Un verano sin sujetador

La rebelión del sujetador
La rebelión del sujetador

Como ha llegado el verano y, parece que toca sacar pecho, hay gente que se pone el busto por montera y elabora sesudos informes sobre sostenes. Un estudio anda por ahí cuestionando la efectividad del sujetador y concluye que esta prenda es una falsa necesidad. Jean-Denis Rouillon, un científico francés dedicado al estudio del deporte, aboga por la libertad de las domingas y asegura que «médica, fisiológica y anatómicamente, los pechos no obtienen ningún beneficio cuando se les deniega la gravedad».

Este señor lleva quince años observando y midiendo los pechos de trescientas veinte mujeres de entre dieciocho y treinta y cinco años a las que, según él, no se les ha caído la poitrine a pesar de ir a pelo. No sé si el citado científico ve muchos documentales de La 2 y comprueba los pechotes tan firmes que tienen las mujeres de las tribus africanas y amazónicas que salen en dichas emisiones. O si ha tenido ocasión de ver las mamas de esas feministas que pasaron del sostén en los 70 y, ahora, para enseñar las tetas solo tienen que levantar la falda.

Seguramente se trate de un estudio pagado por una firma de silicona. O por una serie de mamones que usan siempre las tetas como referencia inexcusable. Esos que le han cogido gusto al pezón y se agarran a la teta pública sin cesar. Como el que se agarra a la teta de la Constitución y se niega a abdicar. La igualdad entre sexos comenzará el día en el que una noticia sobre la textura, flacidez y tamaño de las pelotas sea objeto también de un sesudo informe.

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