos lácteos de la cornisa cantábrica, hortalizas de Tudela y frutas del mediterráneo con los de aquella lejana región. Pero su mensaje no ha sido todo lo convincente que se esperaba de él: hemos echado de menos un chapuzón como el de Fraga en Palomares. Pero Rajoy parece estar al tanto de la diferencia entre ser un Presidente Tóxico y serlo Radiactivo.