Lógico, han votado a las gaviotas y se han puesto a cagarles encima. En el nuevo estado del malestar, con impuestos suecos y servicios yankees, esta semana ha tocado el tarifazo y los kilowatios se han dedicado a minarnos la moral. Con la subida de la luz, algunos han empezado rápido a hacer méritos para ser consejeros en alguna hidroeléctrica. Y es que quizá, en el déficit de las eléctricas, vaya incluido el sueldo de los ministros que terminan como asesores de estas empresas o la contratación de amiguitos del alma.
No hay más que dirigir la mirada hacia Elena Salgado que acaba de fichar por Endesa, o hacia el marido de Dolores de Cospedal, que iba a cobrar 180.000 euros de Red Eléctrica, aunque luego renunció porque se había maliinterpretado su nombramiento.
En abril, subidas mil. Ahora toca decir a las amamas que cobran 500 euros de pensión que no pueden plancharse la falda. Que se sienten encima y dejen la faja niquelada. Toca que los parados se queden a dos velas. Y toca que, quien quiera tener luz con molinos de viento, empiece a soplar. Mi marido acaba de conectar la bici a una dinamo para producir energía limpia y barata, aunque yo estoy pensando en irme a vivir debajo un puente con agua corriente y luz de luna.
La subida del recibo de la luz y la más que probable subida del IVA, nos demostrará que Rajoy es un mentiroso patológico que ha llegado a la conclusión de que, como los pobres somos más, tenemos la obligación de ayudar a los ricos.