¿Por qué soy tan honrado?

Conocido por la opinión pública el contenido del auto donde el juez Ruz dice apreciar indicios de que el PP mantuvo una contabilidad B durante mucho tiempo, un silencio sepulcral se hizo desde Moncloa, hasta Génova, pasando por San Jerónimo, sin rodear el Congrerso, mutismo sólo alterado por un bientintencionado Vicesecretario de Programas del Partido Popular, Esteban González-Pons, quien sostuvo que los dirigentes de su formación “son tan honrados como todos”.
Nietzsche en su obra “Ecce homo” se preguntaba ¿Por qué soy tan bueno? en la misma Alemania donde poco después aparecería el Nazismo; pero de haber escrito en el Reino de España, posiblemente su interrogante hubiera sido ¿ Por qué soy tan honrado?
González-Pons, no se ha atrevido a tanto, por la misma razón que yo no me decido a atracar un banco, a saber: por timidez. En vez de aseverar convencido “los dirigentes del PP somos gente honrada” que también tendría lo suyo, ha preferido trazar un paralelo con el resto de la ciudadanía, lo cual, no deja de ser un acto de vellaquería moral por esparcir la sospecha propia precisamente entre quienes de él esperaban un claro posicionamiento ético de carácter absoluto no relativista, pues, así como los ciudadanos deseamos que en los debates del Congreso los Diputados no traten los asuntos con la misma ligereza con que hablamos de ellos en los bares mientras comemos aceitunas o en mercados al tiempo que hacemos la compra, tampoco nos apetece que los representantes democráticos reproduzcan al por mayor nuestros conocidos defectos y vicios sociales. ¡Al revés! Perseguimos denodadamente ver entre ellos a lo mejor de nosotros y acaso a tal efecto les hemos elegido, pues para ser como los demás, ya nos bastamos nosotros mismos.
Barruntando el mal sabor de boca mediático que había dejado tan desafortunado comentario, “Los Happiness” de Nuevas Generaciones reunidos en cuchipanda desde su Congreso de Valencia, propcuraron apostillar con el entusiasmo que les caracteriza que “aunque el PP es un Partido tan honrado como todos, es el único que nos puede sacar de la crisis”, cortafuegos que por una parte rebaja el nivel ofensivo anterior al circunscribir el paralelismo a la Politicasta y no a toda la ciudadanía y por otra, introduce una enmienda compensatoria, pues no somos pocos los que preferimos un corrupto eficaz, antes que un bienintencionado incapaz, de igual modo que al frente del timón durante una tormenta se coloque un Capitán canalla, antes que un loco, un temerario o un imprudente, importándome un rábano, sea dicho de paso, si los mismos son o dejan de ser honrados.
En cualquier caso, el caradurismo del que ha hecho gala González-Pons, me ha servido para hecer un pequeño examen de concienia: ¿Por qué soy tan honrado? ¿Habré recibido una educación deficiente?¿Quedé traumatizado de niño cuando me pillaron robando caramelos? ¿No me reuniré de la gente adecuada? ¿Será por falta de oportunidad? ¿Será por resistirme contra mi voluntad a ingresar en un Partido político? Es posible que así sea en la mayoria y que sin saberlo, ustedes sean honrados de modo inconsciente, de forma natural, del todo animal y si me apuran, hasta de una manera incívica, casi embrutecida. Pero, en mi caso particular, yo reconozco que soy honrado a mi pesar, me explico: Ciertamente, las personas con gafas somos más inteligentes, de eso no hay ninguna duda; para bajarnos los humos, el Creador ha confinado nuestra inclinación pecadora a nuestro alcance visual, de modo que, allí donde a los demás desde lejos aparece la envidia, la gula, la lujuria o las ganas de apropiarse de lo ajeno, nuestro corazón todavía permanece inmaculado de dichos sentimientos, aun cuando nuestra inclinación hacia ellos es militante, motivo este que, durante toda mi vida me a impedido copiar en exámenes o sin ir más lejos, robar en el Corte Inglés que es uno de mis retos. Y es por este motivo que muchos dirigentes, en cuanto llegan al poder, aconsejados por sus asesores de imagen rápidamente empiezan a usar gafas, aunque algunos ya vienen con ellas puestas.

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