Al inicio del periodo navideño, más o menos a mediados de Octubre, me marqué el objetivo de redactar una pequeña lista de buenos propósitos para el 2014 a cumplir en calidad de articulista, siendo el primero de ellos el darlos a conocer al público como muy tarde el 31 de Diciembre bajo la fórmula de un artículo, al objeto de empeñar mi palabra, ante ustedes los lectores, quemando mis naves en previsión de una más que probable futura retirada de la voluntad, precaución que juzgué suficiente para esquivar el destino de quien no se conoce todavía a si mismo, pues nunca imaginé que el incumplimiento de los propósitos empezara como es preceptivo, por el comienzo, siendo así que estas líneas, de entrada, ya han fracasado clamorosamente en su explícito propósito, cuál es, el de iniciar el Año Nuevo con una línea argumental más cordial, pues a este texto tardío para tan señalada cita con las doce campanadas, ya le han antecedido dos publicaciones donde no se aprecia mejora alguna al respecto con la trayectoria hasta la fecha mantenida. Y si esto sucede con el primero de los propósitos declarados, se pueden ir figurando en qué quedará el cuanto sigue a continuación.
Como he adelantado, me he propuesto ser más amable lingüísticamente con los sinvergüenzas que a diario, acaparan los titulares ora con casos de corrupción, ora anunciando recortes, aludiendo a sus personas con términos que no socaven su honorabilidad. A colación, igualmente me he propuesto no generalizar y si bien es cierto que tanto el PP como el PSOE conforman una Plataforma Para el Saqueo Organizado de España, monopolizando la corrupción institucional, me abstendré de contemplar a todos sus miembros como potenciales cómplices necesarios tácticamente repartidos por la geografía para la comisión de crímenes y delitos por acción u omisión.
También me he fijado el propósito de no emplear palabros que pudieran ofender algunas sensibilidades como “Tontodiario” para referirme a las noticias, “Pesoista” en justa sustitución de Socialista, “Pedorrista” para señalar a algunos tertulianos, “Misterio” en lugar de Ministerio, “Indocente” en vez de “Docente”, “Casta parasitaria” dirigida a la clase política, y el largo etcétera de eufemismos negativos por mi manejados con soltura, fin al que se sumaría dejar de meterme con las marcas líderes en explotación infantil o envenenamiento colectivo como son Nike, Gup, Coca Trola y Borrikin, decisión esta que agradará a los medios donde manda su publicidad.
Me he propuesto no denunciar más la Traición a la Patria perpetrada por nuestros Gobernantes quienes han consentido un auténtico Golpe de Estado multilateral de los Poderes fácticos; la corrupción de los grandes empresarios que se llenan los bolsillos a través del Boletín Oficial del Expolio donde aparecen publicadas las subvenciones que les son otorgadas por aquellos con los que a posteriori reparten los beneficios mediante la conocida “Puerta giratoria”; el despotismo antidemocrático de la Banca que dispone y manda al margen de la Soberanía Nacional, el vergonzoso seguidismo de los medios de comunicación convertidos en voceros de sus consignas sobrepasando lo asumible por los cánones de la propaganda…Y ya puestos, me animaré a no hablar mal de, la Industria petrolera y del automóvil, que acelera la contaminación ambiental mientras frena la investigación científica a favor de nuevas fuentes de energía más limpias y sostenibles; la Industria armamentista que está detrás de varias guerras y masacres; la Industria farmacéutica que emplea toda clase de estrategias contrarias al espíritu humanista que debería guiar a una herramienta auxiliar y dependiente de la Medicina; y el resto de mis dianas favoritas de las que suelo ocuparme en este espacio que tienen a bien concederme para mi personal desahogo.
En definitiva, es mi firme propósito para este 2014 que comienza, hacer amigos entre banqueros, políticos, grandes empresarios, sindicalistas, marcas comerciales, medios de comunicación, jueces, fiscales, profesores, arquitectos y cuantos alguna vez se hallan sentido heridos en el pasado por mis comentarios.
Por último, confieso que ni en ficción, se me ha pasado por la cabeza hacer nada por mejorar en ortografía o puntuación, por juzgarlo más un problema de la lengua escrita que mío.