El mejor anticonceptivo

http://www.youtube.com/watch?v=IGAwhqaagyo

Que el mejor anticonceptivo es la abstinencia, lo saben hasta en el Vaticano. Pero metidos en faena, que es de lo que se trata cuando se habla de la santísima contracepción, no creo yo que la naturaleza sepa de abstinencias más de lo que demuestra saber…En esta tesitura, son varios los postulantes al glorioso título social de “Mejor anticonceptivo” pues es mucho el negocio que está en juego por activa y por pasiva, por efecto y por defecto, como para dejarlo vacante o al libre albedrío de la moda.

Si se emplea la mera lógica y el sentido común, podría creerse que vivir en la pobreza y padecer la miseria, trabajando de sol a sol, rodeado de inmundicia, sin electricidad ni agua potable, ni las más mínimas condiciones de higiene y seguridad, azotado de continuo por devastadoras inclemencias meteorológicas, catástrofes naturales y humanas, y las más imaginativas desgracias habidas y por haber…sería suficiente para disuadir a cualquiera de traer nuevos desgraciados al mundo. Pero la realidad de los hechos, desmiente el razonamiento, y mi antropólogo de cabeza Marvin Harris lo explica haciéndonos caer en la cuenta, que en las zonas subdesarrolladas, las familias pobres, contemplan la crianza como una garantía de futuro, dado que a diferencia de Occidente, el hijo es productivo y fuente de recursos desde los cinco años, hasta que se casa con el permiso paterno que no aviene, hasta ver satisfechas sus expectativas a ese respecto.

Para cuantos tienen a la Naturaleza por madre en lugar de madrastra y son amantes de los juegos de azar, apuestas, loterías, casinos, y garitos clandestinos en los que arriesgar la vida a la ruleta rusa, nada mejor que confiar en el “Método Ogino” y recomendarán su ciencia y experiencia a parientes y allegados, ocultándoles los caprichos de la naturaleza, sus irregularidades, sus excepciones, sus sorpresas, cuya presencia tan cara es a la Iglesia que las suele denominar “Milagros” para referirse a ellas. Por no hablar de la consabida debilidad humana, de continuo tentada por el Diablo.

Mas quienes se entregan al frenesí científico-técnico de la industria farmacéutica, y delegan su humana responsabilidad a preservativos, diafragmas, parches hormonales y pildoritas, habrían de tener presente que esa misma industria se lucra también con la venta de potitos, papillas y pañales, por lo que atendiendo al libro rojo de Mao, no tendrán demasiado interés en que el asunto funcione demasiado, aunque a decir verdad, también ella confía en la irresponsabilidad del usuario, en su desinformación, y sobre todo en sus prejuicios.

Durante el periodo Hippie muchos creyeron identificar en la televisión el mejor anticonceptivo, cosa que contradecía su papel de divino mediador matrimonial conformando un curioso triángulo afectivo de amor-odio-expectación, pero el famoso apagón de Nueva York del 68 que coincidió con el “Baby Boom” parecía zanjar la cuestión a su favor. La hipótesis entró en crisis, tan pronto como nos llegaron imágenes de familias numerosas hacinadas en paupérrimas favelas reunidas junto al televisor en color, conectado por cables escondidos bajo los colchones con la antena parabólica que asomaba orgullosa en el tejado de Uralita.

Finalmente, después de mucho investigar, los sociólogos y demás ramas ociosas de las ciencias humanas, creen haber hallado la respuesta adecuada a la cuestión planteada y que parece esquiva. Los últimos estudios apuntan al extremo precisamente opuesto al que encabeza la lista de fallidas conclusiones aquí señaladas, propugnando que es la exuberante riqueza Occidental y el egoísmo que engendra, la que mejor detrae a nuestra juventud de ejercer como debe en sus obligaciones en cuanto especie, dado que la misma satisface todas sus necesidades vitales de salud, alimento, vivienda y vestimenta, colma con creces sus aspiraciones secundarias de placer, libertad y seguridad, y favorece su desarrollo cultural, de recreo y ocio como nunca antes se había visto, y por consiguiente, nada les anima a complicarse la existencia trayendo alguien al mundo que pudiera arrebatarles tanta felicidad heredada de sus progenitores. Bastaría estar al tanto de cómo les va a las familias adscritas a las enseñanzas del Opus Dei, o atender al crecimiento de la Borboneidad, para hacer trizas tanta charlatanería académica subvencionada por el Estado del Bienestar…es un decir.

En mi opinión, el mejor anticonceptivo es la diabólica combinación consistente en una cómoda riqueza disfrutada en la casa paterna, junto a la imposibilidad práctica de independizarte por la falta de trabajo, y el especulativo valor de las hipotecas. La prueba la tenemos en la pronta deceleración de la natalidad de los inmigrantes tan pronto su segunda generación echa raíces en el hogar, para entonces no hay costumbres culturales, pobreza, o televisión que valga. Así de sencillo es.