Su Bajeza real

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“Voy a empezar mi relato, con alegría y con afán”. Así de contenta da inicio la guasona canción “Se va el caimán” que no acabamos nunca de entonar con plena satisfacción siquiera cual plañidera tonadilla “A dónde vas Alfonso XII” cuando en la emisora eminentemente de mi mente demente se cuela por interferencia revolucionaria “La cucaracha”. ¡Sí! De esas que nacen, crecen, se reproducen, saquean y se esconden por las rendijas de la Casa Común.

Porque “La metamorfosis” kafkiana mal haríamos en entenderla acontecida meramente en la psique del sujeto individual. En ocasiones, el nauseabundo insecto real se presenta, tal cual es al mundo, cuando sintiéndose descubierta su auténtica identidad, lejos de amilanarse, recobra la dignidad cesando en su fingimiento y disimulo, dispuesto a hacer frente a sus enemigos naturales, noumeno que salvando las distancias reptilianas en cuanto a especie, recientemente ha puesto de manifiesto David Icke.

Mientras los medios especulan con la posibilidad de su abdicación, ganando tiempo al tiempo, habiendo elegido la transición coronaria por la placentera vía de hechos consumados antes que el siempre arriesgado cauce normativo que puede verse interrumpido por una súbita decisión soberana popular hasta la fecha no ejercida en plena libertad, aquel a quien no afectan las elecciones democráticas, ni los convenios laborales, ni puede ser juzgado, ni despedido, coge de continuo la baja ora por un esguince ora por un lumbago, al objeto de por una parte dar algo de lástima y por otra acostumbrar a las retinas de los ciudadanos como su vástago recoge el testigo sin que podamos reclamar un debate sucesorio como corresponde a una sociedad moderna y no medieval. Claro que eso es mucho pedir para un Reino donde desde los referéndums de Franco, está mal visto consultar a los súbditos, no sea que le tomemos costumbre.

Y lo que es el sabio idioma castellano…en las horas más bajas que caben recordar de esta Monarquía, con los índices más bajos de popularidad en las encuestas manipuladas, cuando varios de los miembros de la familia Real se han visto salpicados presumiblemente por bajezas morales como servirse de una Fundación destinada a las personas más bajitas con más bajas oportunidades en la vida como son los niños con discapacidad, para procurarse sin disimulo lucro personal a su costa, resulta que su Alteza, coge la baja, por no poder caminar.

Ante esta situación, la bajada de pantalones de la clase política es total. Nadie se atreve a alzar la voz para reclamar un debate serio sobre el futuro de la Casa Real en Japón. Todos prefieren cuchichear por lo bajinis sobre el buen gusto filosófico del monarca que lee el “Tractatus Logico-philosophicus” ahora que el Método cartesiano ha resultado ser “te lo saco todo” en vez de “te lo meto todo” como dicen quienes entienden del asunto, que a lo mejor por ahí vienen los continuos problemas de espalda y no de tanto esquiar, porque ya sabemos cómo se las gastan sus Señorías en los escaños, entre votación y votación mirando de reojo las imágenes de la tableta, que explica mucho de sus caras de felicidad onanista como la de Montoro mientras en el pleno deciden sobre cosas tan amargas como los recortes.

Bueno, no sé cómo, ahora entre “Se va el caimán” y “La cucaracha no puede caminar” se mete en medio la canción infantil “Cuando Fernando VII usaba pantalón”. No me pregunten por su origen que no lo sé y prefiero no saberlo. Pero de casta le viene al galgo que por algo hay más por reconocer que reconocidos entre los hijos de la patria que entre todos ayudamos a sostener. En cualquier caso, se ha de tener muy presente el dato de que en costura a tomar los bajos del pantalón, se le dice “subir la bastilla”, todo sea que en vez de coger aguja e hilo, por ahorrar tiempo se emplee la guillotina.

Madrid bien vale una disculpa

Cuando su ancestro, Enrique de Borbón, contumaz Protestante, siendo todavía Enrique III de Navarra, aceptó acatar conditio sine qua non, impuesta para acceder al Trono de Francia de abjurar de su Fe acudiendo a una solemne misa católica profiriendo aquello de “París bien vale una misa” cual Galileo musitando por lo bajinis “ Y sin embargo se mueve” allanó lo suyo el camino al pragmatismo de William James y ¡cómo no! Hizo más llevadero el vergonzoso trance que para cualquiera supone reconocer en público las faltas públicas, tanto más aún, cuando la petición de disculpas proviene de todo un Rey acostumbrado a hacer lo que le da la Real Gana.

Sea entonces, que “si París bien vale una misa, Madrid merece pedir perdón”, habrá pensado para sí estos días un hombre convaleciente pillado in fraganti. De modo que, en cuanto los médicos le han dado el alta de su intervención de cadera necesaria por el percance sufrido durante su Safari por Botswana cazando Elefantes, escopeta en mano al más puro estilo de su pariente Carlos III, con semblante apesadumbrado y tono compungido como un niño arrepentidillo de una travesura, nos ha regado los oídos con la siguiente inédita disculpa “Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir». Que seguramente habrá conmovido todos los corazoncitos plebeyos como el de Rubalcaba y lacayos como el de Rajoy, aún el de los ingenuos súbditos que no entienden la frase en lo que el lingüista Chomsky designaría como estructura profunda. Pero aquí estamos para ayudarles a ustedes a comprender el mensaje reptiliano proferido por este digno ejemplar de la especie Borbonus Borbonus.

Lo primero que hemos de aceptar, es que pese a dirigirse a las cámaras y micrófonos, su petición de disculpas no va dirigida a nosotros la ciudadanía, sino a su familia, muy enfadada con él por dejarse cazar, lloviendo sobre mojado, de ahí lo que ha tardado Doña Sofía en visitarle en el hospital y lo breve de su visita, lo justo para tirarle de las orejas por poner en riesgo el futuro de su hijo; Lo segundo es advertir la ambigüedad de “Lo siento mucho” ¿Se refiere al dolor de la cadera que se pasa con aspirinas? o ¿A algún tipo especial de remordimiento para con el desprestigio ocasionado a la Institución monárquica precisamente el 14 de Abril? Lo tercero, no deja muy claro en qué se ha equivocado? ¿Se ha equivocado en irse de viaje cuando la Nación lo pasa mal? ¿Por cazar a un pobre elefante? ¿Por romperse la cadera y coger de nuevo la baja? Como nada de ello es motivo de arrepentimiento para alguien que la mayor parte del tiempo lo pasa fuera de España y no en la Zarzuela como el Tontodiario nos quiere hacer creer – fíjense que cada vez que ocurre un imprevisto, tanto él como Sofía aparecen en lugares bien lejanos de nuestra geografía – cuya afición desde antes de nacer es la Caza Mayor y las enfermedades y accidentes no son atribuibles ya a la cólera de Dios para castigar el mal de los individuos…lo suyo, es colegir que la equivocación a la que se refiere, tiene que ver con precisamente no haber tomado las debidas precauciones para evitar que la plebe se entere del ambiente ejemplar en el que Urdangarín se ha debido desenvolver desde que se casara con Doña Cristina.

Y por último, lo de “No volverá a ocurrir” es como lo del “Prometer prometer” porque esto que en los medios de comunicación aparece como excepcional, ha sido la norma. Y ya sabemos que el hombre, es un animal de costumbres, más que campechanas, asilvestradas y hasta salvajes. En consecuencia, más que un propósito de enmienda, es toda una declaración de intenciones que puede tomarse como amenaza en su vertiente negativa o si se prefiere como agonal reto hacia los medios de comunicación cuyo sentido bien puede traducirse por” Nunca más me vais a cazar”.
Pues bien, con todo, este impenitente republicano sabe apreciar el gesto en lo que vale, en este Reino del “Todo vale” donde rara vez algún representante democrático se digna a pedir disculpas ni en su nombre, ni como al escondite “Por sus compañeros”, de modo que pese a las interpretaciones hermeneutas aquí arrojadas, Don Juan Carlos, al menos ante mi, ha mejorado su imagen.

Operación Flor de Lis

bomba IIIIII

Cuando tras toda una vida reclamando lo que por naturaleza le correspondía, todos nos alegramos de que a Don Leandro le reconocieran los tribunales ser hijo de Alfonso XIII concediéndole el derecho a llevar el apellido Borbón, pocos supimos presagiar, contra la empatía que en nosotros despertaba, que de aquella feliz resolución no podía seguirse nada bueno, como tuve la audacia de dejar por escrito en un artículo titulado “Por una Real planificación familiar” donde exponía mis temores de ver convertida España en un coto anacrónico de la Borboneidad. Fui tachado de exagerado, de tenerla tomada con la Sagrada Familia, etc. Lamentablemente, ni el tiempo ni la historia han tenido la gracia de absolvernos, y ahora, este célebre bastardo que ostenta el lucrativo título de Decano de la Casa Borbón, anuncia al mundo que el próximo Octubre, en Ciudad Real va a tener lugar la Primera Convención Borbónica, a la que están invitado más de medio millar de familiares desperdigados por todo el Orbe, desde Argentina hasta China, Australia o África del Sur.
Don Leandro, sólo reconoce en la insólita iniciativa motivos sentimentales, emocionales, folklóricos, tradicionales, a los que pretende dotar de una infraestructura formalizada de la que carecen hasta la fecha como familia, al margen de los propios lazos sanguíneos, históricos e institucionales. Sin embargo, hacía tiempo que yo estaba al tanto de que algo se estaba cociendo en Palacio, por supuesto, mucho más despacio, que el año, dicen desde su Casa Oficial, les ha llevado orquestar esta aparente bravuconada, no sin la aquiescencia del Jefe que deja hacer por lo mucho que hay en juego si se saben jugar con habilidad las bazas.
Resueltas borgiamente las asperezas del otrora bonsái borbónico, éste se ha rebelado a la sombra de Don Juan Carlos, como un robusto baobab, empero cuya vigorosidad puede tener los días contados, pues los altibajos en sierra que describen las gráficas respecto a la pervivencia histórica de la institución, apuntan a la baja con mayor precipitación que la descrita por la Iglesia Católica, cuando se atiende más allá del inmediato ciclo vital. Sus más destacados representantes, que tienen muy claro no ser meros transmisores de la herencia que les dejaron sus padres, sino que tienen en préstamo los futuros recursos de sus hijos, han tomado la sabia decisión de crear una mastodóntica Corporación familiar para acrecentar su descomunal poder institucional a nivel Internacional manteniendo su colosal imperio financiero, influencia que tienen intención de extender al mundo de la moda, los medios de comunicación, las artes, los deportes, y aunque les es muy ajeno el tema, también pretenden inmiscuirse en asuntos académicos y científicos.
De todo esto ya se habló, toda vez Carlos Hugo renunciara a la Corona de España –inteligente decisión entonces, en función de los antecedentes y aún después, visto lo visto, con los postulantes al trono de Francia- en una supuesta reunión secreta que tuvo lugar en Roncesvalles a mediados de los ochenta entre representantes menores de las trece Casas con interés en el asunto, en donde presumiblemente se redactaron los Protocolos de los Siervos del Borbón, conocidos bajo las siglas PSB de los que me ocuparé otro día. Desde entonces, todo cuanto ha acontecido entorno a la Casa Real, ha seguido fielmente aquellos incipientes trazos estratégicos, desde la creación de los Premios Príncipe de Asturias para ganarse a los intelectuales y tenerles a su merced, hasta los distintos casamientos habidos hasta la fecha. La revelación de la existencia de la denominada Operación Flor de Lis por boca del Jefe de la Casa de Don Leandro, Don José Liberto López, puede parecer casual, pero no lo es. Desde el susto clínico-mediático del que se nos ha dicho que el Monarca ha salido airoso, todos los indicadores apuntan a una actividad frenética en todos los frentes, entre ellos, ultimar esta compleja red de influencias socio-económicas-institucionales, para que no les coja el toro. Hay motivos para la premura como ha demostrado la baja de Carlos Hugo.
Tal y como ha declarado el elefante blanco de esta trama, el acontecimiento se inaugurará con un discurso suyo, como corresponde al anfitrión, Padrino para la ocasión de la Familia Borbón, con el que se dará inicio a todo un fin de semana repleto de actos pomposos, propios de otros tiempos, cuya finalidad, esta vez, no será dar pábulo a las vetustas tradiciones de las que son fósiles vivientes, sino la de camuflar el verdadero contenido de las discretas reuniones que entre recepciones, bailes y banquetes sus máximos representantes entre los que cabe citar a Luis Alfonso de Borbón Duque de Anjou, Carlos de Borbón Duque de Castro, María de las Nieves Borbón y Parma, y un etcétera verdaderamente preocupante, tienen previsto entablar para organizar, como corresponde a la época en que vivimos, la futura supervivencia de la Sagrada Familia, en los órganos de poder y decisión Internacionales.
La noticia ha sido tomada a chufla y solo le ha faltado haberse conocido un 28 de Diciembre para pasar por inocentada. Y seríamos unos auténticos inocentes de tomarnos el asunto como una trasnochada ocurrencia proveniente de alguien que solo busca un poco de reconocimiento…La historia de la Sagrada Familia, da cuenta por si sola, con qué habilidad sus genes se hicieron con el poder hace más de Mil años y con que fortaleza lo han ostentado desde entonces. No es descabellado pensar que tras esta convención borbónica, se halle el anhelo de reunificar la Hispanidad bajo la corona Borbona e instaurar en cada país con representantes Borbones una especie de embajada familiar como se le ha escapado aventurar al propio Don Leandro. En esta línea, me han llegado rumores de que hay pretensiones de hacerse con un sillón en la Asamblea General de la ONU, en la que ya cuentan con cargos dentro de la UNESCO o UNICEF; así como dentro del FMI, BM, COI, etc.
(En breve les haré entrega de anteriores trabajos sobre la materia, aparecidos en mi libro semiclandestino “La Sagrada Familia” y como novedad, iré sacando en forma de capítulos cuanta información dispongo recopilada durante más de veinticinco años de esos Protocolos de los Siervos del Borbón…)

Nuestros antípodas

¡Siempre nos quedará Gibraltar!
¡Siempre nos quedará Gibraltar!

Los ciudadanos de Australia, pese a que su país es independiente de Gran Bretaña desde 1901, por decisión propia, comparten con los de la metrópoli, la vergonzosa condición de súbditos de su Graciosa Majestad la Reina Isabel II, situación esta que fue refrendada democráticamente, a finales del siglo pasado, en consulta popular. Pero todo parece indicar que en aquellas lejanas tierras, a diferencia de las nuestras, no todas las fuerzas políticas tienen perenne vocación plebeya, menos aún lacaya, y en consecuencia, varios de sus máximos dirigentes entre los que se encuentra, nada más y nada menos que su Jefe de Gobierno, la laborista Julia Gillard, tienen la valentía de plantear sin tapujos que según se acerca la natural defunción de la Sombrerana octogenaria, se impone abrir el debate sobre si Australia ha de continuar bajo una Monarquía o por el contrario, transformarse en una República, sin esperar a que los hechos consumados de la realidad, dificulten ulteriormente las decisiones democráticas. Julia Gillard, espera que la Reina disfrute una vida larga y feliz, pero cree que la situación ha madurado lo suficiente como para iniciar una transición hacia la República al objeto de que la Monarquía en Australia finalice cuando concluya el actual mandato.

En cambio, los ciudadanos españoles, pese a que nuestro país es independiente de Gran Bretaña desde siempre, por indecisión impropia, compartimos con los de aquella metrópoli, la ruinosa condición de súbditos de su Graciosísima Majestad Juan Carlos I, situación esta que fue impuesta dictatorialmente a finales del siglo pasado sin consulta popular. Pero todo parece indicar, que aquí, entre nosotros, a diferencia de aquellas lejanas tierras, ninguna fuerza política está dispuesta a abjurar de su condición esbirra, cortesana, palaciega, ni dejar de prestar humillante servicio a la Ralea, y en consecuencia, sus máximos dirigentes entre los que se encuentra nada más y nada menos, que el Presidente de Gobierno, el Socialista Rodríguez Zapatero, no cejan en su empeño de presentar a los Borbones como la única opción democrática, esperando con ello que los hechos consumados de a Rey muerto, Rey puesto, eviten de nuevo ulteriores decisiones democráticas.
Rodríguez Zapatero, no necesita desearle al Rey que disfrute de una vida larga y feliz, pues nada ha de temer de las idas y venidas a Palma, aunque de tanto ir el cántaro a la fuente, este se rompa, porque disponemos de herederos suficientes a los que rendir honores y pleitesía. Además, la inmadurez del pueblo español, de nuevo desaconseja un radical cambio de Régimen que pueda traumatizarlo.