De Lucas 19-40 a Juan 8-111

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Estando Jesús en el Monte de los Olivos, sus seguidores irrumpieron en gritos de alborozo y alegría por los numerosos milagros a los que durante la jornada habían asistido. En eso, unos Fariseos molestos con el jaleo se le acercaron instándole a que reprendiera a sus discípulos, a lo que el Maestro respondió: “Si ellos callan, gritarán las piedras”.

Las tartas y los huevos para agasajar, de cuando en cuando, a nuestros representantes, están bien. Pero no parece suficiente para quienes están acostumbrados al champán, al caviar y Pata Negra, por lo que es necesario ofrecerles algo más contundente sin llegar al mármol de una lápida, por supuesto.

Algunos desean apagar el fuego con gasolina para ver aumentada la presión de la olla social, animando a la gente a que no haga huelga el 29 de Marzo y acepte la situación como la vaca acude al matadero. No hace falta haber leído a Freud para entender que la frustración reprimida sale por donde menos se la espera, ni a Fromm para conocer por donde irían los tiros de un desquiciado Principito expulsado a la brava de su planeta imaginario donde se ha talado el Baobab del Estado del Bienestar y la Margarita, entre tanto se decidía a protestar, se ha quedado sin pétalos.

Las piedras siempre nos hablan del pasado, como los capiteles de los claustros o la famosa Rosetta, pero no creo que mis dos héroes alaveses de Amurrio que han sido injustamente detenidos por cumplir con el filosóficamente denominado “Imperativo Kantiano” de hacer hablar a las piedras ante tres sucursales bancarias, quisieran con ello dar una clase de Historia o Arqueología, sino denunciar el presente al que no se le está dando otra opción que aplicarse el conocido Principio Petrino sobre el cuál nuestro Señor Jesucristo fundara su Iglesia y que ahora parece el más apropiado para sostener nuestra protesta, pues es la piedra, el ancestral instrumento que al hombre santo acompaña desde el comienzo del Homo Habilis, la que le posibilita desde su sencillez y humildad dar utilidad a la mano y sobre todo al dedo gordo, con toda justicia y equidad como apuntara Jay Gould, que ya demostró David frente a Goliat, el poder de su insignificancia cuando se le imprime valor suficiente sin necesidad de ser un Sansón como desean hacernos creer desde el Poder tras las imponentes murallas de ese gigante con pies de barro que son sus rascacielos cual murallas de Jericó, porque Dios está con nosotros y les matará a todos con o sin nuestra ayuda.

Yo no soy muy partidario de las huelgas. De hecho, nunca he secundado ninguna. Creo más importante aprender a manejar armas y sacarse una licencia para portarlas. La clase trabajadora no se ha percatado todavía, de que su herramienta de protesta es precisamente de la Edad de Piedra, porque toda ella es un elemento prescindible y no me refiero a la huelga, que también, sino a la propia masa de trabajadores con los que ya no se cuenta para la producción y en consecuencia son meros convidados de piedra y varados han quedado como piedras en el camino del progreso.

Lanzar piedras contra las lunas de los Bancos, Cajas de Ahorros, Aseguradoras y resto impíos Templos dedicados a irradiar el Mal, es el mínimo deseo que uno siente cuando medita con justicia sobre la explotación y el latrocinio al que se está sometiendo al Pueblo y lejos de ser una acción reprochable por la moral, es un acto conforme a lo querido por Dios. Ahora bien, hemos de recordar igualmente aquel otro episodio de Juan 8-111 en el que a Jesús se le pregunta por el castigo que merece una mujer acusada de adulterio a la que iban de inmediato a lapidar, a lo que él contestó “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”. Porque, hemos de reconocer que en nuestra sociedad, si la usura de los criminales banqueros triunfa y la corrupción de los políticos es tan consentida, el fraude fiscal tan poco perseguido, la economía sumergida tan extendida…es porque nadie escapa a la codicia que anida no en la piedra, sino en nuestros corazones.