Está muy bien que estos días la casta de las batas blancas, entiéndase gente de la medicina, antiguos hechiceros, chamanes y hasta hace no tanto matasanos, busquen lavar más blanco que los detergentes la mugre moral que les cubre tras tantos años dedicados al cuidado y más que cuidado, control y vigilancia de la clase trabajadora desde que existe las SS de la salud de los pobres, ahora que sobra gente para producir y ya no hace falta mantenerla sana a tal efecto.
Por supuesto, todo el gremio ha salido al paso de la impopular medida de dejar fuera de la cobertura sanitaria a los extranjeros y gente que no haya cotizado lo suficiente como para merecer dicha asistencia que como colectivo, desde hace algunas décadas creíamos haber conquistado para la eternidad no sólo nuestra, que también de la entera humanidad y con una prontitud contestataria, al más puro estilo ¡Todo el mundo es güeno! se han apuntado a la Objeción de Conciencia, no tanto por rescatarla del remordimiento de su traidora dilatada labor coercitiva ya apuntada para con la mano de obra esclava, cuanto por observar el famoso “Juramento Hipocrático” que según comentan, les obliga a prestar sus servicios allí donde se encuentren y a quien sea.
Bueno…es posible que alguno se lo crea. Por mi parte, más bien entiendo que el Juramento Hipocrático de esta gente se verá más impelido en los hospitales y ambulatorios de la Seguridad Social que pagamos con nuestros impuestos que en sus escondidas consultas a las que difícilmente acudirán quienes no tienen donde caerse muertos.
Efectivamente, la demolición controlada de la asistencia universal emprendida por el Gobierno con el decreto recientemente aprobado, no persigue tanto el ahorro de las Arcas Públicas cuanto llenar los bolsillos de las aseguradoras privadas dándose por descontado que, pese a lo que se diga a la galería para hacerla pasar por una medida correcta desde el punto de vista utilitarista, sus consecuencias, previsiblemente inhumanas, se cebarán no tanto con los turistas y quienes no han cotizado nunca por defraudar a hacienda que es parte de la justificación aducida a los correligionarios, cuanto con los inmigrantes, y aquellos que aun habiendo llevado una vida honrada llena de esfuerzos y sacrificios han llegado a ser pobres vergonzantes no quedándoles ni una pensión de mierda con la cual poder contribuir al sistema. ¡Qué más quisieran muchos que poder cotizar el máximo y que les sustrajeran el tope del IRPF!
Sin embargo, me indigna que toda esta tropa parasitaria de la salud de los demás, que ha sacado tajada de las farmacéuticas en forma de primas, aguinaldos, vacaciones, coches, etc por recetar medicamentos caros a cargo del Estado evitando los genéricos, que han desviado a sus consultas privadas a cuantos pacientes han podido desde el torrente público y demás artimañas por todos conocidas, aprovechen la ocasión para pasar por lo que no son. Porque de responder su comportamiento a alguna clase de juramento, este bien podría ser conocido como Hipócrita, convencido como estoy de que su preocupación por el desamparo en el que van a quedar los más desfavorecidos, no le anda a la zaga a la serie de ficción Haus, en cuanto propaganda del modelo que nos va a ser impuesto.
Cuando vea a todos esos objetores abrir sus consultas privadas de par en par para atender a cargo de sus bolsillos a quienes no van a ser atendidos por ley en nuestros hospitales y ambulatorios, quizá entonces les desapunte de la lista de la próxima revolución cultural que juzgo imprescindible para nuestra regeneración social.