Políticos en programas de entretenimiento

Como un elefante en una cacharrería, puede describirse la súbita aparición de Pedro Sánchez en los platós de televisión, pues a nadie ha dejado indiferente la novedad, cuál es, no su presencia a través de la pequeña pantalla en los espacios habituales dedicados al debate o a la información, como pueden ser, tertulias con periodistas o telediarios donde los espectadores conocen de antemano su exposición al discurso partidista, facciosos, sesgado, arribista y manipulador de sus participantes que buscan su convencimiento y persuasión antes que la verdad, sino que lo haga en programas hasta ahora reservados para el entretenimiento como son ¡Sálvame! o El hormiguero, donde el público se relaja confiado en disfrutar unos momentos de diversión y esparcimiento por medio de chismes, chistes, gracias, ocurrencias, variedades y espectáculos con los que poder inhibirse de los problemas de la vida diaria, a modo de fútil desahogo de tensiones y frustraciones, que nuestra menguante inconsciencia soñadora contemporánea ya no es capaz de procesar.
La pública discusión, parece haberse polarizado entre quienes defienden que la gravedad de la materia política requiere dirimirse en escenarios adecuados para ello, como son, el Parlamento, el Senado, los Consistorios, los Congresos del Partido, los mítines…que traducido a medios de comunicación, serian programas cuyo formato reprodujesen en lo posible las mismas condiciones de seriedad de aquellos, siendo su ideal la retransmisión del Debate de la Nación o la propaganda gratuita en época de elecciones…y aquellos, que recuerdan que “Política es todo” y por consiguiente, nada escapa a su noble ejercicio en el mercado, a pie de acera o en la plaza del pueblo megáfono en mano, que llevado al terreno de la comunicación les confiere total libertad de acción sin respetar horarios, naturaleza de los espacios, oportunidad del momento…encontrando en las fórmulas que ofrecen las nuevas tecnologías su panacea en redes sociales, blogs, foros, chats, que les permiten intervenir en todos lados, en todo momento.

Pero, lo que diferencia una sociedad compleja de otra complicada, es su orden interno. Ciertamente, antes de la civilización sumeria, todos podían hacer de todo en todos lados, sin mayor concierto que un impuesto Carpe Diem natural de aprovechar el momento y la oportunidad. Así, las primeras chamanes del Paleolítico Superior, ejercían de curanderas, astrónomas, guías, matronas, meteorólogas, artistas…como más adelante, entrado el neolítico, los templos hacían las veces de recintos sagrados, lugares de asamblea comunal, centro artesanal, granero, observatorio…funciones, en uno y otro caso, que se fueron diferenciando tanto en personas especializadas como en recintos específicos para cada una de dichas competencias, si bien, humanos y espacios, nunca hemos perdido del todo nuestra polivalencia.

Evidentemente, por definición, la excepción, tiene cabida en cualquier caso que se nos presente, de modo que, aquí no hablamos de negar a una factoría automovilística la posibilidad de disfrutar de la Gran Filarmónica de Viena haciendo música con su cadena de montaje. Ahora bien, cada cosa tiene su sitio y su momento y si deseamos mantenernos en el estadio de sociedad compleja sin por ello pasar al de sociedad complicada, no me parece adecuado que los políticos pretendan hacer política en programas de entretenimiento con intención de hacernos llegar sus propuestas y que los conozcamos mejor, por el mismo motivo, que me sabe a cuerno quemado que los mismos vayan a hacer el payaso al Congreso de los Diputados, donde se parten de risa ellos solos, tomándonos el pelo con sus bromitas cada dos por tres a los ciudadanos.

Posiblemente, en una sociedad donde los políticos desempeñen bien su trabajo representando los intereses de los ciudadanos y no los de las grandes corporaciones, que cumplan con sus programas electorales en vez de obedecer el dictado de los mercados, que escuchen a la gente durante la legislatura y no sólo cada cuatro años, que no fueran corruptos, etc, el electorado transformado en público estaría abierto mentalmente a dejarles asomar, de cuando en cuando, el hocico en programas desenfadados y divertidos, pero tal y como están las cosas…¿Es que no es suficiente la presencia institucional de estos especímenes presidiendo las entregas de premios científicos, inaugurando festivales de cine, encabezando competiciones deportivas o capitalizando las desgracias ajenas acudiendo a los funerales?

La propaganda política, como la publicidad, tiene sus espacio delimitado socialmente por la población. Cuando este se transgrede, la conciencia individual y colectiva muestra un natural rechazo a la intromisión como puede apreciarse a las claras con la actitud de los consumidores que envían directamente a la papelera tanto cibernética como en 3D los mensajes que le llegan no deseados al buzón de casa o la parrilla de entrada en Internet. Resistencia que se ve acrecentada cuando la misma es ejercida por sorpresa, con nocturnidad y alevosía, a traición, sin aviso previo, como ocurre con las llamadas telefónicas que te interrumpen el trabajo o el tiempo libre con tu familia para colarte una ventajísima oferta de cuchillas de afeitar, qué no habremos de sospechar rondará por la cabeza del espectador, cuando un indeseable se cuela en la intimidad de nuestros hogares, con voz e imagen en un programa presuntamente de ocio que pueden estar viendo pequeños niños indefensos, peligro este ya subrayado por el mismísimo Jefe de Estado, el General Franco, cada vez que por intervenir en el Mensaje de Navidad, pedía disculpas por inmiscuirse en nuestras vidas, lo que no deja de tener cierta ironía.

Discursos Navideños

Como churumbeles a quienes los Reyes Magos traen carbón por portarse mal durante el año, nuestros mandatarios, nos despachan discursos navideños a modo de represalia por las continuas protestas públicas y privadas con las que los ciudadanos les amargamos el omnímodo ejercicio de su Poder en calles y plazas, pues es deseo del gobernante que sus órdenes sean, además de acatadas racionalmente sin chistar por la cuenta que nos trae, aceptadas de corazón como las más buenas, justas, honestas, adecuadas e inteligentes a tomar en nuestro nombre y por nuestro bien. De otro modo, no me explico la reedición anual de una de las peores tradiciones que conozco.

Empezando por los del Jefe del Estado y continuando con los de los distintos Presidentes central y autonómicos, los discursos navideños son una despótica imposición en la programación de los entes públicos a la audiencia bajo el inocente formato institucional de “Felicitación” en un momento propicio para colarnos su propaganda por hallarse la Conciencia inmersa en ese espíritu de “Paz y Amor” que la incapacita para resistir la agresión, pues no cabe catalogar mas que de “agresión” cuanto acontece cada vez que uno de estos sujetos aparece por la pantalla en la intimidad de nuestras casas en tiempo tan entrañable. Lo valiente por su parte sería realizar dicha acometida moral contra la ciudadanía en fechas más neutras dándole al ciudadano alguna opción de defenderse, aunque finalmente acabe abrazando a sus verdugos como queda evidenciado elección tras elección, si bien, en estos casos, los impostores precisan de montar toda una campaña electoral empleándose a fondo en mítines para obtener idéntico fin, a saber: mantenernos engañados, pese a quedar como mentirosos.

Cuesta entender como la Santa Madre Iglesia, tan denostada por la casta parasitaria cada vez que un Obispo se pronuncia libremente, con razón o sin ella, sobre los distintos problemas que afectan a la sociedad de la que forma parte, acusándola de intromisión religiosa en asuntos políticos, calla cómplice, en caso tan clamoroso contra su dignidad, pues fácil reproche tiene a su alcance tildando los discursos navideños de flagrante allanamiento moral de la política en la vida espiritual de los creyentes y en la emocional de todo ciudadano por ateo que este se declare, dado que, siendo fiestas que pese a su innegable origen pagano, poseen cierto carácter sagrado en el calendario desde hace milenios, debería esperarse del gobernante que concediera una tregua al Pueblo durante este periodo para que la pobre gente disfrutara de los suyos entre villancicos, regalos y turrones, un fugaz paréntesis de felicidad, esperanza y buenos deseos, inhibida de la espada de Damocles que le acecha, del yugo que lo somete, sin que se les recuerde quien manda en sus cochinas vidas, sin ser ninguno de ellos digno heredero de Pericles, cosa que lamentablemente no sucede.

Qué habremos de afirmar entonces de los programas y periodistas que cual secuela se prestan a dignificar con su opinión – paradoja a la que no escapan estas líneas – palabras que no merecen ningún aprecio, salvo para los aduladores de siempre cuyo desprestigio es bien conocido por el respetable. Porque, es evidente, que los discursos navideños, vengan de donde vengan, muestran todos un perfil intelectual muy bajo, rozando lo ramplón al extremo que adjetivarlo de pueril, quedaría excesivo, sin el menor interés científico, cultural o filosófico, seguramente por estar redactados para un público de condición plebeya, vasalla, lacaya, esbirra, sumisa y cortesana, predispuesto a la pronta ovación como a la genuflexión para rendir pleitesía; y que tampoco son una buena opción de ocio como bien atestiguan las grandes editoriales que por generosas que se muestren pagando ingentes cantidades por las ruinosas memorias de estos mismos personajes, todavía no se han atrevido a publicar sus discursos navideños, siquiera en edición de bolsillo, porque en este caso, a buen seguro, sería a costa del suyo, dado que su contenido, sea en versión oral o escrita, es tórrido, bostezante, aburrido, somnoliento tanto como para dormir a un elefante y a sus propias Señorías.

¿Por qué soy tan honrado?

Conocido por la opinión pública el contenido del auto donde el juez Ruz dice apreciar indicios de que el PP mantuvo una contabilidad B durante mucho tiempo, un silencio sepulcral se hizo desde Moncloa, hasta Génova, pasando por San Jerónimo, sin rodear el Congrerso, mutismo sólo alterado por un bientintencionado Vicesecretario de Programas del Partido Popular, Esteban González-Pons, quien sostuvo que los dirigentes de su formación “son tan honrados como todos”.
Nietzsche en su obra “Ecce homo” se preguntaba ¿Por qué soy tan bueno? en la misma Alemania donde poco después aparecería el Nazismo; pero de haber escrito en el Reino de España, posiblemente su interrogante hubiera sido ¿ Por qué soy tan honrado?
González-Pons, no se ha atrevido a tanto, por la misma razón que yo no me decido a atracar un banco, a saber: por timidez. En vez de aseverar convencido “los dirigentes del PP somos gente honrada” que también tendría lo suyo, ha preferido trazar un paralelo con el resto de la ciudadanía, lo cual, no deja de ser un acto de vellaquería moral por esparcir la sospecha propia precisamente entre quienes de él esperaban un claro posicionamiento ético de carácter absoluto no relativista, pues, así como los ciudadanos deseamos que en los debates del Congreso los Diputados no traten los asuntos con la misma ligereza con que hablamos de ellos en los bares mientras comemos aceitunas o en mercados al tiempo que hacemos la compra, tampoco nos apetece que los representantes democráticos reproduzcan al por mayor nuestros conocidos defectos y vicios sociales. ¡Al revés! Perseguimos denodadamente ver entre ellos a lo mejor de nosotros y acaso a tal efecto les hemos elegido, pues para ser como los demás, ya nos bastamos nosotros mismos.
Barruntando el mal sabor de boca mediático que había dejado tan desafortunado comentario, “Los Happiness” de Nuevas Generaciones reunidos en cuchipanda desde su Congreso de Valencia, propcuraron apostillar con el entusiasmo que les caracteriza que “aunque el PP es un Partido tan honrado como todos, es el único que nos puede sacar de la crisis”, cortafuegos que por una parte rebaja el nivel ofensivo anterior al circunscribir el paralelismo a la Politicasta y no a toda la ciudadanía y por otra, introduce una enmienda compensatoria, pues no somos pocos los que preferimos un corrupto eficaz, antes que un bienintencionado incapaz, de igual modo que al frente del timón durante una tormenta se coloque un Capitán canalla, antes que un loco, un temerario o un imprudente, importándome un rábano, sea dicho de paso, si los mismos son o dejan de ser honrados.
En cualquier caso, el caradurismo del que ha hecho gala González-Pons, me ha servido para hecer un pequeño examen de concienia: ¿Por qué soy tan honrado? ¿Habré recibido una educación deficiente?¿Quedé traumatizado de niño cuando me pillaron robando caramelos? ¿No me reuniré de la gente adecuada? ¿Será por falta de oportunidad? ¿Será por resistirme contra mi voluntad a ingresar en un Partido político? Es posible que así sea en la mayoria y que sin saberlo, ustedes sean honrados de modo inconsciente, de forma natural, del todo animal y si me apuran, hasta de una manera incívica, casi embrutecida. Pero, en mi caso particular, yo reconozco que soy honrado a mi pesar, me explico: Ciertamente, las personas con gafas somos más inteligentes, de eso no hay ninguna duda; para bajarnos los humos, el Creador ha confinado nuestra inclinación pecadora a nuestro alcance visual, de modo que, allí donde a los demás desde lejos aparece la envidia, la gula, la lujuria o las ganas de apropiarse de lo ajeno, nuestro corazón todavía permanece inmaculado de dichos sentimientos, aun cuando nuestra inclinación hacia ellos es militante, motivo este que, durante toda mi vida me a impedido copiar en exámenes o sin ir más lejos, robar en el Corte Inglés que es uno de mis retos. Y es por este motivo que muchos dirigentes, en cuanto llegan al poder, aconsejados por sus asesores de imagen rápidamente empiezan a usar gafas, aunque algunos ya vienen con ellas puestas.

España: ¿Se parte? o ¿Se reparte?

https://www.youtube.com/watch?v=c8cJlf3iO6c

El nacionalismo español jacobino centralista representado por Partidos Políticos como el PP o el PSOE, día sí, día también, alarman a la pobre gente rasgándose las vestiduras en los Telediarios ante las exigencias de los nacionalismos periféricos de vascos y catalanes a quienes acusan de pretender partir España, trapo al que el noble peatón entra como un toro, sin percatarse que entretanto, esos mismos que claman ¡España se parte! entre ellos ¡se la reparten!

El Socialpopulismo alternante, distare las mentes con dicho miedo para que estas no fijen su mirada en el auténtico saqueo organizado del país que a manos de la mayor red de delincuencia organizada que quepa imaginar se está operando por toda la geografía desde los más altos cargos de nuestras Instituciones municipales, autonómicas y nacionales. La Mafia política que en la actualidad tiene secuestrada la Democracia, ha hecho de la necesidad virtud, por supuesto desde una perspectiva criminal. Me explico:

Las élites extractoras han hallado un filón emocional en el juego geoestratégico cultural de las distintas filiaciones a las que la conciencia del sujeto se puede adherir en tiempos donde se siente como necesaria un reforzamiento de la identidad local para compensar la liquidez sufrida por toda entidad en el proceso de globalización, de modo que, a las fuerzas centrífugas del liberalismo se le oponen las centrípetas conservacionistas, fenómeno que de manera fractal se repite desde la aldea hasta el planeta entero, en una doble tensión por arriba y por abajo que puede identificarse por partida doble sin ir muy lejos en las ansias catalanas por la independencia de España pero su deseo de pertenecer a la Unión Europea que ya es llamativo que se prefiera ser cola de león que cabeza de ratón, al tiempo que España niega el derecho de los catalanes para decidir sobre su futuro cuando no pone reparos en ceder soberanía peligrosamente en nuestros asuntos internos que desde hace un lustro parecen decidirse en Bruselas cuando no en Berlín mismo.

Es posible que conceptualmente Exupery tuviera razón al apuntar en “El Principito” aquello tan repetido de “Lo esencial es invisible a los ojos”. Pero en cuanto bajamos al terreno práctico-material, lo esencial se transforma en vivienda digna para todos, educación y sanidad pública, infraestructuras, servicios sociales, gobiernos diligentes y cuantos elementos una sociedad avanzada ha de sufragar vía impuestos modo positivo mediante el cual se garantiza la solidaridad del individuo para con la comunidad en la que se desarrolla como persona y ciudadano. Ahora bien, si las palabras se las lleva el viento, los impuestos nos los roban quienes tienen a su cargo la redacción diaria del Boletín Oficial del Expolio dedicado únicamente a publicar continuas corruptelas bajo las distintas fórmulas ideadas ex profeso para adjudicar a sus amiguetes las contratas millonarias de inútiles infraestructuras a tanto el kilo de cemento, cuantiosas subvenciones ideadas para ser cobradas por empresas fantasma que expedirán facturas igual de etéreas con las que triangular dividendos, el establecimiento de nuevos impuestos directos e indirectos para aumentar su índice de beneficios…de modo que, yo sinceramente no se si España se rompe o se deja de romper; lo que si tengo claro es que su casta política se corrompe y debe ser eliminada cuanto antes, por supuesto por medio de una paliza democrática, o sea, dada por la mayoría lo que no excluye el linchamiento público de los cabecillas de la trama criminal como en su día el pueblo Italiano hiciera con Mussolini que para el resultado del veredicto que tuvo el juicio de Nuremberg, casi fue más conforme a Derecho.

Por último, debo subrayar que aunque no se oye decir ¡Esuskadi se parte! o ¡Cataluña se rompe! es de suyo que por estos lares también se reparte y se corrompe. Mas, al hacerse de manera cercana al ciudadano, éste casi lo recibe con satisfacción, como los primeros abertzales asumieron su primera ¡Hostia bat! en euskera a manos de la Ertzantza o los Okupas de Barcelona padecieron torturas en las comisarías de los Mosos.