JAULA DE ORO
En castellano, contamos con infinidad de términos e imágenes que remiten a la situación de aislamiento de individuaos o colectivos respecto al resto de la sociedad, por ejemplo, cuando la fuente de dicho aislamiento tiene su origen involuntario en la psique del sujeto que padece la situación podemos hablar de “Autismo” si el contacto con la realidad está parcial o totalmente interrumpido de modo permanente aunque de ser meramente momentáneo decimos de alguien que está en “Babia” o en la “Inopia”; no así si la circunstancia es pretendida por la persona, en cuyo caso hablaríamos de “Retiro” “Ermitaño” “Anacoreta” “Enclaustramiento” “Clausura”. Nada que ver entonces con la pena medieval impuesta por la Autoridad a vivir “emparedado” en casa propia o “recluido” en un convento, ni con los ancestrales castigos del “Ostracismo”, el “Destierro” o el confinamiento en “Guetos” al que eran sometidos algunos ciudadanos y pueblos enteros.
Este ingente caudal léxico, repleto de matices que hablan mucho del refinamiento con el que los seres humanos nos hemos dotado para conjugar nuestra realidad con la de los demás sujetos a los que les concedemos la gracia de existir más allá de nuestro original “Solipsismo”, cuenta en su haber con dos perlas que coloquialmente suelen usarse indistintamente, empero divergen lo suficiente como para no manejarlas como sinónimas. Me refiero a las conocidas expresiones de “Vivir en una torre de marfil” y “Vivir en una jaula de oro”, con las que el hablante desea transmitir la idea comentada de aislamiento en que se encuentra una determinada persona o grupo en relación con los demás.
La confusión puede provenir de los materiales preciosos – marfil y oro – con los que cada receptáculo está construido, mas a nadie debería escapar la abismal diferencia entre una torre y una jaula. De ahí que “vivir en una torre de marfil” por muy angosta que en ella transcurra la existencia del artista, científico o escritor, siempre es preferible a “vivir en una jaula de oro” por muy confortable que en ella se encuentre un emperador.
Todo esto viene a cuento del triste suceso acontecido al hijo del Ministro Ruiz Gallardón en la ciudad brasileña de Sao Paolo, quien por capricho del azar ha salido ileso de un atraco en el que ha muerto su amigo italiano Tomaso de 26 años quien conducía el vehículo en el que viajaban cuando ocurrieron los hechos: Según las primeras informaciones, a última hora de la tarde del Sábado, los dos jóvenes circulaban en un Honda Civic, por la zona oeste de la ciudad, donde se entremezclan importantes barrios comerciales con locales de ocio nocturno. De súbito, una moto se puso a su altura y su conductor comenzó a golpear con una pistola las ventanillas del coche exigiéndoles que le entregaran relojes, joyas, dinero… Tomaso salió del coche con ánimo de comunicarse mejor porque no dominaba el portugués. El gesto fue mal interpretado por aquel y recibió un tiro en el tórax.
Pues bien. Esto que para nosotros, de momento, es un suceso digno de aparecer en los medios de comunicación, fuera de la burbuja en que vivimos con agua potable con sólo girar una rosca, luz eléctrica con solo pulsar un botón, aire acondicionado para no pasar calor en verano y estufa para no pasar frio en invierno, con nevera repleta de alimentos, donde no escasea la ropa, ni el combustible, etc, es el pan de cada día, del que participan por un lado como sujetos pacientes las élites y por otra los sujetos agentes aquellos a los que el sistema les ha enseñado a sobrevivir en la Ley de la Selva humana.
Así, sin necesidad de la Máquina del Tiempo, gracias al presente de otras regiones del planeta donde unos pocos acaparan todos los recursos naturales y los muchos sufren enfermedad, hambre y penuria, podemos ver el futuro que nos espera, a saber: la gente pudiente vivirá en abundancia que sólo podrá disfrutar en su deseada “jaula de oro” rodeada de rejas y alambradas con alarmas y abundante personal de seguridad con contravigilancia, sin poderse parar en un semáforo por miedo a que le tiroteen, con preocupación por si sus hijos pequeños serán raptados a la salida del colegio, con temor cuando llamen al timbre de la puerta, siendo cacheados a la entrada de los institutos, edificios de oficinas, salas de cine…Ante este poco atractivo horizonte hacia el que nos encaminamos, nuestros Grandes Empresaurios, Banqueros, Políticos y demás terroristas sociales que se creen “Inmortales” por vivir al margen de todos los problemas en su particular “Jardín de las delicias” del eufemísticamente denominado “Estado del bienestar” – el suyo – creen que en ese escenario nada cambiará respecto a lo de siempre, por lo que bastará incrementar los mecanismos de control habituales para mantener su actual estado de gracia cuál es, el de siendo una inmensa minoría explotadora, poder disfrutar del expolio de la mayoría con total tranquilidad. Pero se equivocan. La calman que contemplan, es la que anticipa la tempestad.
Los futuros miserables, no son aquellos de los que hablara el novelista Hugo. Los futuros miserables, hijos de la puta clase media, aburguesada, frustrada, sin perspectiva de mejora, condenados a vivir peor que sus padres cuando se les prometió un mundo feliz tras estudiar una carrera, aprender inglés, informática y saber hacer felaciones correctamente – según una estimación al menos el 60% de los puestos de confianza sean en empresas o en Instituciones oficiales, se obtienen por este procedimiento – son gente culta que sabe leer la historia desde el otro lado de cómo se nos ha contado y ya piensa en por dónde debe asestarse el golpe fulminante para acabar con la tiranía sin necesidad de que el pueblo llano ponga más sangre de la hasta ahora derramada; la incógnita a despejar, ya no es para ellos si se ha de acabar con los culpables o también con sus familias como en su día tuvieron Lenin, Trotsky, Stalin y compañía para con los Romanov, la complicación que se intenta resolver ahora, es cómo poder ejecutar a toda la Élite local e internacional de una sola vez, como en su día el Rey de Francia acabó con los Templarios o los Nazis eliminaron a sus enemigos internos el día de los cuchillos largos.