Era un secreto a voces que, aunque llevaran tres años acostándose juntos, se daban la espalda en la cama. Cuando se juntaron, Antonio, hizo público su temor de que Patxi solo le quisiera para la noche de bodas y luego le pusiera los cuernos. Sin embargo, ha sido él quien ha dado la espantá.
Lo de menos, es si este divorcio exprés es consecuencia de los recursos de inconstitucionalidad planteados por el Gobierno vasco. Es imposible llevar a buen puerto un matrimonio, incluso uno de conveniencia, cuando los padrinos, Rajoy y Rubalcaba, esperan fuera de la habitación para hacer la prueba del pañuelo.
Y eso que demostraron que había sexo aunque no hubiera deseo. No nos engañemos, para sellar un pacto anti natura, o lo que es lo mismo un revolcón en Ajuria Enea, tampoco ayuda que tu pareja te compare con Homer Simpson. Han sido 36 meses cuajados de crisis y riñas tumultuosas, con las familias políticas detrás, calentándoles la oreja, y se ha terminado el amor. La orgía de poder se ha acabado. La novia se ha quedado con la casa, –quizá porque está buscando un nuevo amante–, y no quiere saber nada de custodia compartida. Como en toda ruptura, ya han hecho numeritos y papeles, o sea, cálculos electorales. Seguro que, al igual que sucede con los divorciados, los dos están buscando un nuevo amor para concurrir a las elecciones de otoño. Se comenta que organizarán una cama redonda para encontrar candidatos.