Horror sin error

El pasado día de difuntos, como de costumbre, encendí la radio y lo primero que escuché fue “la actuación del SAMUR y la Policía Municipal ha sido magnífica” “El recinto reúne todas las condiciones de seguridad” etc. Durante un buen rato, la información ofrecida por los tertulianos no pasaba de ahí, por lo que sin saber muy bien a qué se debía mayor alabanza de la habitual en los medios de propaganda Institucional, sentí cierta euforia contenida. Pero algo me decía, que tras tan elogiosas palabras, subyacía una oculta realidad que todavía no afloraba para mi en antena. ¿Habría llegado hasta aquí los efectos del huracán neoyorkino y yo que había permanecido dormido hasta el mediodía no me habría enterado? Porque fue esa y no otra la noticia con la que me acosté como corresponde a un ciudadano de segunda que vive en la periferia del Imperio.

Con esa patriótica incertidumbre, aguardé cerca de tres interminables minutos esperando que alguno de los intervinientes aportara algún dato sobre lo ocurrido para ponerme en situación. Pero como sucede en la radio cuando sin reloj al que mirar, paciente atiendes a que el locutor de turno diga la hora…¡nada! Que si “se ha actuado con rapidez” que si “el aforo estaba controlado” que el desalojo se ha efectuado con profesionalidad”… Así que, empecé a zapear entre las ondas buscando el rastro original de la información; pero la contraprogramación ha debido llegar hasta a los temas y argumentos a tratar en las tertulias, porque no había manera: todo eran elogios por aquí y congratulaciones por allá. Finalmente, me enteré de la desgracia y sentí un profundo desprecio.

Imagínense ustedes, que sus niños van al circo, sitio que se supone seguro para ellos dado que el Exmo. Ayto. le ha concedido licencia para actuar en la localidad. De pronto, no se sabe todavía cómo ni por qué, tres pequeños mueren aplastados habiendo varios heridos más de gravedad. ¿Qué hacen los periodistas y medios de comunicación? ¡Qué celeridad del servicio de urgencias de la Comunidad! ¡Qué cuerpo de policía municipal más servicial! ¡No se escatimaron ambulancias! ¡Los gobernantes apuestan por los servicios públicos! ¿Has visto qué buenos hospitales tenemos aquí?…ya puestos a hacer afirmaciones en vez de preguntas como sería su obligación de periodistas, podrían haber continuado con ¡Las funerarias, excelentes! ¡Los coches fúnebres, impecables! ¡Qué lápidas! ¡Que flores! ¡Qué funerales! ¡Cuántas condolencias institucionales! ¿Os habéis fijado en el sentido pésame del telegrama enviado por Vuestras Majestades los Reyes? ¿Y el enterrador? ¡Oh el enterrador! El enterrador ¡De muerte!

Pasada la euforia general por la brillante actuación dentro de la desgracia, los tertulianos ahora también todos a una parecieron coincidir en que esto se veía venir “en un recinto cerrado, 10.000 jóvenes ingiriendo alcohol con la música a todo volumen” era algo anunciado. ¡Pues qué bien! Los periodistas se han debido contagiar de sus colegas deportivos cuyos análisis van en función de los resultados y pocas veces hablan del desarrollo del juego.

Pero no es cuestión de matar al mensajero, por muy cómplice que sea por estar a sueldo. Hay que centrarse en quienes les pagan. Y estos no son otros que los empresarios que lo hacen a través de la publicidad – sería interesante investigar qué medios han publicitado el acto provocando el efecto llamada del público joven – y los criminales que nos gobiernan por medio de la subvención continua.

La empresa organizadora de estas macromierdas DivertT a tenor de lo que se va descubriendo en las últimas horas, no parce trigo limpio: de una parte tiene pufos económicos, de otra sus dueños lo son también de otros establecimientos problemáticos en la capital, subcontrataron servicios de seguridad a empresas poco fiables para la ocasión como Kontrol 34 que carece de licencia como Empresa de Seguridad y sus empleados no poseen ni formación ni experiencia en el manejo de aglomeraciones… Pese a ello, obtuvieron los permisos del Ayuntamiento tan tiquismiquis a la hora de permitir concentraciones de jóvenes en las plazas de la ciudad para protestar por sus derechos civiles. ¡Es más! El Vicealcalde madrileño Miguel Ángel Villanueva, actuó rápidamente casi como portavoz de la Empresa presuntamente responsable del acto, dando a los medios de comunicación los datos por ella ofrecidos sin la menor cautela de que provenían de fuente más que interesada en decir que “ No se ha superado el aforo” “ Se ha actuado conforme a la legalidad vigente” “Todo está en regla” “ Ha habido un estricto control de entradas” “ Se ha impedido la entrada de menores al recinto” “Lo sucedido es fruto del pánico a raíz de una bengala encendida por un desaprensivo”…palabras que aminaban al coro contratado de papagayos de siempre para continuar con su moralina habitual de que la juventud de hoy no sabe divertirse, no saben beber. ¡Un poco más! y en algunas emisoras la desgracia es culpa, primero de los padres por consentir que sus hijos salgan tan tarde y luego, de los propios chavales que han ido al lugar, porque como dijo alguna locotorra, si no hubieran ido esto no habría pasado.

Al final, la Alcaldesa de Madrid Ana Botella, recuperando su mejor cara de compungimiento, aquella que luciera al lado de su marido después del atentado de Atocha a tres días de las elecciones, comprobando una vez más que la gente todavía sabe distinguir la verdad entre la manipulación, se ha decidido a prohibir desde ahora mismo, más botellones oficiales en los recintos públicos municipales mientras ella siga siendo Alcaldesa. ¡Eso sí! Negando cualquier error o responsabilidad suya o de su corporación en el horror al que hemos asistido, solemne pronunciamiento oficial que nos hace ver la botella medio hundida.

¡Ooooolé!

Éramos pocos. ¡Y parió la abuela! Lo acontecido el pasado Domingo en el municipio cacereño de Guijo de Galisteo a medio camino de ser una bravatada de reafirmación de la soberanía Nacional frente a la tiranía de los mercados, toda una demostración práctica de los límites reales de la democracia a la vez que una declaración de intenciones popular harta de recortes, exabrupto que viene a decir “de tirados al río” o mejor aún ¡que nos quiten lo bailao” es sintomático de la enorme distancia que separa la percepción de la realidad y el modo de afrontarla entre los gobernantes y los gobernados.

Ya me pareció preocupante para la imagen del país, que en plena crisis, con la banca al borde de la quiebra, el paro afianzado en el 25% de la población activa, el IVA con aspiraciones a subir de nuevo, la Prima de Riesgo con ganas de alcanzar los 600 puntos…hubiera un pueblo que se planteara en serio la cuestión de a qué dedicar sus impuestos siendo las opciones no entre gasto sanitario o educación, sino entre políticas de empleo o la fiesta de los toros. Además, como aduje en su día en contra de enjuiciar a Pinochet por miedo a que el veredicto fuera la absolución o ¡peor aún! que fuera declarado inocente, cuando se elije entre dos respuestas lógicas, suele salir elegida la buena, pero cuando se contrapone lo lógico a lo absurdo, por regla general, el juicio del colectivo abraza la segunda como acto reflejo de autodefensa. Ahora bien, así como el Kaos tiene sus Leyes, el Absurdo por paradójico que resulte, también tiene su lógica que es la que voy a intentar destripar en el caso que se nos ofrece:

A priori, contemplé como despropósito el mero hecho de anunciar un Referéndum para dilucidar a qué destinar los impuestos municipales, no tanto por preguntar a los vecinos cuanto por la disyuntiva que se les ofrece; Qué no opinaría entonces del resultado ampliamente favorable – 242 frente a 181 – a destinar 15.000 euros del presupuesto a tres fiestas taurinas en lugar de dedicarlos a políticas de empleo. Y sin embargo, tan pronto como terminé de leer la noticia, apareció en mi la simpatía para con la decisión, pues en ella advierto algo más que la ignorancia de un pueblo entregado al pan y circo autóctono, algo distinto a un cínico Carpe Diem del “pan para hoy y hambre para mañana” algo muy diferente al escapismo habitual de las masas dispuestas a manifestarse por que su equipo no baje a segunda mientras se quedan en sus casas ante el televisor cuando son despedidos y permanecen años en el desempleo. Cuando un Pueblo primero convoca una votación popular para dar a elegir a sus vecinos entre toros y empleo y después elije los toros, y lo hace de forma explícita, racional y democrática, cabe pensar que además de todo lo dicho, sea un modo sui generis de protestar contra tanto recorte.

Con la excusa de la crisis, han empeorado las condiciones laborales de los trabajadores, la educación pública de vuestros hijos, las pensiones de los mayores, la atención sanitaria de toda la población, el acceso a la vivienda, se han reducido los sueldos un 20% luz, gas, gasolina, electricidad e impuestos han aumentado, los servicios públicos y las prestaciones se han reducido…y según todo esto sucedía, la situación, lejos de amainar, va in crescendo como si lo que se anuncia como soluciones, fuera en verdad su causa. En este panorama, es posible que los vecinos de Guijo de Galisteo se hayan dividido entre quienes continúan confiando en la lógica del Telediario de recortar en todo en pos de una supuesta mejoría económica que no termina de llegar y quienes dándose cuenta de que se haga lo que se haga, el resultado parece no variar, hayan apostado hastiados de falsas promesas y esperanzas traicionadas, por la fiesta del toro antes que por el sacrificio del hombre, para simbólicamente cortarle las dos orejas y el rabo, a las injustas medidas que desde Europa y Madrid se le están imponiendo a los ciudadanos.

Celebración de Año Nuevo

Hace tiempo que perdí la ilusión de festejar eso que llaman Año Nuevo, entre otras razones, porque comprendí que era algo demasiado arbitrario como para hacer de ello motivo de alegría. Cada cultura tiene su propio ritmo que obedece a distintos signos verbigracia, el día en que llega al trono el Rey de turno, las fases de la Luna, el comienzo de la siembra o de la cosecha, el regreso del salmón, el despertar de una marmota, o como sucedía en Egipto a la crecida del Rio. Entre nosotros, la tradición obedece a algo tan funcional como a que los cónsules romanos tomaban posesión de su cargo anualmente en Enero, detalle que resalzó la reforma Juliana y que posteriormente fue heredada por el Calendario Gregoriano.

Puestos a señalar un día de partida y llegada del ciclo existencial, hoy parece más apropiado ajustarlo a la fuerza motriz que impera en nuestra sociedad, a saber: La producción o el consumo. De este modo, si los antiguos se servian de hechos políticos, astronómicos o agrícolas para identificar el principio y final de algo tan etéreo como un año, en una sociedad desarrollada y moderna como la nuestra, no estaría de más preguntarnos qué realidad verdaderamente distingue momento tan especial.

Puesto a cavilar sobre el asunto, lo primero que me vino a la mente fue otorgar al tránsito entre el 31 de Agosto y el 1 de Septiembre el distinguido honor. Porque es en Septimenbre, cuando de verdad empieza nuestro Año Nuevo, cuando inciamos el curso escolar, que volvemos a la rutina tras las vacaciones con los mejores propósitos de enmienda, que nos apuntamos de nuevo tontamente a las clases del inglés que jamás aprenderemos bien, que encargamos en el kiosko los fascículos de las colecciones que de sobra sabemos no vamos a terminar, que ardemos en deseos de reencontrarnos con las series de televisión que también reanudan su emisión, con ganas de que empiece la Liga, etc. Pero tan pronto la idea iba cobrando forma en mi cabeza, le vi un gran inconveniente: ¿Con qué cuerpo se podía festejar el fin de las vacaciones y el regreso al trabajo? Por muchas estrategias mentales que adujera, como por ejemplo, que ejercería de compensación psicológica para contrarestar el conocido Síndrome Postvacacional a modo de eclosión de los últimos dias, como hicieran los jerarcas nazis ante la inminente caida del III Reich, era dificl convencerme de que el jolgorio superaría al que en la actualidad se disfruta, cuando a diferencia de esta edición, caen fuera del fin de semana.

La segunda opción, era evidentemente la contraria: Situar el comienzo del año justo al inicio de las vacaciones; Ahora si había suficiente motivo de alegría para echar la casa por la ventana, o al menos guardarla en una maleta. Sin embargo, la sola idea de llevar a la práctica la iniciativa no aventuraba una buena acogida entre la población, que como a un niño que se le diera elegir una fecha para su cumpleaños, dificilmente escogería ubicarla durante las actuales fiestas de Navidad, siquiera por sus inmediaciones, pues sería como desperdiciar una ocasión de rebiri regalos dado que, cuando estos se acumulan, no lo hacen en la misma cantidad que cuando hay cierta distancia temporal. Así, lejos de parecer adecuado situar los festejos de Año Nuevo junto a un motivo que lo sustente emocionalmente, casi se debía buscar una fecha en la que no hubiera nada que festejar ni tampoco por qué lamentarse, para de este modo vencer la inercia fatídica del destino humano.

Con esta certidumbre, exploré la posibilidad de probar con el último día para entregar la Declaración de Hacienda, como quien después de haberlas pasado canutas se da un homenaje e incluso pensé en la noche anterior al inicio de las rebajas…pero todo esfuerzo era esteril: en ambos casos, como que no quedaba demasiada pólvora que quemar para echar cohetes.

Después de todo, resulta que la festividad de Año Nuevo, está bien donde está. Lo que sigo sin entender muy bien, es por qué algo así, provoca tanta alegría como para celebrarlo. Claro que la respuesta puede residir en que hoy no sea la alegría lo que cause la celebración, sino que sea la celebración el motivo de alegría, en cuyo caso, daría igual cuando se coloque la fiesta en un calendario circular; Bien mirado, podrían hacerse dos festejos de comienzo de Año Nuevo en los dos Solsticios y ya metidos en harina, en los dos Equinoccios.