Habrán observado los lectores de esta noble tribuna que últimamente mis publicaciones han menguado sustancialmente respecto a lo que les tenía acostumbrados cuando hasta hace poco aparecía día sí, día también en las páginas con algún artrículo donde me faltaban líneas para expresar cuanto tenía que decir.
En cambio, ahora, rara es la semana que redacto tres tristes textos para ustedes, queridos lectores y no por falta de motivo que inspire mis instintos palabriles, sino por paradógico que parezca, por la excesiva abundancia de él. Me explico:
Es tal la descomunal cantidad de hechos escandalosos generados por la fauna y flora político-financiera del país de las corruptillas, susceptibles de ser abordados con enfadadísima ironía por una mente ociosa con demasiado tiempo libre como la mía, que por una vez, la misma, en vez de ayudarme a escribir espoleando mi zángano talento entregado a la mínima ocasión al autocomplciente regodeo de lo ya hecho en lugar de continuar en la brecha con el compromiso de todo intelectual que se sabe eterno deudor para con la sociedad en la que se halla inmerso, como digo, lejos de ello, ha ralentizado e incluso frenado por colapso y saturación mi capacidad para ofrecer elementos nuevos de expresión crítica, viéndome incapaz de escribir por escribir. Empero, no faltan las ganas.
Porque, rara es la jornada que no me levante estupefacto con una nueva tomadura de pelo a los ciudadanos y rara es la noche que no me acueste pidiendo al Dios Padre que actue de oficio con nuestros empresaurios, blanqueros y Gobernantes criminales, a falta de un Jefe del Estado que cumpla con la única función que justifica su existencia separada del Gobierno de turno, sea en una República o en una Monarquía Constitucional, cuál es, la de intervenir en favor del Pueblo cuando los representantes suyos maquinan contra los intereses generales, pues no estando dispuesta la ciudadanía atolondrada a asumir su responsabilidad antropológico-cultural del tiranicidio bajo la forma ancestral del sacrificio ritual que postulo como bien supremo de nuestra física Salavación espiritual, como que no me queda otra que implorarle a él, que para perdonar a los malvados ya hablaremos luego con su hijo Jesús, algo más blandengue para la ocasión.
Sin embargo, cuando intento ponerme a trabajar sobre un tema en concreto, como por ejemplo, la metedura de pata del lider del PP en Andalucía haciendo ascos a Ciudadanos por ser un partido nacido en cataluña, va otro y le tacha despectivamente de “Naranjito”, o tan pronto me dispongo a opinar sobre lo sucedido en el PSOE de Madrid con la destitución de Tomás Gómez, que el PP Vasco de Quiroga hace tres cuartos de lo mismo en Gipuzkoa con Ramón Gómez ugalde y en Madrid deponen a Ignacio González, quien por cierto, como Esperanza Aguirre, Montoro y el propio Rajoy, son un filón sin fondo para excitar los dedos de cualquier columnista capaz de seguir su marcha de ofrecer titulares de todos los colores pero sobre todo de provocar sonrojo.
Sinceramente les confieso ¡No doy abasto! He aquí la diferencia entre un articulista profesional proveniente del periodismo y un intruso como yo llegado del mundo de la Filosofía. El periodista tiene obligación de repetirse en sus argumentos una y otra vez si la realidad se repite. A mi, formado en las esencias formales de la lógica argumental, me resulta muy duro mentalmente decir lo mismo una y otra vez, aunque sea como servicio público a la comunidad, pues siendo como soy el mayor lector de mi obra, no aguanto ni un minuto más escribiendo de nuevo contra la corrupción política, empresarial y financiera; denunciando el deterioro de la sociedad en educación, ciencia, sanidad, infraestructuras básicas y prestaciones; alertando de la supresión de derechos civiles y laborales, etc.
Si los malnacidos espaciaran sus maldades en el tiempo, aun coincidentes para nuestra desgracia en el espacio, seguramente yo sería capaz de escribir ayer acerca del ático en la España de los Desahucios, hoy sobre la salida de Bárcenas de la cárcel mientras pobres asaltantes de bancos se pasan la vida entre rejas por un botín de ochocientos euros, mañana abordaría el jocoso asunto del “caloret” de Rita Barberá, pasado mañana comentaría algo de la presencia de ZP apoyando a Marruecos en la cuestión del Sahara…Pero los canallas sobrepasan los límites de mi digestión mental de los acontecimientos y en consecuencia, me estoy pensando dejar de pronunciarme a volapluma sobre la realidad y volver a la Metafísica donde el Ente y la Esencia de Santo Tomás, la duda cartesiana, el Imperativo categórico… me aguardan tal y como los dejé hace unos años.
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