La ciudadanía, en Democracia, pronto olvida que históricamente los Gobernantes son nuestros enemigos naturales. En consecuencia, cada dos por tres, se lleva las manos a la cabeza, en cuanto se entera de los atropellos para con ella cometidos desde las instituciones y organismos oficiales, por entender que los mismos no son posibles, cuando lo cierto es, que sí lo son y además está así dispuesto por quienes hacen la ley que no son otros que cuantos hacen las trampas.
Este es el caso de lo sucedido con ocasión del acto benéfico “Partido por la vida” celebrado en Málaga la pasada Navidad, una actividad solidaria donde participaron de modo desinteresado famosos y futbolistas, impulsado por la asociación de policías nacionales «La Biznaga azul» con la que se recaudaron 18.000 euros destinados, en principio, íntegramente a ayudar a Idaira Osuna, una pequeña que padece una grave enfermedad degenerativa, y a la Asociación Malagueña de Mujeres Operadas de Cáncer de Mama (Asamma).
Pues bien, en el mismo país donde el yerno del Rey se permite recordar bochornosamente a los contribuyentes que “defraudar a la Hacienda pública menos de 120.000 euros no es delito fiscal”, los organizadores de este acto altruista se encontraron con la indignante sorpresa de que semanas después de haberse celebrado el partido Hacienda les reclama inmisericorde el 21 por ciento del IVA de las entradas y conmina a presentar alegaciones para retrasar el pago de la multa que les han anunciando por no haber hecho frente al mismo en tiempo y hora.
Tan indecente reclamación ha sido fundamentada en el tecnicismo de que los asistentes al espectáculo benéfico adquirieron una “entrada” en vez de realizar un “donativo”, que está exento de tributación. Empero, los organizadores no entienden por qué Hacienda no les avisó antes a pesar de que la actividad había sido debidamente publicitada y contó con una amplia cobertura mediática durante su presentación.
Lamentablemente, “La biznaga azul” integrada por policías nacionales, consciente de no contar con la colaboración de un fiscal sin vergüenza como Horrach, capaz de interceder de motu propio en su caso con la misma celeridad y celo con que lo ha hecho para defender la imagen y los derechos de la Infanta Cristina de Borbón, ha satisfecho la voraz reclamación el pasado Martes ingresando en la cuenta de la Hacienda Pública más de 3.000 euros correspondientes al IVA a la espera de qué sucede con el importe de la multa impuesta.
Por suerte para ellos, el aberrante comportamiento de Hacienda que recuerda mucho al modus operandi de la SGAE, ha inclinado, por esta vez, la balanza mediática de parte de la información en detrimento de la censura, por lo que estoy convencido de que, ahora que todo ha salido a la luz, es probable que el Ministro Montoro tome cartas en el asunto al objeto de restituir la cuantía a sus destinatarios legítimos, cuáles son, la niña enferma y las mujeres afectadas por cáncer.
Ahora bien, la mente de los Gobernantes no razona como la de los ciudadanos normales y corrientes, asaltada como está por consideraciones generales que exceden cualquier argumento nacido del sentido común, verbigracia, lo inapropiado de sentar un precedente, por lo que en caso, de no haber una rectificación por parte de quienes han cometido tan magno desaguisado, lo suyo sería que las distintas Instituciones Andaluzas y Malagueñas realizaran una cuestación entre diputados autonómicos y concejales de la capital para restituir a los organizadores del acto benéfico tan pequeña cantidad, pues a fin de cuentas, ellos son los directamente beneficiados por los impuestos que recauda Hacienda y no sería justo que lo ahorrado por los ciudadanos para ayudar a sus vecinos afectados por graves enfermedades, al final acabara llenando sus bolsillos en forma de dietas de desplazamiento, dietas por asistencia a comisiones, dieta para gastos de representación y el largo etcétera de dietas a la que está sujeto el régimen democrático.
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¡Ahora o nunca!
La Federación Regional de Municipios y Provincias de Castilla León, ha hecho suya la iniciativa emprendida con audacia por Ávila, Burgos y Zamora, de retener las cantidades adeudadas a la SGAE hasta que los tribunales no aclaren su situación investigada por presuntos delitos de apropiación indebida y desvío de fondos, aconsejando al resto de sus ayuntamientos asociados seguir su ejemplo, pues considera prudente que las instituciones públicas no contribuyan con sus fondos a acrecentar el comportamiento presuntamente delictivo de algunos miembros de este organismo, medida que para el Alcalde de Valladolid, debería ser adoptada por todos los municipios españoles.
¡Ahora o nunca! Parece ser la consigna. Hemos de aprovechar estos momentos de desconcierto interno y bochornoso desmarque a su alrededor como el de Ángeles González-Sinde, para crearle el mayor número de frentes posible mientras dure el proceso judicial coincidente con el año preelectoral, para de una parte cortarle la financiación que alimenta su voracidad recaudatoria y de otra, abrir una brecha en quienes ajenos a nuestro sufrimiento diario, como los dirigentes del PSOE, les prestan apoyo cómplice en el saqueo legal cometido en pago a los favores de imagen ofrecidos en campaña, por estos autores confesos que ahora se agarran a su presunción.
No sólo la FEMP debería secundar esta rebeldía cívica, que también es el momento para que las distintas asociaciones de hosteleros, las Bibliotecas Municipales, las Universidades, las empresas y cuantos particulares lo deseen, exijan la devolución del Canon Digital, pues con las facturas y las sentencias del Tribunal Europeo, tarde o temprano lloverán las resoluciones favorables, pero sólo para quienes reclamen en tiempo y forma.
Igualmente, la ciudadanía disconforme con el expolio al que está siendo sometida de modo directo e indirecto – yo he dejado de sacar libros de la Biblioteca desde que me enteré que por ello se paga a la SGAE – puede aprovechar la ocasión, para en estos días veraniegos de fiestas y romerías, demandar de sus municipios no contratar a ningún miembro destacado de la SGAE para los conciertos, sumándose al boicot a todos esos que con total descaro pretenden vendernos mil y una veces un pequeño esfuerzo creativo que sinceramente, no merece más que el realizado por un albañil cuya obra empieza y acaba en tiempo y espacio dados, no beneficiándose de su uso, más allá del sueldo cobrado en su momento.
Y por supuesto, el electorado tiene la oportunidad que ni pintada, ahora que Ruby abraza las demandas populares, visto a dónde dicen las encuestas que ha llegado la indignación que no parece conocer ideologías y mucho menos siglas…Pues no piensen ustedes que lo sucedido en los Tribunales, no guarda relación con el nuevo signo de los tiempos: el mayor aliado de la SGAE, el PSOE, rápidamente ha sacado conclusiones tras la derrota electoral, de dónde y cuándo se gestó la repentina corpulencia del 15-M, cuya respuesta apunta decididamente a la lucha civil mantenida por los internautas contra el Canon Digital, porque, pueden ser perversos, pero ello no les incapacita a la hora de interpretar la raíz de nuestro hartazgo que les trae sin cuidado mientras no les afecte, no siendo esta la ocasión, motivo que les ha empujado a tomar cartas en el asunto por los habituales pasadizos secretos de la Santísima Trinidad del Poder, como paso previo que les permita dar un giro de 180º y presentar una rectificación donde antes ratificaban, paso último que el aparato sociópata está dispuesto a dar, pero no, sin una masiva demanda social que les excuse ante los Víctor Manuel, Sabina y resto de esos que empiezan a ser conocidos despectivamente como “Miembros de la SGAE” al objeto de que no perciban en su drástico desplazamiento táctico, una traición, moderando su crítica durante las generales con la esperanza de que las aguas vuelvan a su cauce en esta especie de FILESA no tangible en que se ha convertido la cultura subvencionada.
Otro palo a la SGAE
A los de la SGAE ¡hay que correrles a palos! Pero… de los que les duele en el bolsillo. Díjome en cierta ocasión un amigo tras analizar mi propuesta pública de mantear a todos los miembros de dicha asociación cultural. Por supuesto, yo me refería a promocionar el Top Manta, no a darles de hostias, como sería del agrado de los brutolaris del lugar. Con todo, es agradable leer de cuando en cuando cómo personas con arrojo, le saben hacer frente a los Osos Mafi y más reconfortante aún, es tener noticia de que les den en los morros en su propia pocilga legal, que suele ser el campo elegido por aquellos para evitar la temida calle donde la multitud airada y violenta es donde desearía mostrarles su afecto aplaudiéndoles la cara y estrecharles entre sus brazos.
Este ha sido el caso de la barcelonesa, Ana María Menéndez, copropietaria de la tienda de informática Traxtore, a quien el Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha dado la razón en su disputa contra la SGAE que le demandara allá por el 2004 la bonita cantidad de 48.000 euros en concepto del Canon Digital. Aquella primera batalla la perdió ante los tribunales provinciales como era de esperar – no solo el ciprés tiene la sombra alargada- Pero su convicción de ser víctima de un atropello civil, le animó a presentar recurso ante la Audiencia de Barcelona que, en un acto de Pilatosería, le pasó el marrón al Tribunal Europeo para que desde la sana distancia a la luz del Sol de la Justicia, se pronunciara sobre si el sistema de gravamen español, era conforme con las directrices europeas, a lo que la apelada institución internacional ha respondido contundentemente: “el canon digital español, no se ajusta a la legislación europea y se aplica de forma indiscriminada sin distinguir entre empresas, profesionales y particulares.
Ahora, sólo me cabe entonces hacer un llamamiento general a las multitudes ávidas de eso a lo que los menos dicen venganza y los demás llamamos justicia y clamar aquello que dijera Victoria Prego ¡A por ellos! ¡A por ellos! Pero…con la ley y con la palabra.
¿Se merecen una paliza los miembros de la GAES?
Estaba el otro día en una cafetería de Barcelona, cuando entre el tumulto a mis espaldas, una tertulia de jubilados subidita de tono llamó poderosamente mi atención. ¡No era para menos! Lo que se discutía en la mesa contigua era si, los miembros de la GAES merecían o no, una buena paliza. Al principio, entre la música, la televisión, la gente que gritaba más que hablaba, la lectura del periódico y que por educación no deseaba escuchar conversaciones ajenas, como que no me enteré demasiado de que iba la cosa, salvo por algunas ráfagas que llegaban entrecortadas “ …pues yo, me negaría a darles un céntimo más a esos canallas (…) es un auténtico robo (…) actúan impunemente, siempre metiendo miedo con sus abogados (…) a esos hay que darles butifarra (…) y al Don Ramón de los cujons, me gustaría pillarle por la Rambla…” La verdad es que me tenían intrigado; Cada vez leía menos las noticias y escuchaba más aquel debate del que todavía no lograba atar todos los cabos: Primero, ¿ Qué les habían hecho los miembros de la GAES para tenerles tan enfadados? Cierto que conozco a una amiga que ha sufrido varias operaciones en el oído, y que está algo cabreada con los elevados precios de los audífonos, pero no pasa de ahí, claro que ella es de aquí y estos otros, catalanes y como se dice, la pela es la pela; segundo, si sabían en concreto quién les estaba haciendo la vida imposible, un tal Don Ramón, a qué venia tomarla con todos los miembros de la GAES cuya plantilla seguramente está integrada por personal altamente cualificado que desarrolla una excelente labor social; y tercero, si esa gente que discutía en voz alta era sorda…cómo es que mantenían en aquellas inaudibles condiciones, a su edad, una conversación tan larga y bien traída, sin decirse unos a otros ¿qué has dicho? ¡Perdona! ¡No te he oído!… Elucubraciones como estas rondaban mi cabeza buscando coherencia a cuanto se venia comentando, cuando en esto, acercose el que parecía dueño del local e intervino efusivamente para retarles con que les invitaba de por vida a los cafés si tenían los arrestos suficientes como para esperar a uno de esos indeseables y darle de bastonazos allí mismo en su establecimiento la próxima vez que viniera. Oído esto, decidí salir de mi anonimato para indagar sobre el particular que reunía todos los ingredientes para escribir un artículo como el presente. Tras disculparme por escuchar su conversación, les conminé a que me pusieran al tanto. Así, me informaron atropelladamente de infinidad de abusos y tropelías de la GAES, pero sin llegar a explicármelo del todo bien, de modo que les interrumpí para abordar la cuestión de forma ordenada. Pues bien, fue decirles solo que, en mi opinión, la mayoría de las personas a las que desearían darles una paliza, son gente honrada, muy profesional que no hacen otra cosa que velar por nuestro bienestar, que casi me linchan allí mismo. Menos mal que, en medio de la algarabía montada, alguien se cagó en el Canon Digital, otro maldijo al “Rey del pollo frito” y más de uno profirió de todo contra los derechos de autor dando vítores al top manta. Entonces, hice frente a aquella tromba de acosadores que se me echaban encima coléricos, enojados y muy pero que muy excitados levantándome de la silla donde me tenían acorralado y les exclamé ¡ Que no son la GAES que son la SGAE! La matización, pareció cogerles por sorpresa, porque de súbito enmudecieron. Se dejaron caer sobre los asientos, y cuando parecía que todo había acabado, alguien entre los presentes acertó a preguntar Pero entonces…¿Sigue en pie lo de darles una paliza? Como comprenderán, no me atreví a contrariarles por segunda vez.