Aquella tarde, el Príncipe de Orbajosa se la pasó egipciando sobornos y sobresueldos, asunto este que le entusiasmaba. Sin embargo, parecía como ausente; algo le preocupaba…Introduzcámonos en sus pensamientos.
-Príncipe: El Consejero ha aseverado que algunos ciudadanos llegan a albergar dudas filosóficas con respecto al procedimiento de crear empresas. No sé yo si eso es bueno. Los habrá que lleguen a concluir “Pienso luego ¡Insisto!” Por otra parte me inquieta que no esté claro el término con que me hago distinguir como gobernante…habrá que hacer algo.
Ni corto ni perezoso, el Príncipe mandó llamar con carácter de urgencia a un tropel de juristas, sociólogos, psicolingüistas, académicos de la lengua, traductores, periodistas, publicistas, así como representantes varios de instituciones y organismos oficiales.
La inquietud flotaba en el ambiente entre los convocados en el salón de plenos; unos se preguntaban a otros por la razón de su presencia allí. ¿Les solicitaría consejo para mantener altos los precios de la vivienda? ¿Les pediría una lluvia de ideas para abaratar la mano de obra? Todo eso y más ya lo habian hecho, y por consiguiente, nadie sabía de qué se podía tratar. En este estado de incertidumbre hizo su aparición el Príncipe de Orbajosa.
-Príncipe: Os he hecho venir a Palacio porque hay un tema que me preocupa seriamente y creo necesario sea resuelto a no más tardar por ustedes que para algo se les paga, a saber: la Hijoputez. ¡Dejen de murmurar! ¡Y atiendan! Como comprenderán, el asunto es de capital importancia para mi, ahora que ostento el título de “Muy Grandísimo Hijodeputa”. Es mi deseo que esclarezcan la cuestión con brevedad. Para ello permaneceremos aquí hasta tener un informe completo sobre mi escritorio.
Todos se miraban entre si. Unos carraspeaban; otros invitaban al de al lado a levantar la mano. Nadie se atrevía a intervenir primero. Finalmente, un reputado Catedrático, pajarita al cuello, tomó la palabra.
-Catedrático: Agradecemos que el Príncipe haya contado con nosotros para ayudarle en tan dificil asunto. – hasta aquí todo el auditorio asentia con gestos rotundos – Pero – aquí todo el auditorio se quedó helado – creo que antes de abordar el asunto conviene determinar con exactitud si la materia a tratar es ciertamente la Hijoputez y no el Hijoputismo o la Hijoputeidad, que no son lo mismo, para lo cual propongo un aplazamiento, mombrar una comisión de estudio y ya puestos establecer algún tipo de subvención. – En este momento todos los asistentes irrumpieron en aplausos; aplausos que el Consejero se disponía a atajar cuando sorpresivamente un resignado Príncipe le cogio del brazo al tiempo que lo invitaba a escabuirse con él por pasos perdidos, mediante la siguiente confidencia “Haga como yo. No se meta en semántica”.
-Consejero: Es usted muy franco…Es una pérdida de tiempo. No se hable más.
-Príncipe: Pues precisamente es con usted con quien deseo seguir hablando. Usted ha dicho durante el despacho matinal que el procedimiento burocrático que imposibilita la creación de Empresas genera en algunos incontrolados dudas filosóficas. ¿Qué dudas son esas?
-Consejero: Recuerde el Hijoputa que para constituir una Sociedad era preciso acudir al Notario y ya sabe que allí es donde hay un problema de exceso de información a la ciudadanía.
-Príncipe: No me lo recuerde.
-Consejero: Pues bien, esa información que se filtra no siempre es perjudicial a nuestros intereses, porque su conocimiento genera mayor estrés y frustración al emerger en la mente del ciudadano lego en estos asuntos burocráticos múltiples incomprensiones, aberraciones lógicas, contradicciones, despierta fobias y como le anuncié hasta dudas filosóficas, verbigracia la que acontece cuando en la Notaría le exigen que para constituir una empresa es conditio sine qua non, que haya un depósito de 3000 euros en una cuenta corriente a nombre de la empresa.
-Príncipe: Pues lo siento. No veo yo dónde resídela dificultad.
-Consejero: Cómo se ve que usted no ha debido crear una empresa…Hemos quedado que para constituir una empresa es necesario acudir al notario ¿Sí? Pero el notario exige una cuenta con 3000 euros a nombre de la empresa ¿No? El ciudadano puede acabar exausto de intentar comprender cómo va a crear una cuenta corriente en el banco a nombre de una empresa que no existe por no estar constituida. Porque si no puede constituir la empresa en el notario porque no tiene una cuenta corriente a nombre de la empresa, en el banco seguramente le dirán y con más razón todavía, que no le pueden abrir una cuenta corriente a nombre de una empresa que no está constituida. ¿Me he explicado bien?
Las voces de los académicos deliberando sobre la hijoputez y el hijoputismo se escuchaban a lo lejos. El Príncipe, bajo un tenue haz de luz de mediatarde alzó la mirada al cielo con el rostro iluminado recorriendo sus sonrosadas mejillas lágrimas de gozo y alegría junto a los jardines. En este estado de placidez y serenidad permaneció durante unos instantes.
-Príncipe: snif…Me hace usted muy feliz. Snif…Al principio de nuestras investigaciones temía que todo esto me distrajera de mis distracciones favoritas, snif… pero ahora le confieso que hablar de ello me motiva, me relaja y lo prefiero a cualquier otro vicio de los muchos que cultivo. Necesito que me cuente más. Quiero saberlo todo hasta el más insignificante de los detalles. ¿Hay ciudadanos que se han arruinado intentando crear una empresa? ¿Hay alguien que se haya suicidado por no poderla crear? ¿Sabe si alguien se ha vuelto loco por este motivo? ¡Por favor! Se lo ruego, hágame estadísticas como las de los muertos en carretera, suicidios en las cárceles, lleveme la cuenta semana a semana como con las mujeres asesinadas….
-Consejero: Los deseos del Hijoputa son órdenes. Tendrá todo eso y más.
-Príncipe: ¡Qué haría yo sin usted! Lamento haberle interrumpido en su exposición. Pero me he excitado como un colegial. Son estos los placeres del Gobernante que algunos denomnan “Sindrome de Orbajosa”, algo así como el de Stendhal, pero en política. ¡Prosiga! Que quiero conocer el desenlace de tan ocurrente galimatías.
-Consejero: Pues fíjese que el Banco puede hacer, lo que nadie más puede hacer, cuál es, puede hacer una cuenta a nombre de una empresa que no existe con 3000 orbys de depósito y extender un certificado de que esa cuenta existe de verdad, porque la cuenta existe, aunque no exista la empresa.
-Príncipe: Y ¿Cómo es posible? ¿Quién autoriza a la banca a permitir abrir una cuenta corriente a nombre de una empresa inexistente? ¡Ajá! Aquí está el fallo del sistema que andábamos investigando…¡Son ellos! ¡La bbanca! Ellos son los culpables de que los ciudadanos acaben montando empresas al margen del Estado.
-Consejero: ¡Cálmese! Está en un error…el banco lo que hace es una trampita consistente en crear de modo “Provisional” una cuenta corriente a nombre de una empresa que ciertamente no existe pero que puede existir o está en trámites de existir, es decir, está en potencia como diría Aristóteles. Para crear esta cuenta provisional, es necesrio presentar antes el permiso del Registro Mercantil. De este modo, el ciudadano lego se ve obligado a acudir al banco un mínimo de tres veces en el proceso de creación de una empresa: primero a consultar; después para abrir la cuenta provisional antes de ir al notario; luego regresar con el acta notarial para formalizar la cuenta etc. De este modo, su exasperación va en aumento; se le hace perder tiempo y pasan los días del calendario sin que la empresa pueda fuencionar. Por no mencionar lo de exigir ese depósito de 3000 orbys que no todo el mundo está en disposición de satisfacer así como así de entrada. Lo que de momento pocos saben es que podían haberse evitado dicho depósito declarando tener bienes o en especie por dicho importe en la misma notaría donde hacen el acta de constitución. ¿No le parece excelente?
-Príncipe: ¡Hummm! Y nosotros…Si este truco es tan bueno para ralentizar los procedimientos ¿Por qué no empleamos lo de provisional en otros trámites?
-Consejero: Pero ¡Grandísimo Hijodeputa! Es que lo hacemos.
-Príncipe: ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Cómo?
-Consejero: Sea paciente. Todo llegará cuando abordemos dentro de unos meses el asunto del NIF. Todavía queda escudriñar lo del CNAE, la Agencia Tributaria, el ISEMPE…
El Príncipe y el Consejero permanecieron largo rato recostados sobre el banco del jardín contemplando entre risas y rosas la puesta de sol mientras muy lontanos aún se escuchaban los acalorados debates de los expertos en Hijoputerismo.