La ministra Mato quiere multar a los padres de los adolescentes que sufran comas etílicos reiterados. Tiene razón. A mí tampoco me apetece pagar la atención hospitalaria por coma etílico de un niñato, ni el sobrecoste de recogida de residuos y limpieza después de un macrobotellón. Pero que conste que a, partir de ahora, habrá que empezar a buscar a los padres de los altos cargos peperos a los que han cazado borrachos y además conduciendo, para meterles un buen paquete. Recuerden al exportavoz del Gobierno de Aznar al que pillaron cocido al volante. A Miguel Ángel Rodríguez pensaron en mandarle a Cuba a pasear disidentes. Como Carromero. Sin embargo, le despacharon con tres padrenuestros, un avemaría y hasta la próxima cogorza con indulgencia plenaria.
Aunque igual se rompe la cadena de custodia de alguna prueba y le vale con decir aquello de yo solo me mojé los labios con un poco de champán ¡Hip!… ¿Saben de quién les hablo? De José Ortega Cano. Dicen que el bueno de Rodríguez pertenece a la Orden de Malta, y, por lo que se desprende de la alcoholemia, también a la de Faustino V. No es que el caso de M.A.R sea novedad.
En el PP empiezan a beber de jóvenes, –que se lo pregunten si no a Nacho Uriarte–, y terminan empinando el codo en Génova. ¡Viva el vino! (Rajoy dixit). No sé porqué me da que si la Policía entra a registrar la sede del PP va a encontrar más botellas de Jack Daniels que en un bar clandestino en la ley seca. Será que beben para ahogar las penas.