Desde mis inicios como articulista hace cosa de tres décadas, aprovecho los distintos periodos electorales de nuestra Democracia formal, para discernir en el concepto de “voto”, su tipología. Así, en todos estos años, he distinguido diversas maneras de votar fijándome en su raíz etimológica hasta centrarme en su más aséptica acepción en función de la actitud con que se ejecuta la acción, enumerando el voto devoto, el voto beato, el voto postal, el voto secreto, el voto nulo, el voto en blanco, el voto negro, el voto rojo, el voto verde, el voto marrón, el voto militante, el voto comprado, el voto vendido, el voto tránsfuga, el voto agradecido, el voto útil, el voto engañado, el voto arrepentido, el voto arrastrado, el voto cautivo, el voto del miedo, el voto olvidado, el voto oculto, el voto podrido y seguramente algunos más a los que no alcanza la memoria a volapluma. Hoy, les presento mi último hallazgo intelectual en esta desconocida rama de la Politología, cuál es, el “voto lastimero”, cuya definición podría recogerse del siguiente modo: dícese del voto que los Partidos Políticos y sus dirigentes buscan en el electorado por medio del recurso de dar lástima.
Todos conocemos cómo opera el voto del miedo: se provoca en la gente cierto estado de inquietud para que su decisión tenga presente los distintos males que le pueden acontecer de no votar a tal o cual opción. Sin embargo, nadie habla del voto lastimero cuya sibilina eficacia no es menor, que digamos, a la hora de atraer sentimentalmente a un amplio espectro de electores cuyas carencias afectivas les hacen reos de cualquier estratagema encaminada a manipularles, ora en el área comercial por medio de la publicidad, ora en la esfera política a través de despertarles ciertos recorridos viscerales de los que, no están entrenados a gobernar a voluntad de no ser esta ajena.
En la presente campaña electoral, más que nunca, aprecio una batida general a la caza de este voto lastimero:
El PP, presenta a un Rajoy incomprendido como el pollito Calimero que no ha sabido explicar a los españoles lo bien que ha hecho las cosas; el pobre va a ser el único Presidente que no repetirá mandato; ha sido traicionado en la confianza por la corrupción de sus más fieles colaboradores; hasta Aznar le pone a caldo…¡Sujetadme! ¡Sujetadme! ¡Que le voto!
El PSOE, muestra a un inexperto e ingenuo Pedro Sánchez, pagando el pato de su antecesor ZP; es un lider joven, trabajador y bien preparado cuyo esfuerzo e ilusión, en cambio, van a cosechar un estrepitoso fracaso que él, personalmente, ¡pobrecito! no merece; gente de su propio partido espera a que cometa el menor desliz para echarlo de Ferraz y hasta le anuncian el relevo de Susana quien trabaja a destajo para meterlo en aprietos; ¡ay! Pena penita pena, pena, pena de mi corazón…
IU, acostumbrada a descalabros, cuando parecía conformarse con mantener el voto menguante triste-melancólico de la izquierda caduca, ha visto ante su previsible desahucio de las Instituciones, la oportunidad de dar más pena todavía. De esta guisa no ha dudado en dejar que su nuevo dirigente, Garzón, fuera mendigando una divina Alianza con Podemos; fuera sometido a tentaciones tránsfugas; fuera despreciado ante las cámaras en un cutre sofá; para al final acudir en solitario con la comparsa de saltimbanquis extraparlamentarios a recoger el finiquito por tantos años de lucha aterciopelada desde sus escaños.
UPyD, cuyas siglas bien podrían corresponder a “Un Partido y Decente”, sí que es digno de lástima: su trayectoria política ha ido de victoria en victoria hasta la derrota final. Su particular caso, llega muy hondo al corazón de donde brota una operística furtiva lágrima, por una formación difunta con la que no cuenta ni su propia militancia que, o se da de baja o se pasa a otros partidos de la noche a la mañana literalmente, sin esperar a ver qué sale de las urnas que en su caso auguran ciertamente fúnebres.
Incluso, el otrora prepotente Podemos, explora la idea de reclamar para sí, el voto lastimero, ahora que las encuestas parecen enfriar sus ánimos y que su máximo competidor en el acoso y derribo del Bipartidismo va imparable hacia arriba en la intención de voto mientras ellos caen en picado, como icaresca cura de humildad.
Precisamente, sólo Ciudadanos, parece de momento no necesitar el voto lastimero. Quien sabe…la Ley D´Hondt, es muy cruel y al final podría resultar que su tragedia, de otro sentido al título Sonrisas y lágrimas.