Poco antes de cumplir los veinte, tuve la fortuna de leer “Contra la Paz y contra la Democracia” de Agustín García Calvo, texto que me situó decididamente en la órbita anarco-liberal en la que desde entonces me encuentro, si bien, a cada vuelta de ciclo legislativo, más escorado a la derecha…Leyendo sus agudas reflexiones, comprendí lo pernicioso que resulta hoy educar a nuestra juventud en valores tan engañosos y fútiles como son, Democracia, Libertad, y sobre todo Paz, sin haber hecho antes una labor adecuada en la formación de lo que los pedagogos designan como “Pensamiento Crítico” que adiestre al sujeto en discernir los discursos de quienes los pronuncian, el contexto en el que se enmarca el mensaje, el desarrollo histórico material de la configuración del concepto en la praxis humana fuera de los manipulados diccionarios reaccionarios, que le permitiera estar en facultad de apreciar su genuino significado y las implicaciones radicales que comporta, no limitándose el juicio a consolarse con las acostumbradas orgías etimológicas que emanan de los ideales mundos Platónicos que jamás se dieron fuera de la fantasía humana, y a los que tanto aprecio dice tener y tender la Izquierda en forma de Utopía.
Así como, en el prólogo de su “Contribución a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel” K. Marx advirtió del peligro que para el Pueblo oprimido suponía el placentero y reconfortante discurso dominical de la Iglesia Católica, no tanto por cuanto contribuía a consolidar el status quo, como por su capacidad de enjugar tristezas, penas, agravios, y sufrimientos de los más desfavorecidos, a quienes ayudaba a sobrellevar su carga en este valle de lágrimas con la esperanza de verse recompensados en el Cielo, a cambio de que se mostraran sumisos con la realidad que les había tocado vivir a modo de prueba divina, que para entonces, hasta los muy Píos, tenían claro que no la quería ni Dios, actuando así, como el mejor opio del Pueblo, en el sentido de que al aliviarles los sufrimientos físicos a través de la caridad, y espirituales por medio de sermones, aletargaba su capacidad de acción para rebelarse contra la tiranía que les mantenía en tan indigna situación alienante.
Los tiempos han cambiado, pero los comportamientos sociales, algo menos, como ya se sabía en la Ilustración “Se puede cambiar las leyes de un pueblo, pero no sus costumbres” dado que se transmiten de generación en generación a través de los “Memes” especie de genes culturales descubiertos por Dawkins, de modo que, hoy aquella labor apaciguadora que se le confió durante siglos a la casta sacerdotal de nuestro entorno, hoy se ha visto transferida a la casta docente, por ineficacia de su antecesora, cuyos servicios y oficios apenas alcanzan a llegar superficialmente a los más beatos del reino y por lo demás, ni se demandan entre una ciudadanía más preocupada por los asuntos mundanos que los espirituales, de ahí que hoy el peligro denunciado por San Karl Marx – dicho de un tirón se entiende por qué los chinos veneran a Mao- no hemos de buscarlo en los púlpitos, sino en las cátedras mediáticas, y sobre todo entre los desamparados pupitres donde las personitas más inocentes se encuentras del todo desarmadas para ofrecer ningún tipo de oposición al lavado de cerebro que se les hace durante toda el periodo escolar.
Con pasmosa elocuencia, el genial Spinoza decía en su “Ética” que él había aprendido a desconfiar de aquellos bienes, riquezas y conocimientos espirituales ofrecidos a bombo y platillo a todo el Pueblo por quienes a su vez no escatimaban medios en acumular, esconder y custodiar a capa y espada cualquier menudencia que pudiera tener algún valor material, en directa referencia a los Príncipes de la Iglesia y Curia Vaticana. Desde entonces, yo también apuré tan certera observación para aplicarla a los discursos políticos dirigidos a las masas, y tras escudriñarlos como se merecen, ¡con desconfianza! entresaco abductivamente los elementos perniciosos para mi y la ciudadanía. Pues bien, hete aquí, que entre la casta docente, directamente dependiente de la casta política que a su vez está supeditada al Poder financiero que es el que emprende y mantiene Guerras, invierte en armamento, financia las cárceles, subvenciona la compra-venta de material antidisturbios y de tortura para los Gobiernos que de él dependen, concede créditos millonarios a las empresas mercenarias de seguridad para equipar a sus efectivos con lo más sofisticado del mercado….no se tiene escrúpulos en dejar pasar las consignas de educar a los jóvenes en un valor tan peligroso como lo es la Paz, sin sospechar mínimamente que, de lo que se trata, es de despojar a las futuras generaciones oprimidas, del último de los recursos que les quedan que no es otra, que el derecho a la Resistencia y el ejercicio de la autodefensa.
Tal y como están las cosas, con la III Guerra Mundial camuflada fuera, y una solapada Guerra Civil encubierta dentro de Occidente, decir ¡Adiós a las armas! como propuso Hemingway es dar la bienvenida a la muerte, para luego preguntarse “¿Por quién doblan las campanas?” como le sucedió a la II República española a la que las democracias negaron el armamento que precisaba para defenderse del fascismo apoyado, éste sí, por soldados, tanques y aviones desde la Alemania Nazi y la Italia de Mussolini, por lo que me parece todo un despropósito, cuando no una perversa maquinación, educar a nuestra juventud en un valor falso como lo es la Paz abstracta. Aunque nuestra instintiva maldad nos facilita mucho la realización de la violencia, nuestra conveniencia vela por nuestra también naturaleza social, de modo que, de su equilibrio salimos pacíficos por la cuenta que nos trae, de no ser que, nos convenga puntualmente un comportamiento contrario a la sociedad, pero de alto provecho particular o de los nuestros, en cuyo caso nos ampara el derecho natural a ejercer violencia para preservar nuestros intereses. Estoy al tanto de los avances realizados a favor de la recolección de pruebas que soporten la solidaridad dentro de nuestra constitución animal, y ciertamente haberlas, haylas, pero no me convencen pues, mientras la solidaridad y el comportamiento altruista aparecen de forma excepcional, no así el violento, al cual debemos el ser como somos, sino en su totalidad, al menos en su mayor parte.
Sea como fuere, querido lector, asentirás conmigo que bien por amor a Dios, o miedo al demonio, la mayoría de nosotros por lo común tenemos un comportamiento pacífico. Yo por ejemplo, pese a conocer nuestra tendencia al Mal, concedo a mis iguales la ventaja de no ser peores que yo, y aunque ya nadie está en condiciones de sorprenderme moralmente pues espero de todos lo peor, acepto que físicamente si lo puedan hacer para poder interactuar en este cochino mundo de impostura general; así, sin miedo, salgo a la calle dispuesto a concederos el derecho a hablar conmigo aunque no me conozcáis, ayudaros en lo que pueda me lo pidáis o no, ser amable con vosotros sin nada a cambio salvo reciprocidad, ejerciendo toda la educación recibida, los principios cívicos inculcados, sin necesidad de mirar de reojo a la ley positiva que nos hemos dado para evitarnos tal como verdaderamente somos… Y es que, una cosa es procurar que vuestros hijos sean pacíficos, y otra muy distinta, convertirles en pacifistas, condición muy perjudicial para ellos personalmente, y para nuestra futura sociedad.
La diferencia entre la gente pacífica y los pacifistas, es que los primeros no se meten con nadie si nadie se mete con ellos, mientras los segundos son unos auténticos tocapelotas que convierten la virtud en vicio, pervirtiendo la esencia de la Paz, cuál es, la de garantizar la pervivencia del individuo y de la especie, poniendo en riesgo a los elementos que practican semejante idiotez y a su vez al colectivo en el que se integran. No voy a negar la autenticidad de los ingredientes sentimentales que mueven esta enferma ideología, por cuanto podría ser cierto que, de todos ser pacifistas, seguramente todo sería mejor que ahora, pero la estadística dice que la posibilidad de que todos los seres humanos seamos pacifistas a un mismo tiempo, no es que sea remota, es que es imposible, para todo aquel que sepa como funciona el mecanismo darwiniano que avala el proceso evolutivo, dado que, mientras haya un individuo ajeno al espíritu pacifista, el pacifismo no podrá avanzar, dado que a nada que superase la mitad de la población de la especie, los elementos agresivos acabarían con sus indefensos miembros y solo se propagarían los violentos, involucionando con ello a etapas muy anteriores a la aparición de los homínidos; pongamos un ejemplo: imagínense ustedes que en Madrid triunfaran los pacifistas, supongamos que por lo que sea, hubieran convencido al 90% de sus ciudadanos, ¿cuál sería el resultado? Tenemos dos opciones, que el 10% de los agresivos o violentos se acoquinaran y se aviniesen a un entendimiento con los pacifistas, o por el contrario, que aprovecharan la ocasión y se hicieran con el control de la situación y exterminaran a la población pacifista. Si su opción es la segunda, la consecuencia es clara: la especie, al menos en Madrid se habría perfilado más violenta y agresiva que antes y se propagarían más los genes violentos, consiguiéndose lo contrario de lo que se decía perseguir, de modo que, no conviene se extienda esta nefasta doctrina. De no ser que…la misma sea una herramienta de manipulación masiva, utilizada por los elementos agresivos actuales para que les facilitemos las cosas, como los Reptiloides de los que habla David Icke, por poner un caso que, aunque discutido, tiene su enjundia.
El espíritu pacifista viene apareciendo a lo largo de la historia tras los horrores de la guerra: pueden rastrearse desde “Historia de la guerra del Peloponeso” de Tucídides, hasta “Guerra y paz” de Tolstoi, pasando por “La paz perpetua” de Kant. Y ¡cómo no! tras las dos Guerras mundiales, su presencia entre la gente arraigó con mayor fuerza, tanto como espanto habían causado las anteriores. La victoria de Gandhi frente al Imperio británico le dio alas, el movimiento hippie y Cia, lo auparon a lo más alto, en un frenesí de auténtico amor ciego por el riesgo, pues pocos entendieron el oculto mensaje ya emitido por Jesús desde la cruz, ahora reencarnado en los nuevos apóstoles de la paz como Gandhi, Luther King, Lennon…
Haciendo mía la letra de Alaska “retorciendo palabras de amor” intentando que quieran decir lo que yo no me atrevo… si no participamos de “si deseas la paz prepara la guerra”, ni de que “la mejor defensa es un buen ataque”, que menos, ser prudentes y comulgar con que “el mejor ataque es una buena defensa”, que por supuesto en boca mía, no se trata de preparar a la juventud en la resistencia pasiva, sino en la Resistencia Activa, enseñarles a organizarse por grupos de afinidad, crear secciones de Acción Directa, Brigadas de Autodefensa, aprendizaje en el manejo de armas y explosivos, conocimiento del medio cercano, y sobre todo prepararles mental y psicológicamente para el combate tanto material como ideológico que está a punto de estallarnos delante de nuestras narices, porque como dice Seguridad Social “no quiero hablar de la lucha si no estamos preparados”. Por eso urge un cambio legal que permita a la ciudadanía portar armas para su autodefensa, y conviene que la vanguardia consciente de la situación o cuantos hayan tomado nota del Manifiesto publicado y prohibido en Francia por el Comité Invisible, aproveche los vigentes resquicios jurídico-empresariales para constituirse en empresas privadas de seguridad para hacer acopio del instrumental, logística e infraestructura adecuada: campos de entrenamiento, armamento, parque móvil blindado, reclutamiento de biólogos y químicos, y el largo etcétera del que ya disponen Prosegur, Securitas…. para hacer frente a las castas agresivas reptiloides que desean confundir a las futuras generaciones a través de las escuelas y la educación para la Paz.
Con todo debo reconocer que es bueno educar en y para la paz a personas agresivas y violentas, si es que eso es posible en una sola generación, pero bajo ningún concepto a personas que ya gozan de una personalidad pacífica, pues se supone que para algo hemos legado al Estado nuestra capacidad natural de actuar por cuenta propia, otorgándole la potestad de emplear la fuerza para nuestra defensa con quienes rompan abiertamente nuestro acuerdo de no beligerancia. No nos equivoquemos entonces en lo que se propone en estas líneas; educar para la Resistencia, no supone negar ni la potestad del Estado para ejercer la fuerza en monopolio, ni suplantar competencia alguna suya, sino poner en práctica el sentido común que apela a la prudencia cuando el horizonte de actuación se presenta confuso. Si malo es atender a profetas agoreros que vaticinan catástrofes y el Fin del Mundo por paranoia profesional, no lo es menos desatender las evidencias en la creencia de que por no verlas, estas desaparecerán.
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El ajedrez como asignatura
El auténtico fracaso escolar
Por lo visto, por muy evidente que sea un problema, éste requiere la autoridad de un sesudo estudio elaborado por expertos ¡cómo no! al amparo de una Fundación respetable; Este es el caso del siempre socorrido fracaso escolar que sirve tanto para un roto como para un descosido, enésima investigación sobre el asunto llevada a cabo por los sociólogos Mariano Fernández y Luis Mena, sufragado por La Caixa. En su trabajo de investigación aparecen con profusión los típicos temas tratados por sus antecesores colegas de pretéritas temporadas, tales cómo, el elevado número de estudiantes que repite curso, la desmotivación del alumnado, las variables externas que como el nivel cultural de los progenitores o la temprana apertura del educando al mundo laboral concurren significativamente en el fenómeno abordado, etc, de modo que, al que escribe se le escapa cuáles pueden ser las prestaciones sociales que dichas iniciativas enormemente publicitadas por los medios de comunicación, son de nuestro interés, dado que ni nos descubren algo nuevo, ni nos dicen el modo en como se puede atajar eficazmente el problema, de no ser que, tenga por objeto el ensañarse sádicamente con una cuestión académica recurrente olvidando la tragedia psicológica, trauma mental, frustración vital, trastorno de la personalidad y latente generación de desasosiego que para las presentes generaciones tiene la experiencia de la realidad observada.
En este y en los demás estudios, echo en falta, una clara explicación de qué se entiende por fracaso escolar, ¿se trata del fracaso de los escolares? ¿es el fracaso en la escuela? ¿o se refiere al fracaso de la escuela?, es posible que sea de todo un poco y a la a vez, que hablen del fracaso del alumnado y que también hablen del fracaso de la institución docente. Con todo, también sería preciso hallar una clarificación de qué se concibe como fracaso, todo sea que lo que unos conciban como fracaso, para otros pueda ser un éxito y viceversa. Mucho más preocupante, es la presencia de una característica común a todas estas investigaciones educativas, que focalizan descaradamente el problema en números y tantos por ciento referidos a la repetición de curso, a las bajas notas y al abandono escolar, con lo que sin pretenderlo, contribuyen a transformar a la víctima del sistema educativo, en cómplice necesario de la fechoría contra el mismo cometida, amarga sensación que ya saborean quienes son calificados como supervivientes de cualquier tragedia. Y otro aspecto que abiertamente se pasa por alto en toda esta basura intelectual disfrazada de rigor científico, es una acertada crítica a los distintos puntos negros de nuestro sistema educativo, que en su conjunto son la raíz del auténtico fracaso escolar: en primer lugar el mayor fracaso escolar que tiene España como Estado desarrollado, es la coexistencia en el seno de una sociedad democrática de tres raíles, regional, nacional, y AVE por los que discurre la formación de nuestras futuras generaciones en un sistema público, concertado y privado, que lejos de corregir los desequilibrios y desigualdades del presente, perpetuará y aún acrecentará las mismas en el futuro. En la base del auténtico fracaso escolar, se ha de mencionar que, el sistema educativo esté en manos de políticos inútiles cuyas absurdas reformas son llevadas a la práctica por funcionarios obedientes. Y a colación de esto último, debe reconocerse que los cuadros docentes de secundaria no provengan mayoritariamente de personas con vocación, sino de un variopinto tropel amorfo de seres incapaces de prosperar en las profesiones para las que se habían preparado, tras ser rechazados en el mundo de la política y hasta de las ONGs, que han visto como única salida plausible trabajar como profesor de secundaria tras realizar un Curso de Adaptación Pedagógica, algo así como si un carnicero acabase de neurocirujano gracias a los consejos dados por un afilador de cuchillos…en poco o nada contribuye al éxito escolar, entienda lo que se entienda por éxito. Estos puntos negros del sistema educativo, son los asuntos que yo quisiera ver tratados en estas investigaciones de pacotilla sobre el fracaso escolar. Pero hablar de estas cuestiones, podría matar la gallinita de los huevos de oro, no solo para los puestos de trabajo que origina la repetición de curso y las clase particulares que generan el intentarlo evitar, que también para esta nutrida pandilla de sociólogos que cuando no nos hacen encuestas dirigistas, nos endosan estudios doctrinales justificadores del statu quo que dicen denunciar.
Pero al margen de esos problemas capitales que están en el origen del autentico fracaso escolar tampoco se molestan en indicar, al menos, otro conjunto de distintos factores que podrían estar detrás de ese falso fracaso escolar, como pudiera ser que los escolares estén hartos de pasarse infancia y adolescencia sentados, quietos, en silencio dentro de instrumentos de tortura conocidos como pupitres, o que estén hasta la coronilla de traer y llevar pesados e inútiles libros de texto diariamente, de hacer deberes hasta altas horas de la noche, o de que sencillamente vean como una perdida de tiempo el ir todos los días a clase para no aprender nada, para escuchar un rollo a cámara lenta del que posteriormente se tendrán que examinar. Porque, digo yo, que es evidente que estos concretos aspectos y muchos otros, describen claramente un rotundo fracaso escolar: es un fracaso escolar que nuestros jóvenes se pasen el día metidos en pupitres cuando debían estar haciendo deporte, aprendiendo de la naturaleza, bailando, jugando y disfrutando del sexo; es un estrepitoso fracaso escolar querer seguir dando las clases como se daban en el siglo XIX con un alumnado que es del siglo XXI; no ya un fracaso, sino una estafa escolar resulta hacer que el alumnado y su familias, trabajen en casa con los famosos deberes y particulares lo que el sistema educativo en principio se supone hace durante seis horas al día de Lunes a Viernes de Octubre a Junio todos los años; es un absurdo escolar obligar al alumnado a comprar anualmente libros de texto tan sumamente inútiles que ni sirven al estudio del educando, ni para impartir la clase al profesorado. Y por aquí podría seguir con un largo etcétera. El fracaso escolar, el autentico fracaso escolar, nada tiene que ver como causas con repetir curso, sacar malas notas, el absentismo en el aula, el aburrimiento del alumno, la desmotivación general o el abandono de los estudios, pues estos solo son sus efectos. El autentico fracaso escolar no es otro que, nuestro caduco e ineficaz sistema educativo. Y ahora que La Caixa recupere su dinero y me dedique a mi sus fondos que le serán de más provecho.
Material escorial
Con el material escolar que se supone ha de formar a la futura mano de obra esclava o escoria social, sucede como con la propaganda yanqui en forma de películas destinada a manipular las mentes de sus oprimidos, que sale gratis a quienes más se benefician de su distribución, ya que sus mismas víctimas pagan encantadas la factura, unos creyendo que les divierte, otros con la esperanza de colocar en mejor posición a sus hijos de lo que ellos están en la actualidad.
Los más bajos presupuestos publicados para iniciar el curso por niño hablan de no menos de 150 euros dedicado a libros de texto, lápices, mochilas, cuadernos, etc. Para lo que van a aprender, todo un dispendio. Lo terrible es que, tras estas escandalosas cifras se esconde, de una parte, la consecución planificada de una juventud contrariada con mensajes equívocos para tenerla del todo atolondrada a merced del mercado y de otra un sigiloso negocio en el que están implicados desde el Ministerio, hasta la casta docente.
En nuestros almacenes de niños, la mente de los pequeños es procesada por el funcionariado con el fin de institucionalizar su conducta. La escoria social, no precisa educación, tampoco formación alguna, puede que algo de instrucción, y más control que disciplina, por lo que el material escolar ha de ser nominalmente educativo, formativo e instructivo, pero de ningún modo, útil a tales efectos; Un buen libro de texto destinado a la escoria social debe destacar en negrita las palabras clave de un párrafo, abundantes esquemas, resúmenes al final de las lecciones, no han de faltar flechitas que relacionen los conceptos fundamentales y si es posible, sus definiciones al lado…con ello, se evitará el aprendizaje accidental o autodidacta de sacar las ideas principales, buscar en el diccionario o pensar por si mismo, destrezas que para nada conviene se expandan entre la población. Además…para algo pagamos al profesorado, pues si hubo un tiempo en que material escorial y casta docente estaban disociados en función, objetivo y metodología, hoy es el día que podemos congratularnos de que dicha brecha se ha reducido sustancialmente al extremo de contar con un armonioso encefalograma plano sin la menor turbación entre los factores implicados habiendo la enorme suerte de que la mayoría del alumnado escoria, cuenta con un excelente material escorial y le corresponde un profesorado bastante escorializado.
Esta criminal contradicción formal planificada del sistema que ofrece una docencia indocente, genera en el educando su primera frustración: la de querer aprender y no aprender nada, ante lo cual, deja inmediatamente de esforzarse, conducta que es premiada de inmediato por la Institución que no busca otra cosa, aunque su impostura general, aparente lo contrario. Como sé que en su mayoría son ajenos al campo educativo, les pondré un ejemplo para que aprecien la verdad de cuanto les comunico sobre el sutil socavamiento con el que opera la técnica de los mensajes contradictorios para someter la mente de las masas…
El aparato criminal docente dedica enormes esfuerzos en cultivar en el alumnado la costumbre del reciclaje por medio de la educación transversal, videos, excursiones, horas lectivas…Pero a la vez, le anima a comprar cada dos por tres compases, rotuladores, cartulinas, plastilina, reglas, ceras,…cuando lo más sensato sería enseñarles a cuidar el material, respetar las cosas, aprender a reutilizarlas, etc. Resultado: el alumnado casi recicla tan rápido como consume.
Y es que, es mucho el volumen de negocio que se mueve en torno al material escorial. Los medios de comunicación, sospechosamente siempre la toman con las librerías, ahora con las grandes superficies, sin poder obviar lo evidente cargan contra sus amos presentes, futuros, inmediatos las editoriales, más en pocas ocasiones se ocupan de ir más allá. Cosa curiosa, porque con el material escorial sucede como con los medicamentos, a saber, que todos salen ganado menos los pacientes, donde se lucra la potente industria farmacéutica, la red de farmacias, los médicos que expiden las recetas, quienes autorizan los medicamentos de la SS, y todo el gremio. Pues con los libros de texto ocurre tres cuartos de lo mismo – expresión que me deja corto- Ciertamente, las editoriales cargan a sus espaldas con su función expiatoria ante la opinión pública de ser los máximos beneficiarios de este derroche ilustrado y todo para que tras quince años de escuela e instituto la comprensión de lectura no alcance más que para obedecer órdenes publicitarias del tipo Bebe Cocatrola, mandarse mensajitos por el móvil o a duras penas sepan tatarear el Pa-Panamericano de Yolanda Be Cool. Pero en la España de Rinconete y Cortadillo, dudo mucho que en asunto tan goloso como es sacar las perras a los esclavos, no ande metido el Estado y los Partidos políticos…Doy por sentado que el Ministerio de Indocencia está más untado que el Tulipán, cosa que escapa a nuestras pesquisas en sus altas esferas, pero que a pie de trinchera basta atender qué funcionario se empeña en que el alumnado adquiera todo el material escorial, para empezar a sospechar; Más, cuando se intuye que el libro a penas se usa en clase. No digamos si los sinvergüenzas dan órdenes de hacer los ejercicios a bolígrafo en los huecos estratégicamente diseñados en el libro de texto, para imposibilitar que otro alumno pueda usarlo al año siguiente. Los criminales ministeriosos son intocables. No así la chusma funcionarial que se presta a esta indocencia que es esperable a la puerta de los colegios para exigirles las debidas explicaciones de para qué manda comprar un libro que no usa, por qué los ejercicios no se pueden hacer en el cuaderno, en qué se diferencia el texto de este curso del anterior…tarea a la que podrían dedicarse las HAMPAs. Esa es otra buena, porque el que no corre…¡Vuela!