Cada año, los escolares se ven sometidos al estrés de tener que responder a la curiosa pregunta ¿Qué es un parásito para ti? Cuestión nada fácil de despejar si tenemos en cuenta que debido a su majestuosa condición, por ser Real, la Academia de la Lengua Española, tiene prohibido ofrecerles una definición adjetivada del verbo al que remite. Sin embargo, fuentes independientes parecen coincidir en designar a dicha voz con el significado de “Organismo que vive a costa de otro de distinta especie, alimentándose de las sustancias que éste elabora, perjudicándole sin llegar a producirle la muerte; se clasifican en endoparásitos y ectoparásitos, según habiten en el interior o el exterior de sus huéspedes”; no siendo casual entre los expertos la amable denominación de “huésped” para aludir a la víctima del parásito o parásita – que también las hay – por cuanto el empleo de la palabra en griego degeneró con el tiempo en señalar al “comensal o invitado a una fiesta o banquete” que fue el sentido con el que pasó al latín y de éste a las demás lenguas romances. Mas en su origen, el término “Parásito” apuntaba inequívocamente a los funcionarios encargados de registrar las cosechas de trigo y la elaboración del pan en concordancia semántica con su composición etimológica de “Para” (al lado de) y “Sito” (trigo, pan, comida).
Sea como fuere, con la llegada del buen tiempo, los anuncios de la tele olvidan por un momento aturdirnos con mensajes de “paz y amor” para animarnos a combatir a los parásitos y agentes nocivos que nos rodean. Es verdad que durante todo el año no faltan propagandas que recuerdan al Homo Sapiens que una vez abandonada la selva bajándose de los árboles que le proveían de seguridad y abundantes frutos, es necesario matar para vivir, de ahí que, desde los australopitecos en adelante, la dieta cárnica fuera en aumento, auténtico motor material que posibilitó la aparición del pensamiento racional con el paralelo crecimiento del cerebro con el que guarda una relación estrecha de causa-efecto, de lo que sólo podemos concluir una cosa: ¡Matar es bueno! Pues ciertamente, no son pocas las marcas de productos de limpieza que como legías, jabones o detergentes hablan de exterminar a los gérmenes, eliminar las bacterias o en Septiembre, a comienzo del curso escolar, exacerban a las madres a luchar contra los piojos.
Pero, es con la cercanía del periodo estival que los mensajes publicitarios además de multiplicarse acrecientan sin reserva alguna sus arengas para acabar con cucarachas o chinches en las casas, pulgas y pulgones en plantas y mascotas, moscas, mosquitos y moscones en el hogar, convirtiendo nuestros trasteros en un arsenal de desinfectantes, raticidas, insecticidas y venenos que de descuidarnos podrían servir de excusa para acusarnos de albergar un almacén de armas químicas de Al Qaeda, con lemas tan explícitos como “Las mata bien muertas”.
Muy convenientemente, los mercenarios del conocimiento a sueldo del Estado, cuales son, los profesores, conculcan a su alumnado la noción de “Parásito” limitada al ámbito de la biología cercenando cualquier acepción social de la misma que impida a los jóvenes descubrir dicha condición en individuos que viven a costa de los demás en nuestra sociedad acaparando subvenciones, dentro de instituciones, camuflados entre Oenegés, escondidos en los Partidos políticos, ocupando altos cargos…y por ende, castrando en sus mentes desde niños la natural reacción de sacudida que experimenta un animal de los que decimos “Irracional” para librarse de su molesta presencia por medio de un rascado de la pata o con el rabo.
La sociedad, es un organismo vivo y como tal tiene sus huéspedes que deben ser eliminados sin titubeos. Tenemos que exterminar a todos los agentes patógenos, fagocitar a los individuos nocivos para nuestra supervivencia y matar a los sujetos que pongan en riesgo nuestra vida personal y colectiva. Por supuesto, hemos de hacerlo con racionalidad y la ayuda de Dios que es lo que nos distingue como especie a este respecto.
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Manos unidas
Siempre he preferido al peor de los religiosos que al mejor de los políticos, más que nada, porque aquel sabe de su debilidad y al menos, se arrepiente de sus pecados. Por eso, me duele hablar de manos unidas refiriéndome a la bochornosa imagen ampliamente difundida por los medios de comunicación con ocasión del mal denominado “Pacto Social” que tiene que ver con la sociedad, tanto cuanto la también mal dicha “Guerra Civil” lo tuvo de civil. Porque ¡Manda huevos! –que diría Trillo- que los mismos que han trabajado codo con codo y hombro con hombro, para llevarnos a todos a la ruina, a saber: la Casta Política, los Sindicatos verticales y la Patronal, aparezcan ahora como nuestros salvadores uniendo sus manos, disimulando haberles costado mucho estrecharlas en público, mientras en privado, no han parado en hacer manitas y sobre todo lavándose las unas a las otras, al modo de las de Pilatos, como si no supieran que, mientras es muy complicado limpiarlo todo sin ensuciar nada, es muy sencillo ensuciarlo todo sin limpiar nada, que es lo que finalmente ha sucedido quedando ellos impolutos y nosotros llenos de su mierda.
Como el ciego que estampara el jarro de vino contra la cara del pobre Lazarillo que sólo buscaba saciar la sed agazapado entre sus piernas, para acto seguido ser él mismo quien le curase las terribles heridas causadas, así parecen gozarla todos cuantos el otro día concurrieron sonrientes en la foto, dando a entender que, ellos que nos han hundido en la miseria, serán quienes nos sacaran de ella. Pero, esas manos…¡Esas diestras y siniestras manos! ágiles en el cobro de comisiones, rápidas en la ocultación y evasión de capitales, veloces en el juego democrático, capaces de adoptar posturas egipcias a la vez que parecen implorar confianza…esas manos manipuladoras, jamás han trabajado para el bien común o el interés general, por lo que difícilmente lograrán hacerlo mejor que hasta ahora públicamente unidas, de lo que lo han hecho por separado, de igual manera que dos tontos no hacen un listo.
Cuanto me gustaría verles a todos ellos participar en el Juego de pelota Maya y que uno a uno fueran quedando vencedores…Pero a falta de tan ingenioso ardid para librarnos del mal que nos azota, a lo mejor podríamos probar suerte con la gastronomía y solicitar la ayuda de Adriá, Arzak, o Aguiriano, para que nos expliquen cómo podemos elaborar un plato típico español de manitas de cerdo.