Mejor una España que dos. Mejor dos Españas que sólo Una.
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Unión, no viene de Uno
Bien saben los lectores lo aficionado que soy a echar mano de la etimología para arrancarme en la pilla reflexión sobre cualquier tema al objeto de dar cobertura a las más estridentes conclusiones que una mente ociosa con demasiado tiempo libre suele arrojar durante los largos periodos de aburrimiento a modo de onanismo intelectual. Mas, sin que sirva de precedente, esta vez, haré precisamente lo contrario, enfrentando mi argumentación a lo establecido sin fisuras por el origen de la palabra “Unión” que ciertamente proviene de la voz latina “Unio” que a su vez deriva de “Unus” con significado de “uno”, pues afirmo rotundamente que fuera de la etimología, en la realidad de las cosas, en nuestro pensamiento y aún de la propia semántica, “la Unión” no remite al “Uno” sin que quepa polisemia alguna como sucede con el doble significado que acontece con el término “Unidad” donde es verdad que puede hacer alusión a una realidad parmenidea unívoca, indistinta, compacta, indivisible…pero no lo es menos que, también a la “variedad” que contiene, pues la Unidad, habla de pluralidad.
Seguramente ahora, ustedes, se estén preguntando, de qué diantres trata este artículo, acaso preocupados por el cariz metafísico que pueda imprimirle su autor. ¡No teman! El empeño con el que me tomo escribir en esta noble tribuna, no es el de profesor de Filosofía, sino el de ofrecer un servicio público a mis conciudadanos, ora criticando esto, ora proponiendo aquello; y hoy toca realizar una propuesta constructiva para reconducir la convivencia en esto que unos llaman con la boca llena casi masticando la eñe ¡España!, otros con indisimulado desapego Estado español, bastándome para mi un sencillo aquí.
Devanándome la sesera en torno al acontecimiento histórico del referéndum escocés, casi caigo en la trampa mediática urdida por los grandes titulares de pensar sobre el problema bajo el prisma de la comparación entre Escocia y Cataluña, cuando lo que habría de ser comparado, hoy por hoy, es a España con Gran Bretaña, donde las diferencias en cuanto a Democracia son históricas, bien notorias y fuera de discusión; ¡sabe dios! lo que me duele hablar bien de esa gente…pero es así. Y apercibido de este hecho, tenía intención de exprimir su recorrido, cayendo entonces en mi propia celada, cuál es, la de argumentar en beneficio de mis convicciones que desde siempre están a favor del Derecho de Autodeterminación de los pueblos y la capacidad de decisión de sus gentes, cosa que no hubiera añadido nada a las ya balanceadas balanzas donde se sopesa el rumbo de los acontecimientos. Pero tuve suerte, pues nada más disponerme a enumerar las diferencias abismales que se dan entre Gran Bretaña y España, lo primero que me llamó poderosamente la atención y que jamás antes había caído en la cuenta, fue cómo se denominan habitualmente ambas realidades sociopolíticas, a saber: Reino Unido y España. ¡Tate! ¡Ahí estaba la clave!
Puede parecer ridícula la importancia de la palabra “Unión” y derivados, en el maremagnum de intereses económicos, rivalidades históricas, intrigas políticas, reclamaciones territoriales, roces culturales de todo tipo que subyacen en cualquier Estado moderno entre las distintas partes que en su día lo integraron, bien sea por enlaces matrimoniales, voluntaria adhesión o conquista, pero ya desde las primeras Dinastías faraónicas, y aún en el Paleolítico de los chamanes, todos los gobernantes fueron conscientes del invisible influjo que poseen las palabras sobre la conciencia individual y colectiva, aspecto que se conservó explícitamente en las religiones o la magia, y más recientemente, en la propaganda política y la publicidad comercial. Prestémosle a esta fruslería lingüística pues, algo de atención.
Por supuesto, la palabra por si sola, no hace milagros como ha demostrado la “Unión Soviética”. Pero en igualdad de condiciones, un Estado del siglo XXI que aspire no ya al prusiano acatamiento constitucional por parte de los ciudadanos, cosa que un buen ejército profesional es capaz de garantizar por si sólo, sino a la adhesión sentimental de todos y cada uno de ellos al proyecto que pretende presentarse como común, estará en mejores condiciones de lograrlo si en su denominación oficial aparece explicita la cálida voz “Unión” como hace en Reino Unido, Estados Unidos, o sin ir más lejos…Unión Europea.
Mi humilde propuesta para nuestro caso concreto, es además de muchos otros cambios empezando por la eliminación de duplicidades en la administración, la transformación del Senado en una cámara de representación territorial, la renovación total de los símbolos comunes, etc, hacer explícita la palabra “Unión” en nuestra denominación oficial y coloquial; aceptando el statu quo actual podría ser “Reino Unido de España” o en un futuro cercano “Unión de repúblicas españolas”, no estando por mi parte en discusión, el término “España”, por cuanto lo juzgo un lugar común lingüístico dado que el nombre del Todo, no se corresponde con ninguna de sus partes. De este modo, a la mente de los ciudadanos se les haría presente que España ciertamente es una Unidad, pero no una unidad unívoca de destino de la España ¡Una!, sino una Unión de plurales voluntades.
El PP y la Unidad de Esapaña
Pues va a ser verdad que el Partido Popular es el único que apuesta firmemente por la unidad; ahora bien, no está del todo claro que pese a sus esfuerzos alcance su fin primordial de preservar para España su sacrosanta condición de ser aquella “unidad de destino en lo universal” por mi aprendida durante mis días de estudiante en el colegio “XXV años de paz” sito en la calle General San Jurjo de Castro Urdiales, tal y como van sucediéndose los acontecimientos en Cataluña, Euskadi o Canarias.
Como premio de consolación al palmario fracaso del Gobierno de Rajoy en dicho terreno sociopolítico, pese a contar con el apoyo explícito del PSOE de cuya lealtad al bando Nacional Rojigualdo ya nadie puede dudar con fundamento, hemos de concederle el reconocimiento de haber logrado, si no la unidad de España, al menos sí, la de los Españoles, aunque de momento sea sólo por sectores. Me explico:
El Ministerio de Educación, gracias a la diplomacia de Wert ha conseguido que todos los implicados en el mundo docente se unieran para protestar la LOMCE, a saber: asociaciones de padres, sindicatos de profesores, de estudiantes, en la docencia pública y concertada, en los distintos niveles de enseñanza, infantil, Primaria, Secundaria y hasta Universitaria…
El Ministerio de Sanidad dirigido por Ana Mato con la colaboración de su vanguardia Neoliberal de la consejería madrileña, no le anda a la zaga; con la privatización de hospitales, la introducción del copago farmacéutico, la eliminación de las prestaciones a personas con discapacidad y dependencia u otras medidas destinadas a deteriorar gravemente la red nacional de salud pública, ha formado un sólido frente común constituido por colectivos de pacientes, asociaciones de dependientes, colegios profesionales de medicina y enfermería…
El Ministerio de Injusticia, con Ruiz Gallardón a la cabeza, tampoco se queda atrás en este menester. Al margen de lo acontecido con el Aborto donde de momento tiene en contra sólo al 80% de la opinión pública, lo cierto es que, su éxito más notable respecto a la unidad de los españoles se lo debemos a la imposición de la “Ley de Tasas” que ha cosechado la unánime desaprobación de las distintas asociaciones profesionales del ramo, así como de la OCU, la oficina del Defensor del Pueblo, etc.
El Ministerio del la Presidencia o Portavocia del Gobierno o como quiera que se le diga, ha provocado un malestar general entre los periodistas por obligarles a acudir a supuestas ruedas de prensa retransmitidas por pantalla de plasma, donde no pueden efectuar pregunta alguna y como por el cierre de medios de comunicación públicos en varias de las Autonomías regentadas por el PP.
A estas “uniones de hecho” conformadas para hacer frente a un enemigo exterior, cuál es, el Gobierno, le sumamos otras uniones como el mayoritario descontento entre las fuerzas policiales por los continuos y arbitrarios cambios en sus mandos; entre las Fuerzas Armadas por la nefasta administración de los recursos destinados a la defensa nacional; el descontento de los científicos dado el ninguneo con que se trata todo lo relacionado con los proyectos I+D+i…es evidente que los Españoles, estamos más unidos que nunca.
Pues bien, a los Ministerios de Educación, Sanidad, Injusticia, Presidencia…ha venido a sumarse el de Interior cuyo representante, Fernández Díaz, en pocas horas ha conseguido lo que parecía imposible; la unión de todas las fuerzas políticas vascas abertzales que no son pocas y estaban divididas y reñidas entres sí desde hace décadas: todos los sectores de la antigua Batasuna, su escisión Aralar, EA la escisión del PNV, sectores de la antigua EB, algunos elementos no absorbidos de EE y al mismo PNV. Mérito que se ve acrecentado por la velocidad de respuesta con que tan variopinto espectro político supo articularse muy por encima de sus diferencias ante lo que en toda Euskadi se ha percibido como un ataque contra el Acuerdo de Paz, por todos los vascos deseado.
De la Unión Universal. Ocurrencia
La conjunción como la disyunción, separa lo que está unido.