Me llega el dato de que durante el pasado 2011 la ciudadanía ha visto más tele que nunca, concretamente unas cuatro horas diarias de media. Hechos los cálculos, viene a ser más tiempo que el dedicado de media a las vacaciones, exactamente dos meses.
Sorprendido por esta cifra media, pronto advertí la feliz coincidencia para un hombre de letras que el lapso que pasamos frente a la caja tonta, es justo la mitad del dedicado de media a dormir, o sea, ocho horas, por lo que sin necesidad de realizar más cuentas, sabemos que al sueño reparador le entregamos nada menos que cuatro meses del año. ¡Sin contar la siesta!
Nunca la expresión “Tempus fugit” me había calado tan hondo. Inquieto por averiguar en qué se nos va la vida media, me puse a contabilizar el tiempo medio de cuantas actividades o tareas cotidianas concurren en nuestra existencia, no media, sino entera. De este modo computé para la nutrición de entrada y salida, como mínimo un mes de media, se esté o no a régimen; En viajes interurbanos de media, se esfuma como mínimo otro mes, entre atascos y esperas. A ir de compras para levantar el país es fácil que se vaya otro mes de media con las rebajas, las ofertas y las liquidaciones constantes…Pero con tanta engañosa media, no me salen las cuentas para el ciudadano medio.
Es cierto que hay más de cinco millones de votontos que seguramente suben la Renta per Cápita de todos estos conceptos. Sin embargo, cuando se trata de contabilizar las horas trabajadas, nunca se hacen promedios, ni medias de este tipo para que se respeten en los convenios, de modo que, hay gente que no tiene tiempo, como se dice vulgarmente, ni para cagar la mierda media, mientras otros no tienen ni con qué limpiarse el culo de media.
Escuchando estas recurrentes encuestas, la pobre gente, esa que seguramente se pasa el día viendo la tele por no tener ni para salir en autobús, esa que duerme hasta la una del medio día por haber perdido toda esperanza de tener motivos para despertarse, esa gente, precisamente esa, llega a pensar que gana el sueldo medio anual de 22.500 euros, que tiene casa en propiedad de unos 90 metros cuadrados, que cada miembro de su familia se ha gastado sin comerlo ni beberlo literalmente durante la Navidad nada menos que 550 euros, que sale y vuelve de puente sin darse cuenta, que se va a esquiar…por decirlo de algún modo, que vive muy bien, comparado con Corea del Norte. Por eso triunfan programas como ¿Quién vive ahí? Sin embargo, la maniobra manipulativa, parece inocua para cuantos saben de qué va la historia, pues no les disgusta en absoluto que la media les mengüe sobre el papel sus ingresos, ni que les reduzca el terreno de su chalet en grandes titulares, ni los euros dedicados al ocio, las vacaciones, la educación de los hijos, etc. Casi puede decirse que les agrada escucharlo a menudo en el Tontodiario.
Por consiguiente, leyendo entre medias estas encuestas mentirosas, se deduce que, por una parte hay demasiada gente que dedica más de ocho horas al día a trabajar, sin contar desplazamientos, pues hay también demasiada gente sin hacer nada encerrada en sus casas; Segundo que del antagonismo en el cómputo temporal, no se desprende igual diferencia entre sus ingresos, pues generalmente, cuanto más se trabaja, más bajo es el salario percibido y en consecuencia debe haber otra masa ingente de ingresos, acumulada en muy pocas manos. Y tercero, las necesidades humanas, aunque en principio responden a biorritmos similares, se puede mantener científicamente que la media de los ciudadanos satisface sus necesidades vitales medias con mayor premura y menor coste energético que la otra no media.