EpC: No se pregunta al que paga

El pasado 3 de Mayo, Día internacional de la Libertad de Prensa, la FAPE denunció entre otras prácticas que atentan contra la libertad de expresión y vulneran el derecho de los ciudadanos a recibir información, la convocatoria de ruedas de prensa sin dar opción a preguntas, por lo que insta a los medios no adscritos a monopolios de poder, a que no acudan a dichos actos contrarios a la transparencia democrática, sumamente perniciosos para la credibilidad profesional de cuantos llamados a la noble responsabilidad social de satisfacer positivamente la Juvenal inquietud de vigilar al vigilante, resulta que la esquivan sin previo aviso remitiéndola al infinito como acontece en la objeción aristotélica del Tercer Hombre. ¡Y no faltan motivos que digamos! en una profesión tan denostada por sus propios miembros, como es la de periodista, rebajada a día de hoy, a meros pregoneros goebbelsianos, alcahuetes, celestinos, correveidiles, chismosos y cotillas de toda especie y condición, pero sobre todo cómplices necesarios, propagadores de embustes y falsedades no sólo político-económicas por todos conocidas y esperadas, que también, a caso las más peligrosas por pasarnos desapercibidas, transmitidas en forma de publicidad, que es la que hoy en día es la auténtica dueña de los medios de comunicación.
Aunque tímido, el paso dado por la FAPE va en la buena dirección que esperemos algún día se traduzca también en atreverse a cuestionar al publicista sobre el contenido de los anuncios que han de aparecer junto al resto de noticias, cosa que ya se me antoja harto complicada, pues si bien dada la aparente disparidad partidista que les ampara a unos y otros en el artificioso espectro del arco parlamentario en el que se han ubicado los medios, puede propiciar que se pongan de acuerdo en no acudir a comulgar con ruedas de molino en un hoy por ti, mañana por mi…lo veo impensable en aquel terreno que deja bien a las claras, que todos son uno y lo mismo cuando al margen de sus editoriales, todos llevan en sus páginas la propaganda de los mismos bancos, los mismos automóviles, las mismas marcas…y no es cuestión de incomodar con preguntas por su veracidad o comportamiento al cliente, que hace tiempo dejó de ser el ciudadano que desea informarse sea leyendo el periódico, escuchando la radio, viendo la televisión o por internet, sino los anunciantes que pagan la publicidad y con ella, el sueldo de aquellos que luego callarán y omitirán todo cuanto pueda perjudicarles en la medida inversamente proporcional al montante de lo contratado, por lo que jamás de los jamases, se nos informará – y cuando lo hacen es para desinformar – de la situación laboral en dichas empresas, lo peligroso de consumir sus productos, los abusos que cometen con sus clientes, y un tortuoso etcétera sufrido en silencio por los propios periodistas quienes son censurados constantemente en sus redacciones y a quienes se somete a investigar o dejar de hacerlo en tal o cual dirección, con la espada de Damocles de verse despedidos y desprestigiados en cuanto dejan de decir ¡Amen! a cada toque de corneta.
La ciudadanía debería estar alerta de este hecho y tomar buena nota de, quién paga la publicidad de cada medio. Es posible que entonces, no sólo caiga en la cuenta de que, en el Tohu va bohu de las noticias hay mucho alpiste al despiste y poca información, que además, entienda cómo y de qué manera cruel, el sistema le hace introducir en su propia casa, en su propia mente y la de los suyos, a los criminales que le someten a trabajos forzados en su puesto de trabajo, a quien le roba el sueldo con precios abusivos, a quien le miente cada cuatro años, a quien le despide injustamente tras varios años trabajando para ellos, a cuantos le envenenan la comida, a quienes contaminan el medio en el que viven sus hijos y hasta a quienes le van a embargar su hogar a la mínima que deje de pagar su hipoteca. Porque cuando esto sucede en un panfleto ¡Pase! en un pliego de supermercado llegado al buzón particular ¡Todavía! e incluso puede ser admisible en un Gratuito que te dan en cualquier esquina y que viene muy bien a quienes tenemos hermanos de compañía. Pero que suceda en el denominado Cuarto Poder…debería sonrojarnos a todos: A los periodistas por permitirlo y a los ciudadanos por consentirlo.