Por un Tribunal del Pueblo

Denominándose “Ministerio de Justicia” en vez de como le corresponde “Ministerio de Legalidad” el organismo oficial del que depende su quehacer habitual impostor en su propósito declarado, absurdo en la disposición de sus medios e ineficaz en su resolución a la vista de los resultados obtenidos, el descomunal cuan lentitudinario ejército de abogados, jueces, fiscales, procuradores, notarios y secretarios judiciales que han vivido durante décadas del ejercicio disimulado de su profesión trayendo y llevando papeles, tiene una deuda de lealtad para con la población a la que como gremio han faltado, por no haberse negado a trabajar para un sistema deliberadamente aberrante, que llena las cárceles de pobre gente mientras protege a los grandes delincuentes del país, débito profesional que todavía están a tiempo de amortizar si se aprestan, aunque sea en esta fase de derrumbe del sistema, a conformar Tribunales del Pueblo dispuestos a juzgar y condenar como es debido por medio de publicidad de sus personas, expropiación de sus bienes y auténtica privación de libertad, a cuantos sinvergüenzas habiendo de modo reiterado cometido delitos probados en la realidad de los hechos contra el Estado, la Patria y la Sociedad Civil hayan empero escapado a su merecido castigo durante la Partitocracia que los ha protegido por motivos formales o procesales, permitiéndoles eludir el banquillo, archivar su causa, declarar nulo el procedimiento, prescribir el delito y demás triquiñuelas jurisprudenciales, contempladas en una legislación ideada para controlar a la gente en su vida diaria, mas dejar las manos libres a los criminales de traje y corbata.

Ciertamente, sabemos de su malestar y de sus quejas a través de asociaciones como “Jueces para la Democracia” o incluso pronunciamientos de los máximos responsables del CGPJ. Ellos mejor que nadie conocen de primera mano los desmanes cometidos en los juicios y los vicios del sistema empezando por su falta de independencia e imparcialidad. Pero resulta también y no es dato menor, que ellos son colaboradores necesarios de tan magno despropósito y no parece, en este caso, razón suficiente a esgrimir como justificación de su comportamiento, la obediencia debida a la Ley, no al menos en estas circunstancias donde todo indica que se trata no ya de una ley injusta, desfasada, inapropiada, equivocada, desproporcionada, mal hecha y a mala fe, sino de la entera Legislación, pues, si bien compartimos que el ciudadano particular debe comportase con criterios socráticos ante las leyes singulares aceptando su acatamiento al margen de su particular opinión sobre la calidad de su justicia o injusticia puntual, no así tratándose como se trata, de la mayoría de expertos en la materia. Me explico: Una cosa es la Legislación y otra las leyes que lo integran. Una cosa es un ciudadano común y otra un experto en Derecho. Es posible que tanto un ciudadano común como un Juez deban acatar la ley indistintamente de cuál sea su opinión, para que funcione el Estado de Derecho. Pero, si ya tengo mis reservas éticas sobre si una persona debe respetar un Régimen Legal cuando particularmente está convencido de su invalidez extrema de conjunto, mantengo que cuando la comunidad de expertos en Derecho coinciden en clamar contra los vicios ocultos de la Legislación que la invalidan de raíz para su sano cometido, entonces, existen motivos evidentes para su desobediencia o incumplimiento en las salas y Palacios de Justicia.

Para apoyar esta última mía observación, extrapolemos la situación a otras áreas de actuación funcionarial dependientes directamente de un Ministerio. Evidentemente, la casta docente poco o nada me ayudaría en mantener mi postura; antes reforzaría la actuación de los “puñeteros mangantes” – entiéndase los letrados que visten puñetas en sus mangas – pues no se quedan cortos que digamos en su impostor disimulo a cambio de percibir mensualmente su salario del erario público. Sin embargo, creo que todos ustedes estarán en condiciones de percibir cierto grado de verdad en lo comentado, si ponemos por caso, que la mayoría de médicos, enfermeros, auxiliares, farmacéuticos…despotricaran abiertamente entre ellos, ante sus pacientes y en los medios de comunicación sobre algunos medicamentos nocivos para la salud, sobre ciertos tratamientos peligrosos y acerca de varias prácticas incorrectas. ¿Creen ustedes que pese a las directrices oficiales o facultativas, la mayoría de los profesionales sanitarios continuarían administrando los fármacos, aplicando los tratamientos y realizando dichas prácticas? Yo sé que no. Rápidamente, lo primero que harían en conciencia y bajo su responsabilidad sería dejar de recetar los medicamentos que consideran dañinos para sus pacientes, interrumpir los tratamientos demostrados inadecuados para el enfermo, sin esperar las respuestas institucionales que den a sus posteriores denuncias tramitadas. Porque, cuando se trata de la vida de las personas, no vale salirse por la tangente y echar balones fuera.

Pero, es que la vida de las personas, hoy ya no está en manos sólo de los médicos; también lo está en la de los tribunales de modo directo o indirecto cuando dejan en libertad a quienes roban nuestros ahorros o consienten se ejecuten desahucios a familias sin recursos. Y es de esto de lo que se trata: si los expertos en leyes a quienes forma y confía la sociedad civil velar por la justicia y sus derechos, pueden lavarse las manos tras colgar la toga acabado el pleito, cual mecánico hace al quitarse el mono azul en su taller. Lamentablemente, no parece que la legislación se comporte como un motor inmóvil aristotélico cuya promulgación baste, sea para hacer justicia o injusticia.

Si deseamos evitar que a la actual situación de injusticia institucional le siga otra injusticia sumarísima de carácter popular, urge trabajar desde ya en la creación de Tribunales del Pueblo cuya articulación precisa de todos esos funcionarios que entran y salen de los juzgados echando pestes de las tropelías que se cometen amparadas por ley, al objeto de que la ciudadanía, harta de su inoperancia, no se tome la justicia por su mano, porque cuando acontece, suelen pagar de nuevo justos por pecadores.

Mi repulsa y condena sobre los incidentes de Bilbao

No estoy acostumbrado a mostrar públicamente mi parecer sobre hechos que supongo todos nos desmarcamos íntimamente desde nuestra recta razón y aún desde lo más profundo de nuestros corazones, por cuanto se me antoja empalagoso decir aquello en lo que todos estamos conformes que para mítines ya están los políticos.

Mas, como quiera que por haberme sometido las últimas semanas a una desconexión voluntaria de los medios de comunicación de toda especie, orales, escritos, visuales y electrónicos, a fin de practicarme una purga mental para recuperar algo de salud psiquica con ánimo de afrontar la amenaza en ciernes de una nueva campaña electoral que promete ser de lo más inmunda, renovando fuerzas espirituales con la ilusión de poder pensar por mi mismo sin que en la sesera retumben las consignas del Telediario, sucede que el pasado Lunes, paseando por las calles de Bilbao, me vi completamente sorprendido por los acontecimeintos de todos conocidos, de cuyo susto, todavía no me he repuesto. Y es por eso que, a modo de terapia, así en caliente, por primera vez en mi vida, me dispongo a hacerles llegar un personal comunicado de rechazo a lo sucedido en Bilbao, al más puro estilo del Ministerio del Interior.

Tras los últimos tristes y bochornosos incidentes acaecidos a plena luz del día en las calles de Bilbao, deseo mostrar mi más enérgica repulsa y condena ante etos actos de barbarie provocados por esa lacra de la sociedad que es el terrorismo criminal y asesino llevado a cabo por individuos antisistema, auténticos desalmados, malnacidos, que siembran el caos y la destrucción allá por donde pasan entre la población civil de nuestros pueblos y ciudades.

Igualmente, deseo transmitir toda mi solidaridad, todo mi afecto y apoyo, a cuantas personas de bien, a cuantos padres de familia procuran educar a sus hijos en las virtudes buerguesas del trabajo, el ahorro y el sacrificio, a cuantos ciudadanos cumplidores de su deber, pagadores de impuestos, se hayan visto seriamente afectados por las acometidas de esta gentuza, mayoritariamente llegada de fuera, enviando un afectuoso saludo a los trabajadores, asalariados y comerciantes que han vivido con angustia y temor la visita de estos vándalos, pues una cosa es saber de ellos por radio, prensa y televisión y otra muy distinta tenerlos al lado de tu propia casa, a pie de tu establecimiento, a las puertas de tu pequeña empresa…

También deseo mostrar públicamente mi hartazgo ante hechos que deberian ser perseguidos por la ley con mayor energía y eficacia que la mostrada por la Ertzantza el día de autos, porque si es preciso entrar a saco donde están reunidos los alborotadores de siempre pergeñando sus inquinidades contra la paz, la seguridad y el Estado de Derecho, se entra sin miramientos con cuanto material antidisturbios sea menester para la ocasión, disparando pelotas de goma, lanzando gases lacrimógenos, a balazo limpio si se resisten a su dispersión y sobre todo practicando detenciones entre sus significados cabecillas identificados por las cámaras de televisión, para estar en disposición de expulsar por via sumarísima a los sinvergüenzas que vienen de fuera a liarla y a los autóctonos, a los de siempre poderles tener bien vigilados para que tengan más dificil su reincidencia.

Y por último, no quisiera pasar la oportunidad de mostrar mi repudio a que estos criminales que han sembrado el terror en nuestra tierra y a nuestra gente hayan sido recibidos amablemente por los representantes democráticos de las instituciones más cercanas al pueblo que sufre sus desmanes, cuáles son, el Ayuntamiento, la Diputación Provincial y el Lehendakari. Lo que procedía era haberse reunido en sesión plenaria extraordinaria al objeto de votar y emitir un comunicado declarando al los miembros del FMI “Personas no gratas” y acto seguido, haber dado orden a la Ertzantza, a la policía Nacional, a la Guardia Civil y hasta al Ejército, de impedir su acceso por tierra mar y aire.

No es Violencia Policial

Durante toda la semana pasada, a raíz de la tragedia acontecida en Ceuta donde 14 personas han perdido la vida por intentar atravesar la frontera en pleno siglo XXI, ha sonado más que de costumbre la expresión “Violencia policial”, primero en boca de asociaciones humanitarias para denunciar los hechos, después de labios de los representantes institucionales para desmentirlos, con el acrítico soporte mediático de parte de periodistas y tertulianos que a este respecto cometen el mismo error – salvando las distancias – que las distintas Organizaciones Armadas que como ETA o GRAPO afirmando luchar contra la opresión de las élites extractoras, contra las oligarquías financieras y sus cómplices el entramado político-empresarial, acaban enzarzándose a tiros con los miembros de las fuerzas de seguridad, dejando indemnes a sus teóricos objetivos, pues es de sobra conocido su modus operandi consistente en secuestrar a ricos y matar a pobres diablos, sean estos policías o concejales de pueblo, pues lo contrario escaparía a su lógica que como la de los políticos es de corto alcance.

El aparato represor del Estado, lamentablemente necesario en una sociedad de Hombres y no de Ángeles, además de cumplir las funciones asignadas por la Constitución, sirve de protección física a las Élites extractoras cuando el Pueblo estalla de indignación por no soportar la opresión, de ahí su desmesurada omnímoda presencia sin reparar en gastos en cualquier manifestación cívica en labores de custodia y vigilancia de sedes bancarias o grandes empresas durante las legítimas huelgas, mas también, de invisible parapeto emocional sobre el cuál proyectar la ira popular que sólo es capaz de apreciar la inmediatez de las pelota de goma silbando sobre sus cabezas, los gases lacrimógenos en su derredor, las porras sobre sus espaldas, las tanquetas de agua amenazantes en el callejón, etc, sin percatarse que detrás de esa parafernalia del antidisturbios provisto de uniforme ignifugo, casco y escudo, están quienes dan la orden de disparar a la población, los que deciden el grado de represión a emplear en esta u otra ocasión y cuantos no les tiembla el pulso en sacrificar la buena imagen que la Policía tiene en su diario servicio al ciudadano, con tal de convertirles en el blanco de sus críticas, sabedores de que las mismas, raramente trascienden de sus subordinados, menester en el que colabora en alto grado la expresión “Violencia policial” a la que los medios de comunicación dan pábulo, siguiendo la consigna, que para algo las empresas los pagan con sus campañas de publicidad.

En mi opinión, la expresión “Violencia policial”, debería reservarse para aquellos casos donde la actuación violenta de la Policía estuviera al margen de las órdenes recibidas. Para el resto de casos, lo suyo sería hablar de “Violencia Institucional”, dado que en un Estado democrático y de derecho, la cadena de mando, si bien termina en el funcionario – cuya profesionalidad ya defendí en “Apología del Antidisturbios” publicado en mi blog “Inútil Manual” – no empieza con el Jefe de la Policía Nacional, ni de la Guardia Civil; sería ¡el colmo! que en un país gobernado por criminales, donde los jueces y fiscales no tienen independencia alguna, la fuera a poseer la Policía o el Ejército que pese a las jugarretas apuntadas, gozan de la mejor estimación ciudadana en todas las encuesta de opinión. Son los representantes políticos y los Cargos designados por ellos, como el Ministro del Interior o los Delgados del Gobierno, los responsables primeros y últimos de cuanto acontece en una manifestación; son ellos quienes dan las órdenes y por ende, es a ellos a quienes debemos dirigir nuestras críticas, empezando por llamar a las cosas por su nombre.

Tener esto claro, es importantísimo por cuanto la reflexión en los debates entre los círculos contestatarios empieza a inclinarse a favor de los partidarios de ir mejor equipados para la lucha en las manifestaciones provistos con casco, lanzacohetes, tirachinas o punzones, cuando la estrategia acertada sería empezar a dialogar cara a cara con los policías que acuden a reprimirnos a fin de realizar una eficaz labor de captación entre sus filas de funcionarios dispuestos a colaborar con los ciudadanos, pues ellos, los policías, como nosotros, son Pueblo, son padres, madres, hijos, pacientes de hospital, futuros pensionistas…a quienes hemos de darles la oportunidad de sumarse a la revolución social, más todavía si tenemos presente su formación y acceso al material indispensable sobre el cual se fundamenta la Democracia, el Derecho, la Seguridad, la Paz y la Libertad de la entera sociedad y del ciudadano particular que en breve será necesario saber manejar y poder emplear.

Si en cada ciudad se crea un grupo de “Psicólogos de choque” dispuesto a entablar contacto con la masa crítica de la Policía, por cuestión estadística, entre los miles de efectivos existentes, por fuerza se adherirán a nuestra causa en todo el Estado no menos de cincuenta elementos comprometidos amén de otros doscientos que actuarían a nuestro favor por su cuenta y riesgo aunque sin vinculación alguna. Indudablemente, esto dará mejores frutos en el futuro que liarnos a golpes con ellos. ¡Que para eso están!

¡Sí! Estoy conforme

Con Alba González Camacho, alias Corazón Negro, la joven de 21 años que este pasado Lunes ha sido condenada en la Audiencia Nacional a un año de cárcel tras ser acusada de enaltecimiento del terrorismo por publicar en Twitter mensajes alabando la labor de los GRAPO, me sucede como con las voces de la radio, que no puedo más que adjudicarles cuerpos delgados, suaves cabellos dorados, ojos claros, blanca sonrisa, trato afable…pese a tener bien presente la advertencia “si la voz de la radio te enamora ¡no te acerques a la emisora!” Vamos, que puede acontecer a la inversa de lo ocurrido con las estrellas del cine mudo cuando el público tuvo oportunidad de escuchar las voces de aquellos rostros bonitos.
Según la acusación formulada por la fiscalía, el perfil mostrado por la acusada en Twitter es de una gran actividad, hasta el punto de que el 24 de diciembre del 2012 se registraron un total de 5.774 mensajes a cuya lectura tuvieron acceso 3.183 seguidores del perfil. Entre otros muchos mensajes publicados por esta joven encontramos «Lo alto que voló Carrero no es nada en comparación a cómo va a acabar Rajoy en cuanto estalle la Revolución»; «Que vuelvan los GRAPO… necesitamos una limpieza de fachas urgente»; «Prometo tatuarme la cara de quien le pegue un tiro en la nuca a Rajoy y otro a De Guindos»; «Que alguien llame a los GRAPO para que vuelvan» o «Si ahora vuelven los GRAPO triunfan. Me sé más de uno que se metería». Tras el debido examen de su contenido, la Fiscalía considera que los mensajes tienen un contenido ideológico de elevado carácter radical y violento y, por ello, acusaba a la joven de un delito de enaltecimiento del terrorismo.
Sin embargo, la acusada, ha aceptado la petición de pena solicitada por la fiscalía después de haber llegado a un acuerdo asesorada por su abogado por lo que no ha sido necesario finalmente celebrar el juicio, ahorrándose así su ingreso en prisión toda vez se ratificara ante el Presidente del tribunal, Javier Martínez Lázaro con un escueto “¡Sí! Estoy conforme”. Y yo, también estoy conforme con todo lo aquí expuesto:
¡Sí! estoy conforme, con el espíritu intelectual de lo publicado por esta chica tan simpática y jovial que por inexperiencia ha dicho lo que mucha gente siente impulsivamente más que piensa racionalmente, al desconocer lo señalado por Antonio Machado sobre que “en los tiempos que corren, hay que pensar lo que se dice y no decir lo que se piensa”. Un discurso como este merece ser expresado en forma de canción, poesía, teatro…donde el drama y la tragedia soportan como las finanzas y la política toda clase de crímenes y aberraciones, que con suerte gozarán del aplauso público en lugar de su reprobación, además de esquivar multas millonarias y penas de cárcel que pueden arruinar la vida de una bellísima y encantadora persona como Alba.
¡Sí! estoy conforme, con el trato alcanzado por la defensa, la fiscalía y el juez, por entender con ellos que esta noble joven es antes transmisora de un sentimiento social que emisora de una consigna revolucionaria, más víctima de los indignantes acontecimientos que potencial cerebro intelectual de los mismos, síntoma particular de una enfermedad que va propagándose vertiginosamente por el cuerpo social causada por la corrupción político-empresarial del país, nueva forma de externalizar la histórica opresión de las clases dirigentes en convivencia con las élites extractoras.
Y ¡Sí! Estoy conforme, con que ella esté conforme con su condena. Porque todos estamos conformes con ella. Y ella está conforme con nosotros. Su condena es la nuestra. Porque nosotros estamos condenados como ella a soportar la arrogancia del gobernante criminal que obliga a mostrar nuestra conformidad por la cuenta que nos trae. Pero en el fondo de nuestros corazones negros late el eco que logra-poder vencer la tiranía.

Gamonal

Durante las clases de Historia, el profesorado gusta presentar las Revoluciones dando cuenta de sus motivaciones políticas, intereses socioeconómicos en pugna y un sinfín de aderezos explicativos que seguramente ayudan a comprender con cierta verosimilitud el relato legado por los vencedores, aunque la mayoría de quienes fueran los actores principales de las mismas, no tuvieran plena conciencia de los detalles, siquiera de vivir un hito histórico. Sin embargo, pasan de puntillas por los hechos materiales que desencadenaron precisamente los procesos revolucionarios estudiados, que son mencionados en el mejor de los casos, con la voz nada académica de “Chispa” y las más de las veces tratados como anecdóticos. Mas hemos aquí, que no conozco Revolución alguna que se haya iniciado por un despertar intelectual de las conciencias o la contemplación de una abstracción ideológica y sí muchas a raíz de algo tan trivial como la ordenanza local de recortar las capas dictada por el Marqués de Esquilache o la subida impositiva del Té origen para muchos de la Guerra de Independencia de los EEUU.

Es con este enfoque que interpreto las recientes protestas acaecidas en el barrio burgalés de Gamonal y no en la burda manipulación pretendida desde instancias gubernamentales esparcida por calumnistas tertulianos de tres al cuarto, siempre dispuestos a relacionar cualquier contestación ciudadana con la violencia gratuita, como si la población no tuviera otra cosa mejor que hacer que destrozar el mobiliario urbano pagado por ella misma con sus impuestos y que le dan servicio diario, sin detenerse a atender la problemática que subyace a tan súbito fenómeno, reproduciendo intencionadamente en su discurso torticero sobre la actualidad de los hechos presenciados en vivo y en directo, el vicio academicista apuntado, sólo que, para los políticos y pedorrista a sueldo, a diferencia de los historiadores, no persiguen hacer inteligible su realidad, sino todo lo contrario: arrojar cuanta falsedad sea posible a fin de ocultar la verdad, que un poco más y declaran a “Gamonal” explosivo anti-sistema radical, al objeto de aprovechar la circunstancia para justificar la “Ley Mordaza” de Seguridad maquinada por el Gobierno.

Siendo Burgos un referente internacional de la Derecha, gozando allí el PP de mayoría absoluta en la alcaldía, habiendo cosechado amplio apoyo popular durante las últimas elecciones en el mismo barrio donde discurren los altercados, habiendo figurado en su programa explícitamente el plan de peatonalización contra el que ahora se ha levantado la vecindad…es evidente que las obras del Boulevard, no es más que una excusa, lo que los romanos conocían como “Casus belli” como pretexto para vehicular el clamor ciudadano contra la corrupción institucional y el alza impositiva de tasas, pues nadie en su sano juicio, se opone a que le mejoren el entorno con plazas, jardines y árboles donde los niños pueden jugar sin peligro a que los atropellen; nadie se resiste con fundamento a que le eliminen el ruido y la polución constante del tráfico que irrumpe por doquier en los hogares; ningún comerciante se rebela porque se mejore el acceso peatonal a su negocio…si no es que todo ello, no sea a su vez, una excusa, un pretexto, un “casus belli” también por parte del Exmo. Ayto. para beneficiar al constructor de siempre que también tiene en su poder los medios de comunicación, con quien en cuchipanda se hacen los tejemanejes a expensas de los vecinos que han dicho ¡Basta. Ya!

Y los vecinos han dicho ¡Basta Ya! durante mucho tiempo de modo pacífico, que manifestaciones y concentraciones han habido varias antes de saltar al Tontodiario por los enfrentamientos con los antidisturbios, sin que nadie se enterara, precisamente, por las mencionadas complicidades apuntadas donde las adjudicaciones millonarias del Consistorio son correspondidas con censuras de parte de los medios de comunicación.
Ahora que la calle de Burgos ha ganado y Lacalle, su Alcalde ha perdido, el mejor enaltecimiento del terrorismo consistiría en no transmitir una correcta lectura de lo sucedido en Gamonal, porque la gente buscará por su cuenta la explicación convincente y la hallará, no en un fortalecimiento de la Democracia, sino en explorar su capacidad de lucha y resistencia contra el poder hostil y criminal.