Me llamo Bond Borbond. Con licencia para vivir del cuento. El día 24, Juan Carlos I volvió a salir por la tele, ¡ojo en 25 canales!, y soltó el discurso menos visto en quince años. Clan TV le contraprogramó con Bob Esponja y contra eso no hay quien compita.
La bajada en la cuota de pantalla es el reflejo de una monarquía en decadencia. Pegado a la mesa con Superglue y a punto de ser retirado por los camilleros cuando acabase la disertación, detrás no había foto de familia. Había puesto la de su cirujano, que es de más confianza.
Seguro que si el rey elefante hubiera montado un reality a modo de Pesadilla en la Zarzuela, escenificando el annus horribilis de la Corona, subiría el share. Un talent show como La Voz con Letizia de coach y las infantitas en una audición a ciegas, tendría tirón. Si quiere que la gente le vea vaya al Sálvame a echar un poco de pimienta. Explique, por ejemplo, cómo es que su hija no está imputada junto al yerno chorizo, cómo se organiza un safari/cacería siendo al mismo tiempo presidente de una asociación para la defensa de los animales, cómo se finge veinte años que tu parienta es una santa cuando no la puedes tragar… Obviamente nada de eso apareció en la entrevista que emitió TVE el 4 de enero. Pues Juan Carlos, con este publirreportaje que es igual que si le entrevista Franco en el NODO, seguirá bajando la audiencia e igual le cierran el chiringuito. Aunque mejor ¿por qué no se calla?