Otro palo a la SGAE

Dedocado a my Friend Antonio Rojas, por seguir con interés mis artículos para tergiversarlos.

A los de la SGAE ¡hay que correrles a palos! Pero… de los que les duele en el bolsillo. Díjome en cierta ocasión un amigo tras analizar mi propuesta pública de mantear a todos los miembros de dicha asociación cultural. Por supuesto, yo me refería a promocionar el Top Manta, no a darles de hostias, como sería del agrado de los brutolaris del lugar. Con todo, es agradable leer de cuando en cuando cómo personas con arrojo, le saben hacer frente a los Osos Mafi y más reconfortante aún, es tener noticia de que les den en los morros en su propia pocilga legal, que suele ser el campo elegido por aquellos para evitar la temida calle donde la multitud airada y violenta es donde desearía mostrarles su afecto aplaudiéndoles la cara y estrecharles entre sus brazos.
Este ha sido el caso de la barcelonesa, Ana María Menéndez, copropietaria de la tienda de informática Traxtore, a quien el Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha dado la razón en su disputa contra la SGAE que le demandara allá por el 2004 la bonita cantidad de 48.000 euros en concepto del Canon Digital. Aquella primera batalla la perdió ante los tribunales provinciales como era de esperar – no solo el ciprés tiene la sombra alargada- Pero su convicción de ser víctima de un atropello civil, le animó a presentar recurso ante la Audiencia de Barcelona que, en un acto de Pilatosería, le pasó el marrón al Tribunal Europeo para que desde la sana distancia a la luz del Sol de la Justicia, se pronunciara sobre si el sistema de gravamen español, era conforme con las directrices europeas, a lo que la apelada institución internacional ha respondido contundentemente: “el canon digital español, no se ajusta a la legislación europea y se aplica de forma indiscriminada sin distinguir entre empresas, profesionales y particulares.
Ahora, sólo me cabe entonces hacer un llamamiento general a las multitudes ávidas de eso a lo que los menos dicen venganza y los demás llamamos justicia y clamar aquello que dijera Victoria Prego ¡A por ellos! ¡A por ellos! Pero…con la ley y con la palabra.

Muros lamentables

 

El pasado 16 d

¡Cuánto me gustaría atreverme a hacer lo mismo ante la sede del BBVA!

e septiembre, cinco jóvenes antimilitaristas del MOC, Alberto Estefanía, Mikel de Luis, Julene Eiguren, Jon Joseba Marco y Miguel Ángel Martínez, fueron juzgados por haber ocasionado pequeños daños al muro lamentable del Gobierno Militar de Bilbao hace más de año y medio, durante una jornada conmemorativa por el XX aniversario de la Insumisión. La acción pacifista de carácter simbólica realizada a plena luz del día con picos y mazas, pretendía simular la demolición de los Muros lamentables institucionales que sustentan gobiernos militaristas embarcados en guerras que, como la de Afganistán o la de Irak, se realizan intramuros, por miedo a una opinión pública reticente que ni las aprueba, ni las apoya y que por supuesto las sufraga con sus impuestos.
Esta noble acometida, propia de quijotes sociales, que yo hubiera defendido como intrépida Performance o escenificación artística dirigida a la reflexión filosófica civil, en cambio, ha sido contemplada como un grave delito contra el Ejército por una vergonzosa fiscalía, incapaz de dar la cara ante los medios de comunicación, donde brilla por su ausencia el nombre de quién ha sido capaz de solicitar 23.000 euros por una nimiedad que ninguna casa de seguros se hubiera molestado en recurrir. No se me ocurre otro motivo para que la fiscalía de este ridículo caso, se esconda, como lo hace, de la prensa evitando el ineludible compromiso democrático con la transparencia que incluso es mandamiento entre los entrenadores de fútbol, cuál es, el de explicar a la sociedad públicamente los argumentos que tiene para reclamar tan desproporcionada multa. Sólo la falta de ellos o la profunda vergüenza que siente al esgrimirlos, podría justificar su inefabilidad antidemocrática. Todo lo contrario de la Juez Mª Jesús García Pérez, quien segura de su profesionalidad en el desempeño de su cargo, no tiene ningún problema en que el pueblo vigilante y observador le reconozca donde quiera que se encuentre, para animarla por correo electrónico, bajo la ventana de su despacho, o en persona, a que no ceda a las presiones a las que se ve sometida desde las altas esferas y se atreva a impartir justicia y no mera legalidad, como es su más íntimo deseo.
Pero, como amores son hechos y no buenas palabras, no me conformaré con escribir estas líneas para denunciar una situación anacrónica, donde lo apropiado para resarcir a un Ejército profesional como el Español, hubiera sido enviarles a Pepe Gotera y Otilio ¡Chapuzas a domicilio! De modo que, he tomado la personal decisión de animaros a todos a acudir conmigo el próximo Viernes 1 de Octubre a las 12:00 horas frente al Gobierno militar de Bilbao, para emular a los Judíos que se dan de cabezazos contra el Muro de las Lamentaciones. Porque es lamentable que Muros de la vergüenza como esos, se mantengan alzados ante nuestros ojos sin que hagamos nada por derribarlos.

Heredero Froilán

Vamos a bailar el ¡Dale Don dale! de Don Omar...
Vamos a bailar el ¡Dale Don dale! de Don Omar…

 

Quienes acostumbramos a leer prensa extranjera para enterarnos de las cosas que ocurren aquí, estamos de enhorabuena con el reciente artículo firmado por Doña Consuelo Font “Un verano más sin verse las caras” en el que se ocupa, sin desperdicio, de lo mal que se llevan las Infantas Doña Elena y Doña Cristina con la Princesa Doña Letizia, por cuanto supone un sano ejercicio mediático indagar los entresijos de la Casa Real de forma profesional sin llegar a lo chabacano de inmiscuirse en la intimidad de las personas. La pieza, correcta en estilo, abiertamente da detalles de los distintos roces habidos entre cuñadas, presentándolos como base de dicho distanciamiento. Así, se hace eco de la negativa recibida por Doña Cristina de parte de Doña Letizia a su petición de que esta acogiera a sus suegros, los padres Don Iñaqui en su casa de Zarzuela la víspera del Bautizo de Doña Irene en el 2005, o el menosprecio reciente de no asistir a la Primera Comunión de Doña Victoria Federica, asuntos que por si solos son bastante feos, pero que, a mi modo de ver, no son el meollo de la cuestión que se le escapa a la intrépida autora.

En un esfuerzo por asomarse al problema del que esquiva ocuparse como merece, la periodista, al final de su artículo en un alarde de puedo y no quiero, apunta las posibles causas institucionales en la estrategia de la propia Casa Real de dar mayor relevancia a la pareja principesca en detrimento de las infantas caídas en desgracia, para consolidar el inminente relevo de la monarquía. Pero aquí estamos los demás, para añadir la reflexión que da sentido pleno a la información ofrecida en dicho texto.

Antes de continuar, deseo dejar claros a mis amigos lectores los puntos cardinales de mi posición en este texto, por si todavía alguno no los tuviera claros: Primero, soy firme partidario de la opción republicana, pero no por ello soy antimonárquico; la monarquía, como la esclavitud, fue en su época todo un avance humano, si hoy no la apoyo, es porque creo que mal que bien, la sociedad ha madurado para dotarse de representantes democráticamente elegidos, de igual modo que, los esclavos ahora cobran para malvivir. Segundo, soy rotundamente contrario a la discriminación de la mujer, por ende, de la Ley Sálica amparada por nuestra mierda de Constitución que no contenta con ser antidemocrática, es militarista, clasista, xenófoba, falsa y por lo que se ve, también misógina; Tercero, siempre me he declarado partidario de la Infanta Doña Elena, de su causa, me he pronunciado contra la injusticia cometida con ella y con sus descendientes, por quienes siento mucha lástima a la vez que profunda simpatía; Y cuarto, pese a mi tendencia a la teorización soy persona práctica, pactista, posibilista, partidaria del mal menor, que no tengo el menor escrúpulo en abandonar momentáneamente mis ideas, si al abrazar la causa contraria, contribuyo a su destrucción. Dicho lo cual, paso a explicar lo que a mi juicio, está sucediendo…

Digamos que, una cosa es saber intelectualmente lo que va a pasar y otra muy distinta, que eso pase. Desde que nacieron, las Infantas fueron educadas para aceptar con absoluta mansa sumisión, como corresponde a su condición inferior femenina, su posición secundaria en toda escena protocolaria pública mediática ceremonial, cosa que como dicen los constitucionalistas, el pueblo consagró democráticamente al refrendar la Carta Magna. Y la técnica funcionó, mientras estas dos Doñas fueron felices adolescentes, inocentes de la vida, que vivían como iguales entre los acogedores muros palaciegos; Mas, tan pronto como debieron abandonar el nido, padecieron sobre sus carnes las terribles diferencias a las que una despiadada costumbre dinástica de tomar solo en consideración a quien le está reservado el derecho de heredar el Trono, las condenaba de por vida, no sólo en asuntos de imagen, cargos de honor, posición en la foto, sino a algo tan aterrador como ver a tus hijos despojados de las mieles que tu misma gozaste durante la infancia, las cuales, ya jamás podrás disfrutar ni tu, ni tus descendientes, quienes se perderán por siempre en la bruma de los plebeyos, mientras contemplas como tu otrora igual, tu hermano, acapara todos los privilegios para si, garantizando a su estirpe todo aquello que a ti se te ha negado. Tan sombrío destino, no escapa si quiera a mentes borbonas que, aun incapaces para alumbrar a la humanidad ciencia o arte, han demostrado ser muy mañosos en la supervivencia política pese a sus múltiples desmanes, traiciones y cobardías; En consecuencia, huelga decir que, mi querida Infanta Doña Elena, ya le habrá dado algún que otro trote en su linda cabecita amazona, a la injusticia que para con ella y sus descendientes se ha cometido entonces, ahora y para la eternidad; Y si no a ella, seguro que a Froilán sí, que ya apuntó maneras durante aquel memorable bautizo…porque los niños pueden ser pequeños, pero intuyen mejor que nadie cuanto sucede y lo expresan a su manera.
Pues bien, anuncio al mundo que desde hoy, queda inaugurado el bando Froilanista cuyas filas paso a engrosar como su máximo representante, al que espero se sumen pronto todo género de intelectuales, artistas, deportistas, gente de la farándula, el circo, la ufología, y la masonería, con ánimo lúdico-festivo para reproducir cómicamente las añoradas disputas Carlistas, en esta ocasión en clave froilana. El motivo es evidente: el heredero al trono, no le corresponde a Don Felipe, sino a la primogénita Doña Elena, o en su defecto al primogénito de esta, Don Felipe Juan Froilán de Todos los Santos.

Para empezar, creo que todos estaremos de acuerdo en que la Constitución, en el capítulo dedicado a la Casa Real, es como mínimo anticonstitucional y no por un solo concepto, sino por varios, entre los que se haya la discriminación por motivo de sexo para acceder al trono. Hemos aquí que la sociedad española no puede, ni debe consentir que de continuar la monarquía entre nosotros, la Corona que actualmente reposa sobre las sienes de Don Juan Carlos, pase a manos de Don Felipe, pues no sólo supondría una afrenta a Doña Elena y su familia, también para todas las mujeres españolas por constitución, europeas por el Tratado de Roma, del mundo entero atendiendo a la declaración de los DDHH de la ONU y aún de los varones que estamos contra el maltrato animal… Únicamente en la Iglesia Católica semejante atropello podría encontrar cristiana comprensión, pero la misma que hallaron en su seno pío los criminales de Guerra, los dictadores sudamericanos, la mafia financiera del Banco Ambrosiano y los pedófilos. No hay argumento que sostenga la tremenda injusticia que en breve se va a cometer, ante la mirada de todos sin que nadie levante la voz al respecto, que digo yo, algo debería hacer la defensora del Pueblo, la Ministra de >Igualdad, los observadores de Amnistía Internacional y resto de organismos que se ocupan de estas cosas.
Pero supongamos que, escaldados de las guerras en las que esta Sagrada Familia nos ha metido desde que llegó al Trono, la gente no deseara más malos rollos y prefiriese dejar las cosas como están. ¡Vale! Hagamos una especie de Transición Sálica que salvaguardara los dos extremos de legitimidad, la Primogenitura y la masculinidad: Por una parte, conservaríamos de la Ley Sálica vigente que Elena no reine. De haber muerto Don Juan Carlos antes del nacimiento de Froilán, no habría otra alternativa que enfrentar la primogenitura de Doña Elena, a la legalidad que otorgaría el Trono a Don Felipe y no cabría otra lectura de la situación. Pero resulta que durante el reinado de Don Juan Carlos, Doña Elena fue más rápida que Don Felipe en gestar un Nieto Varón, de modo que, su Primogenitura, unida a haber dado un macho a la saga, le devuelve en cierto modo el derecho dinástico, si bien puenteado, en favor de su hijo Froilán. Esta lectura transicional de la Ley Sálica que les brindo, es el quebradero de cabeza de la Corona Borbona, que ve como de nuevo las jugarretas de las braguetas les pone en el centro de todas las miradas, cosa que se traduce en esos continuos roces, plantes y desplantes de los que ha comenzado a hablar la prensa autóctona del coto real, para marear la perdiz, pero de la que les mantendré al tanto con su correcta perspectiva.

El derecho de los animales

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Como humano que soy, todo lo observo desde mi perspectiva humana. Creo lícito obrar de este modo, aunque se diera el caso de una conciencia objetiva y universal. Todo es percibido por mí como posible instrumento, salvo mi semejante, fin en sí mismo.

Los animales, como la entera Naturaleza, están ahí para valernos de ellos con tal de subsistir. Ahora bien, dado que el hombre tiene la capacidad de transgredir como ninguna otra especie las leyes que la propia Naturaleza se ha impuesto, ha de ser prudente en su interacción con el resto de los seres que le rodean. De lo contrario, destruiríamos no sólo la Naturaleza que nos circunda, que a fin de cuentas podríamos reinventar con espacios artificiales, engendrando especies genéticamente, y modificando nuestro comportamiento biológico, sino también acabaríamos con nuestro propio ser físico y moral.

Se ha hablado mucho acerca del derecho de los animales, del respeto que hacia ellos debemos tener, a veces, rozando el ridículo, la estupidez, y la majadería. Conviene señalar que, curiosamente, esta discusión fueron creciendo de tono, precisamente en un siglo en el que se dieron dos Guerras Mundiales. Estamos tratando un tema, cuyas conclusiones pueden acarrear deslizamientos muy peligrosos en el pensamiento colectivo de nuestra sociedad. Antes de la 2ª Guerra Mundial, se ponderó largo y tendido en el debate científico, si la diferencia entre el hombre y el animal era meramente cuantitativa, es decir, sólo una cuestión de cantidad: mejor adaptación al medio, más inteligencia, lenguaje más articulado… Ya vimos los resultados. Matar judíos era como matar cerdos. ¡No había diferencia! . Por un tiempo se aprendió la lección, y aunque los argumentos puestos sobre la mesa no fueron refutados, nadie en la comunidad científica se atrevió a ondearlos nuevamente. Pero entre las nuevas generaciones, ignorantes de lo sucedido, vuelve a brotar la cuestión, si cabe con más virulencia. Esta vez -algo se aprende- se plantea el tema desde otra perspectiva. En vez de reducir al hombre a la categoría del animal, se intenta elevar a este al nivel del hombre.¿Cuáles son los peligros que semejante intento puede albergar? Para mí son evidentes: primero, que se dedique más atención a otras especies que a la propia. Segundo, que los particulares den su amor a animales de compañía y no se relacionen con otras personas. Y tercero, que se vuelva a diluir la diferencia entre animales y hombres permitiéndose nuevamente los campos de concentración, al margen de Gaza.

Lo que acabo de decir, puede sonar exagerado, pero fíjense: en un mundo donde el hambre, las enfermedades curables, y las balas, son las primeras causas de muerte, cunden moralistas, que nos hablan de los toros, las ballenas, y la desaparición del rinoceronte blanco, en una sociedad donde se está privando a los inmigrantes, a los desfavorecidos sin recursos… del comer, del vestir y de la atención sanitaria, están proliferando las comidas para perros, las tiendas especializadas en mascotas, y las clínicas veterinarias. Desde un sistema como el Yanqui, que permite las ejecuciones en silla eléctrica, cámaras de gas, inyección letal, tiro en la nuca, que emplea torturas que sólo el describirlas me ponen los pelos de punta…se nos habla de la crueldad de nuestras fiestas, de lo mal que lo pasa el toro, de los asesinos que son los cazadores, etc

No obstante, los animales, como cualquiera de nosotros, también sufren, y por tanto, hacerles daño innecesario, no sólo es ser cruel con ellos, sino mostrarse indigno de la Naturaleza humana que nos corresponde, por la esfera moral que compartimos. Los animales no sufren como nosotros, sienten dolor simplemente, de igual manera que padecen sed y hambre. Les es algo natural que les acaece. No así al hombre que no lo acepta y padece por ello la angustia de su anticipación. Así pues, hemos de juzgar nuestras acciones, que interactúan con otros animales, no desde la perspectiva de éste, sino de la finalidad con la que la acometemos.

Así tenemos el caso de experimentar con animales, métodos y vacunas que sirvan luego en el hombre. Estos ensayos, han de tener todo nuestro asentimiento, pues de ellos depende la calidad de vida, cuando no la vida misma de nuestros semejantes. Poco más debe importarnos lo que a conejos o ratas, les suceda. Ahora bien, si el científico se ensaña con ellos, o prolonga la situación más de lo debido, eso atenta no contra el animal en cuestión, sino contra nuestra propia Ética por lo que debe ser reprobado.

Pero, aún con todo, la acción de causar mal a un animal, no ha de ser juzgado de igual modo que la de hacérselo a un semejante. Ciertamente es de mala índole aquel que rocía a un gato con gasolina y lo prende fuego por mera diversión, pero peor es aquel que lo hiciera con su vecino por ser mendigo. Normalmente las cosas no se presentan tan claras y sencillas: no hacer nada por no atropellar a un perro en la carretera, para no provocar con una maniobra brusca un accidente, creo que es algo que está bien hecho. Pero no intentarlo cuando el que está en mitad de la carretera es un niño, es algo que no tiene nombre. Por el mismo prisma miro el pegar un tiro a un perro con rabia o sacrificar miles de polluelos para dedicarlos a croquetas.

Creo que si los humanos nos respetásemos unos a otros, como otras especies se respetan a sí mismas, estaríamos entonces sí, en disposición de plantearnos el respeto hacia los demás animales. Optar por el camino inverso, no sólo me parece equivocado, sino también insultante y muy peligroso.