Dios las crea y ellas se juntan

En pleno Siglo XXI, el “Festival de Cine Gay y Lésbico de Barcelona” se ha visto obligado por decencia, a retirar de su programación la película estadounidense “Without Men” de Gabriela Tagliavini, con la que se tenía intención de inaugurar esta XI edición.
Tan enérgica decisión se ha debido a «la decisión del distribuidor de eliminar todas las escenas lésbicas en un nuevo montaje» según el Director del Festival Xavier Daniel, quien apostilló que “con esta decisión, el espectador no comprenderá el filme”.
La historia dirigida por Tagliavini, es la de un pueblo que se queda sin hombres cuando estos son enrolados a la fuerza en la guerrilla, momento en el que surgen nuevas dinámicas entre las mujeres, a destacar la interpretada por la atractiva Kate del Castillo que seduce a la no menos encantadora Eva Longoria, quien apenas ofrece resistencia hasta terminar ambas en la cama, escena final que por lo que a mi respecta, me parece estupenda.
Bueno…yo no sé muy bien qué es lo que hay que comprender de esta película. A mí me bastaría que me pusiera cachondo. De modo que, aunque juzgue del todo acertada la decisión que ha tomado el Festival de retirar una obra censurada, el motivo aducido me resulta también fruto de la peor de las censuras, a saber: la censura propia, dado que lo suyo hubiera sido declarar que “ se retira la película porque sin las escenas lésbicas la trama es un tostón”.
Puestos a entender, yo entiendo que hay dos clases de lesbianismo: uno bueno, el que empareja a dos chicas feas y otro malo, el que une a dos chicas guapas que generalmente es del que más me percato y por consiguiente, el que más me hace sufrir. Sea entonces, que esta película es nociva para la salud pública, por el mal ejemplo que ofrece a nuestras bellas jóvenes, como ocurriera con aquella propaganda de los chocolates “Valor” que proponía a las colegialas probar “el placer adulto”. En cualquier caso, como quiera que para un hombre sano en plenas facultades, no hubiere placer más exquisito que ver acariciarse a dos doncellas en su lozanía, por ver duplicada en su fantasía los efluvios de contemplarse como coprotagonista por partida doble sin descanso, ni alternancia que valga, de una misma función que oferta el 2×1, pase por esta vez que en la ficción pueda reflejarse dicha tendencia aprendida o natural en su vertiente negativa como tributo al disfrute onanista, de igual manera que a una guerra poco importa que vayan los pobres desarrapados que con sus vidas pagan el lujo de pertenecer a su patria, siempre y cuando, Hollywood nos presente en primera línea de batalla delicados rostros conocidos de buena familia para hacernos más llevadera y reconfortante su muerte.
Ahora bien, sea positivo o negativo el lesbianismo practicado por las mujeres, el mero hecho de censurarlo en la pantalla y que ello no sea objeto de reproche por nuestras leyes, como así ocurre con hacer apología del terrorismo, dice poco bueno de nuestra sociedad real, pues si hasta en la ficción nos andamos con estas estupideces, qué no les sucederá a las lesbianas en la vida cotidiana. Al margen de las ocurrencias a las que nunca renuncio por incontinencia verbal, paso a solidarizarme con todas las personas homosexuales que de continuo han de padecer nuestra estrechez mental, cuando no nuestra hipocresía. Todos, quién más quién menos, es bisexual. La homofobia bien entendida, no es otra cosa que el miedo que muchos tienen a reconocer sus más oscuras tendencias reprimidas. Sentir atracción sexual exclusivamente hacia la mitad del género humano es una frustración constante, porque tan nocivo es ser sólo heterosexual como ser únicamente homosexual; No digamos el egoísmo y simplicidad que trasluce juzgarse sólo capaces de amar sexualmente a una única persona y para toda la vida. Ya lo dijo nuestro Señor Jesucristo Jn (15: 9-17) “Amaros los unos a los otros, como yo os he amado” Y donde pone los unos a los otros, también podemos entender las unas a las otras, los unos a las otras, las otras a los unos, etc que Dios además de bueno, es omnipotente y de lo más generoso, pues obsérvese que no dice “el uno al otro” de modo restrictivo.
Cuanto mejor no le iría al mundo de la política española, si en vez de guardar las formas, nuestras mandatarias siguieran al pie de la letra este nuevo Mandamiento Cristiano que supera con creces a los de Moisés. Ya me imagino a Leire Pejín dando placer a Cospedal, quien a su vez hace lo propio con Trinidad Jiménez, la cual no pierde ocasión de demostrar sus habilidades con Sáez de Santamaría que muerta de gusto comparte su dicha con Carme Chacón…así sucesivamente en una deliciosa y lubricante cadena de favores para la que ni el mismísimo Durán i Lleida quisiera que hubiera cura.