Llevaba mese buscando el momento adecuado para reflexionar en voz alta sobre los distintos procesos intestinales del aparato del PSOE que, cual retortijón orgánico, anuncian el estado de descomposición en que se encuentra la formación política y hasta su próxima disolución, sin que mis palabras fueran acusadas de expresar más un deseo de autor que una realidad empírica, convencido de que, habiendo de por medio elecciones municipales, autonómicas y generales, donde sus cuadros militantes se juegan el sustento, las dietas, los altos cargos, las retribuciones, las subvenciones, las recalificaciones, las recolocaciones en grandes empresas, las tarjetas y demás prebendas de las que goza la Casta Parasitaria, contaba con tiempo suficiente para estudiar a fondo los paralelos con la decadencia del régimen franquista, la acelerada caída de UCD, pero ante todo, lo acontecido con su formación hermana, el Partido Socialista Italiano, cuya liquidación tuvo lugar en muy parecidillas circunstancias de desprestigio personal, institucional y social de sus líderes y formas de hacer política.
Pero los inauditos acontecimientos en los que a falta de cien días para las elecciones la Ejecutiva Federal del PSOE con su Presidente al frente, el pobre Pedro Sánchez, ha destituido a Tomás Gómez, como Secretario General de los Socialistas Madrileños y a toda su directiva, han dado al traste con mis propósitos de abordar con rigor académico la cuestión anticipada, viéndome así interpelado por la actualidad a improvisar a salto de mata estas líneas para expresar lo que, sin los marcos de referencia argumentativos, puede antojarse no ser más que una sospecha o particular impresión, cuando lo cierto es que, cuanto está sucediendo en el PSOE, no es otra cosa que los claros síntomas presentados por una organización en los momentos previos a su desaparición del arco parlamentario, a saber: apartamiento de sus mejores referentes públicos por un sentimiento de vergüenza y culpa colectivamente compartidos, como por ejemplo un Rubalcaba; llegada a la dirección de nuevas caras no tanto por méritos propios cuanto por abandono de las generaciones anteriores en su función y responsabilidad, entiéndase un Pedro Sánchez; maquinación torticera y subrepticia por parte de quienes sintiéndose deslegitimados socialmente para ocupar cargos de responsabilidad dando la cara, desean todavía manejar los hilos desde bastidores, pongamos por caso al buenazo de Bono haciendo de cocinitas con el representante de Podemos; los nuevos líderes incapaces de gobernar el partido, sea por debilidad, sea por inmadurez o falta de confianza, toman extrañas decisiones a bandazos muy difíciles de entender para propios y extraños, unas veces intentando contentar a unos, otras no solventar a otros, más nunca siguiendo su propia convicción, acaso por falta de ella, sin ir más lejos, la decisión de apoyar la Prisión Permanente Revisable del PP prometiendo que la van a recurrir; ante esta circunstancia, cualquier suya decisión es contestada, matizada, ninguneada, corregida e incluso desmentida por cualquiera a quien se acerque un micrófono sin la menor consecuencia política como hace de modo descarado la Presidenta de la Junta de Andalucía Susana Diaz; en este escenario son frecuentes las decisiones despóticas como destituciones sumarísimas a fin de fortalecer su figura e imponer orden en sus filas, cosas que suele acontecer demasiado tarde cuando ya nadie le respeta ni dentro ni fuera del Partido, es el caso de lo ocurrido con la destitución de toda la dirección de la Federación Madrileña que evidentemente ha hecho una piña en torno a Tomás Gómez y se ha rebelado ¡ipso facto!, sin el menor cálculo electoral, en un muy notorio ¡De perdidos al rio!
Tengo amigos pesoistas que están muy preocupados por su futuro no sólo profesional, también ideológico y emocional, cuyo discurso suele presentar – haber si consigo reproducirlo – las siguientes ideas fuertes: ¡Nicola! Para mi ser del PSOE es como pertenecer al Real Madrid, son de los míos, lo hagan bien o lo hagan mal. Gracias al PSOE soy lo que soy, he llegado a donde he llegado y toda mi familia ha vivido bien. No puedo abandonar ahora que las cosas pintan mal para el Partido; estoy muy comprometido a todos los niveles. Además, si lo dejo cuando el barco se hunde, ya sabes, lo que dicen: las ratas son las primeras en abandonar el barco. Sencillamente, debo quedarme hasta el final, pase lo que pase.
Y yo, que no tengo problemas en despotricar contra el PSOE a diario en prensa, radio, televisión o desde mi Blog Inútil Manual, me veo humanamente afectado en las distancias cortas por su sincera amistad incapaz de negarles mi personal consuelo, pillándome así diciéndoles cosas como: ¡No tengáis miedo! La disolución del PSOE no es el fin del mundo. Vendrán otras siglas donde vuestra vocación política tendrá todavía mucho recorrido, bastará con que no os signifiquéis demasiado en estos últimos estertores. Las nuevas formaciones precisarán de vuestras viejas habilidades para que les enseñéis a hacer en cuatro años lo que vosotros habéis hecho toda la vida, y eso, amigos, se paga pero que muy bien. En cuanto a ese dicho sobre las ratas y el barco que no os afecte demasiado…a estas alturas en el PSOE ya sólo quedáis ratas, unas más grandes que otras, mas escuchado el ¡Sálvese quién pueda! poco importa a nadie ya qué rata se salva y cuál se ahoga. Y parafraseando a Tagore: No lloréis al contemplar como se hunde en altamar un barco, porque las lágrimas os impedirán ver como zarpa del puerto otro nuevo.