Ellas dicen esos días señalados, que los regalos no hacen falta. Pero si faltan, los echan muy en falta. Y ni falta que hace mencionar que te señalan su falta a falta de otro reproche. Y tú ¡a callar! ¡Faltaría más!
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EpC: Costumbres identitarias
En épocas anteriores, las gentes temerosas de Dios, poco acostumbradas a regirse por una conciencia autónoma en asuntos que conciernen a la moral, solían guiarse ante la incertidumbre de hallarse entre extraños en lejanas tierras por el sabio consejo de “ allá donde fueres, haz lo que vieres” sin caer en la cuenta de que, una no menos sabia advertencia avisa de, “todo se pega menos la hermosura”, conjunción esta de motivos que explicaría la enorme semejanza que los distintos pueblos de España han adquirido entre si según ha aumentado el vacacional trasiego del interior a la costa y el eje Norte-Sur.
Al tiempo que nuestros políticos buscan fórmulas para cohesionar el puzzle autonómico, la ciudadanía que no precisa de ningún mecanismo constitucional, ha optado por importar y exportar costumbres, imitar y dar ejemplo de tradiciones, ceder y tomar comportamientos unos de otros, indistintamente de las zonas a las que pertenezcan. Pioneros de este mestizaje práctico fueron los gastrónomos haciendo de paellas valencianas, butifarras catalanas, gazpachos andaluces, pulpo a la gallega, bacalao a la vizcaína y cocido madrileño, platos internacionales por el mero hecho de salirse dos pulgadas del mapa. Ello es nada, comparado con nuestra capacidad para llevar con nosotros y traernos de igual modo, lo peor de cada sitio, pues no hay rincón peninsular en el que jóvenes y no tan jóvenes caguen y meen junto a las catedrales, sorban y escupan sus verdes gargajos a plena luz del día sobre la acera pública, se nos desprendan de la mano con grácil ademán descuidado las latas de refrescos junto al azulado litoral de la playa y en cualquier bar que se precie podamos contemplar su ancho suelo nevado de colillas sobre blancas servilletas testigos del trajín que allí se comunican generaciones enteras entre bocado y bocado, que digo yo, tan arraigadas maneras como las citadas y muchas otras, es imposible que hayan sido irradiadas desde un único lugar. Cosa que me preocupa, desde que se ha extendido la moda de viajar por el mundo, unos para disfrutar de sus vacaciones saliendo al extranjero de turistas, otros viniendo aquí como emigrantes para trabajar a destajo, pues seguramente los primeros a su regreso nos traigan desarrollado el gusto pedófilo ampliamente practicado en los países asiáticos o la tentadora afición al suicidio de nipones, mientras quienes nos abandonen, dejarán aquí la enriquecedora cultura de lapidar a las mujeres y la sana costumbre capitalista de mantener bajos los salarios para aumentar la competitividad empresarial.
Sin embargo, lo ocurrido en Cataluña con la prohibición de las corridas de los Toreros, ha marcado un antes y un después en esta tendencia. Quien sabe, hasta es posible que se invierta tan nefasta tendencia y la gente vuelva más religiosa tras visitar los países musulmanes, más amante de las artes de vuelta por los países del Este, más educada de Alemania, y sin salir de la península…más simpáticos de Andalucía, más ahorradores de Cataluña, más nobles del Norte, incluso más guapos de Canarias.