El candidato del PP a la Presidencia del Gobierno, declaró el pasado Lunes en el transcurso de la presentación de su autobiografía “En confianza” que la concordia, la unión, la independencia y la convivencia son los valores fundamentales de su vida que piensa aplicar a su gestión política si gana las elecciones generales del 20 de noviembre. Pues ¡Menos mal! que son sus valores fundamentales y no los superficiales que ha demostrado a lo largo de dos legislaturas trufadas de broncas, descalificaciones, sin ánimo constructivo cuyas malas formas han aflorado incluso en su última intervención, en la que según declaraciones posteriores, le ha faltado tiempo para, en su acostumbrada diatriba contra ZP transmitirle un mísero deseo amable de buena suerte ante su inminente desaparición de la vida política.
En confianza, reconozco mi extravagante simpatía por este personaje al que siempre he contemplado incómodamente en el marco que se le ubica y del que todavía no conocemos su auténtico perfil, que a mi me da, es de corte abiertamente liberal y muy contrario al influjo tardofranquista del que muy a su pesar se ha visto rodeado y del que nunca se ha podido zafar del todo, pese a la gran limpieza que acometió en la bancada Popular que le obligó a ser quien no es durante la primera legislatura, si bien, durante la segunda, chantajeado por Camps desde Valencia y marcado de cerca por la ambición de Esperanza Aguirre, como que no ha tenido otro remedio, como lo prueba el hecho de no haber cedido al envite de Cascos sin importarle lo más mínimo el desgaste político que ello pudiera suponerle en el Partido, donde parece tener más enemigos dentro que fuera, si es que dejamos de contar a los medios de comunicación que no le han dado más leña, porque parecía soportarlo todo.
Así como el Partido Popular está jugando un papel crucial para frenar el avance de la Ultraderecha en la sociedad española, canalizando su ímpetu reivindicativo por la senda constitucional y democrática, haciendo para ello suyas las banderas que su extremo ideológico enarbola desde los escaños parlamentarios por toda Europa, así también Rajoy, atempera con su sola presencia las nostálgicas palpitaciones del Nacional-Tradicionalismo de buena parte de sus máximos dirigentes a los que, si no me equivoco, sabrá reconducir por vías más liberales y necesarias que las hasta ahora transitadas por los dirigentes del Partido Popular desde la irrupción de Aznar.
España, amiga de los excesos, siempre se ha conducido entre Golpes de Estado, Pronunciamientos militares, Levantamientos populares, Revoluciones, como si las vías intermedias no fueran suficientes para soltar la adrenalina social. De ahí, nuestras múltiples guerras civiles – no eximo de culpa a los Borbones – y que las posturas extremas, combativas, irreconciliables y vengativas hayan triunfado entre la población mientras la cultura del pacto, del diálogo, la cooperación y el entendimiento, como que no ha despertado pasiones. Pues bien, sinceramente creo que el Rajoy que conocemos, rehén de su circunstancia, deudor del dedo que le señaló como sucesor, hipotecado por los Barones de su partido, dará una sorpresa a propios y extraños si es que llega a la Presidencia del Gobierno, momento en el que se soltará la melena y se descubrirá como el auténtico liberal que es en todos los sentidos, planteamiento al que lamentablemente nuestra geografía no ha dado cabida todavía a diferencia del resto de potencias prósperas. Al menos, esto es lo que deseo creer, antes de darle por esquizofrénico y echarme a temblar por el futuro que nos espera en manos de una especie de Nerón contemporáneo cuya idea de si mismo, no tiene nada que ver con quien realmente es. A lo mejor, más que en confianza, estoy en un auténtico acto de Fe.
Etiqueta: Rajoy
¿Nos hacemos una pajilla?
Mariano Rajoy, se ha estrenado en Twitter relatando el encuentro fortuito que ha tenido en pleno vuelo con el actor Santiago Segura y el cantante Julio Iglesias hijo, con quienes se le puede ver en una foto tomada en el interior de la nave que acompaña su cuarto mensaje en la red social. Qué menos que comentarlo como merece.
Si se observa detenidamente la foto, a modo de ejercicio Yoga, primeramente, cualquiera podría sentir una experiencia religiosa, para acto seguido, percatarse de la enorme fuerza con la que concurren las miradas de los personajes que de querérsele encontrar un parangón estético de enigma y misterio en la Historia del Arte, habríamos de conducir los pies hasta el Museo del Prado para hallarlo en el, escudriñado hasta la saciedad, cuadro de Velazquez conocido como “Las meninas” o si se prefiere, el famoso cruce de paso de cebra de los Beatles.
Para empezar, es muy extraño que el centro de atención sea el actor y no el político, cuando es en el Twitter de este último, donde se cuelga la instantánea. Lo suyo, hubiera sido que fuera el Presidente del PP donde confluyeran las miradas de los otros personajes…¡Pero no! Tanto Julio Iglesias, como Don Mariano, dirigen sus ojos hacia donde está quien en la ficción interpreta a Torrente. Este detalle que no pasa desapercibido al espectador de la foto, se ve más acentuado si cabe, porque a su vez, Santiago Segura, en lugar de devolver la cortesía mirando a uno de sus interlocutores, parece como inmune a la cosificación de la que hablara Sartre y enfoca sus gafas hacia donde está la cámara. El resultado es un flujo simbólico constante de interpelación hacia el sujeto que contempla la escena, cuyo inconsciente ha de saber despejar las distintas incógnitas subliminales del leguaje no verbal que encierra tan sublime momento, menester para el que nos serviremos de quien en principio parece un convidado de piedra, pero que no aparece por casualidad, pues es su presencia que ocupa la parte central del triángulo escénico, la que cataliza todo ese caudal semántico que pasa desapercibido al inconsciente.
Salta a la vista, que de no ser por la amplia sonrisa del cantante, cualquiera diría que les agrada el encuentro; Se evidencia una corriente de tensión continua entre el político y el actor, a caso porque saben que en breve habrán de entenderse uno para dejarse fotografiar juntos, el otro para conceder subvenciones a quien le va aponer a parir. De ahí la posición ambigua de perfil y meditabunda del candidato Popular o la mueca incómoda de Segura hecha de frente, en un esfuerzo por irse acostumbrando a la nueva situación que previsiblemente vendrá tras el 20-N y coger desde ya al torito bravo del Fari por los cuernos.
No poca importancia tiene en este orden de cosas, la posición de los brazos. Los brazos por antonomasia en el código estético representan el mando y la capacidad de poder. Obsérvese, que la búdica sonrisa de Julito está como flotando en el aire sin aparecer los brazos del cantante y con ello, vuelve a resaltar estos elementos en los otros dos personajes. Mientras Don Mariano apunta con su brazo izquierdo hacia el actor y le hace un corte de mangas disimulado a la vez que le enseña el reloj, como dándole a entender que les queda poco a los de la ceja, la posición horizontal femenina del brazo de Segura, que lo sitúa como a la defensiva, presupone que el actor ha tomado nota, si bien, también puede enviar el mensaje de que está dispuesto ha trazar una raya entre su pasado cercano y su futuro inmediato, dato que justificaría la actitud meditativa de Rajoy que contrasta con su agresividad gestual, aunque con la que tiene escondida se esté haciendo una pajilla, con la que no disfruta tanto como Julito con las dos.
Y una vez más, es la figura de Julio Iglesias la que dirige toda la interpretación. Al llevar una gorra, provoca que nos concentremos en la diferencia capilar de los otros dos personajes, uno calvorota y el otro bien poblado, aunque en lo demás, parecen coincidir con su barbita recortadita y sus gafas de corte rectangular, asunto en el que parece caer en la cuenta el propio Santiago Segura y que podría ser la causa de su mueca ante la cámara, preocupado por que le saquen el parecido o quien sabe, si para contratarlo de doble en Torrente V.
Pues bien, mucho me temo que al líder del PP le han tendido una trampa de ¡Aupa! maquinada por los expertos en manipulación de masas a través de la iconografía. El mensaje oculto que transmite la fotografía, donde Rajoy aparece dubitativo en el extremo derecho del marco, sobre fondo azul y con el actor destacando en rojo, no es otro que: ¡Sálvame de Rajoy!
MR-12
Según parece, Mariano Rajoy, ha estado tentado de sucumbir a la moda de los logos que mezclan letras y números, como si de un automóvil salido de la fábrica se tratara, encandilado seguramente, por ese 3% de los votos cosechados por el PSOE que los analistas políticos adjudican a la irrupción de la marca ZP en las elecciones de 2004.
Es una lástima, que el Presidente del Partido Popular, finalmente no se haya atrevido a dar un paso más en esta tendencia, para observar de qué manera la incorporación del frío número masculino hubiera dado ese toque científico a su imagen pública del que adolecen las cálidas femeninas letras y cómo ello hubiera podido incidir en un electorado acostumbrado a elegir entre productos adornados con fórmulas como Omega3 o Vitamina B12, que en cambio ha de escoger en la parrilla televisiva entre programas como OT o DEC, para averiguar entre qué segmento de la población, cala más su mensaje, si entre el de operarios técnicos o el de las folclóricas.
La primera intención es la que vale. A mala hora, su gallega indecisión le empujó a consultar la idoneidad de anunciarse con las iniciales de su nombre asociadas al año de la próxima cita en las urnas, y hacerlo precisamente a Campmany, artífice de la marca ZP, que impropiamente le ha desaconsejado continuar con dicho proyecto, dado que, el resultado MR-12 le recordaba al nombre de un misil…¡Como si su ZP no nos trajera a todos a la memoria al Zorro, Zipi y Zape y los PetaZetas! reacción propia de artistas engreídos que desean pasar a la historia en solitario, sin crear Escuela ni tradición alguna; Además, ¿quién nos dice a nosotros que dicha asociación de ideas no hubiera fructificado en una corriente de simpatía entre los jubiletas añorantes del R4 y el 2Cv y la nueva generación net 2.0 como nos sucediera a quienes entre medias nos enamoramos de R2D2 y C3Po. Este reconocido publicista, no tenía derecho alguno a desanimar a nuestro voluntarioso Mariano: si él, Campmany, tuvo la feliz idea de aprovechar la anglosajona costumbre de citar sólo las iniciales para referirse a los nombres de pila como entre nosotros acostumbran periodistas del prestigio de PJ Ramírez o JJ Santos, para mezclar la inicial nominal de Zapatero con la inicial del cargo al que se presentaba, Mariano Rajoy habría superado la técnica de su antecesor, al asociar sus iniciales, no al número de su camiseta como hace el futbolista CR7, sino a un año determinado, en este caso el 2012. La única pega que yo observo a MR-12 es que, a diferencia del famoso ZP que aparecerá en todas sus biografías acompañándole hasta su tumba a José Luis Rodríguez Zapatero, la fórmula elegida por Rajoy, tendría los días contados, ganase o perdiese las elecciones, con permiso del Fin del Mundo que los Mayas anunciaron para esa misma fecha.