Esta semana pasada hemos asistido a una pantomima que no por muy ensayada en sus precedentes sesiones habidas deja de ser bochornosa en su representación; A la convocatoria por parte de la Casa Real y dócil asistencia de los monigotes Fernández Toxo y Cándido Méndez en su calidad de quintacolumnistas del movimiento sindical de los trabajadores, me refiero.
¿Se puede saber qué diantres van a hacer dos presuntos representantes de la clase obrera al Palacio de la Zarzuela? Se mire por donde se mire, la única explicación válida apunta a prestarse solícitamente a hacerle el juego a una Institución que está de capa caída. Porque veamos: que el Rey se entreviste entre cacería y cacería con la flor y nata de la Patronal local e internacional, es lógico, a fin de cuentas, es su negocio como ha quedado probado reiteradamente; que mantenga despachos continuos con los Presidentes de Gobierno de turno y los distintos dirigentes autonómicos, es imprescindible para coordinar sus fuerzas contra el cuerpo social; Pero ¿reunirse con los sindicatos? ¿Para qué?
Según ha trascendido a la prensa, durante la sospechosa reunión los presuntos sindicales han trasladado a la suya Majestad, la convicción respecto a la necesidad de someter a referéndum las políticas económicas que está desarrollando el Gobierno, al ser radicalmente diferentes a las planteadas en las últimas elecciones generales. ¡Vaya! Seguramente cuando les den la orden de acudir a Moncloa a entrevistarse con Rajoy le transmitan a este la necesidad de convocar un Referéndum específico sobre la Monarquía ahora que va a acontecer un cambio generacional y no procede que lo que decidieron nuestros abuelos, afecte más de lo debido a sus nietos. Y ya puestos, visitarán a Roucco Varela en el Obispado para que condene espiritualmente la usura de la banca, a Botin para que presione a favor de que la Iglesia pague el IBI y así con todo, a saber: mal, a destiempo y donde no procede.
También ha trascendido que en la conversación pudieron mostrarle a su Majestad Don Juan Carlos la ¡terrible! preocupación que embarga a las centrales sindicales por la situación que atraviesa la minería del carbón, los mineros y sus familias. Lo que no me ha llegado ha sido la reacción del Monarca, pero me la puedo imaginar: seguramente el a su vez les habrá confesado que el asunto más de una vez le ha impedido conciliar el sueño.
Mississippeada la duración de su paso por palacio, lejos de ser lenta como corresponde al dicho, fue ligerita; lo justo para saludarse, despedirse, hacerse la foto sonrientes y pronunciar las frasecitas antedichas que deberían justificar su extraña presencia en el lugar. Y con este entremés de la función política veraniega, con este sainete vacacional de entre huelgas, se nos quiere hacer creer que es posible un Pacto por la estabilidad institucional y social.
Por descontado, reconozco la labor del guionista, del tramoyista y de los acomodadores; el problema radica en la sensación de franca impostura que transmiten los actores en la escena ante las cámaras, pues a pocos nos escapa que la sinceridad con la que les atiende el Rey corre pareja con la que se pronuncian los dirigentes de CCOO y UGT.
Es una pena que ya no vea la tele, porque antaño, con la poca vista que tengo, me daba para contar las genuflexiones de estos vendeobreros cuando acudirán a reuniones con la CEOE, gesto que por si solo lo decía todo del entreguismo con el que se acudían a ellas. Pero la foto del cazador exhibiendo a los dos palomos atrapados en sus corbatas, no tiene desperdicio.