La trama Gürtel pagó a Ana Mato 62.000 euros en cosillas que, evidentemente, a ella no le constan. Qué esperas de alguien que no se entera de cómo aparecieron en el jardín una pandilla de payasos que se empeñaron en celebrar el cumpleaños de su hija –de todos modos, los niños se hubieran reído más si hubiera contratado a González Pons–. Si no se explica qué hacía un Jaguar en su garaje, ¿Anita Jaguar you?, será mejor que abandone el Ministerio de Sanidad porque igual le abducen las urgencias y las tiene que cerrar. Si desconoce cómo se fue de vacaciones, teletransportada sin darse cuenta, está claro que es una ministra que no administra. Y si no puede dar razón de por qué brotaron bolsos de Louis Vuitton en la maceta de perejil será porque los usaba su exmarido y por eso se acabó separando.
Que don Corleone se haga cargo de los cumpleaños y las comuniones de los chiquillos de la familia está bien para El Padrino, pero no para un miembro del Gobierno, aunque forme parte de una familia de capos.
Puede ser también que la señora Mato esté invadida por la amnesia del club de las esposas que no se enteran. La mujer de Bárcenas, no sabía nada. La costilla de Urdangarin, no sabía nada y la novia de Julián Muñoz, o sea La Pantoja, no tenía ni idea. Todas eran como Mato. Es decir, la matan… a la chita callando. Esperemos que a esta señora pija le haya sobrado confeti para la gran fiesta pepera que se celebrará próximamente en el talego.