Polvorones de torrezno

Cada año, las preparaciones de algunas fiestas se atropellan, se pisan unas a otras, y corren más que el alcalde de Vigo poniendo las luces de Navidad. El último trimestre del año es como un tren de borrascas consumistas donde la ciclogénesis explosiva del capitalismo estalla.

Comprobamos cómo es Pascua desde septiembre y los turrones y los mazapanes ya aparecen en los lineales de los supermercados con la vuelta al cole. Domina la estrategia de vender lo que sea, en cualquier momento, para conseguir que compremos polvorones de torrezno y alubia agarbanzada. Por eso, el panettone ha pasado a formar parte de las mesas durante todo el año y el Roscón de Reyes ya hace acto de presencia en noviembre. Los sacan del congelador y sírvase usted mismo.

Las fechas avanzan a trompicones por el calendario sin ton ni son. «Adelántese al Black Friday», «Ahorre para el Ciber Monday», «Organice el puente de la Constitución sin haber acabado el del Pilar»…

Los renos cabalgan sobre las calabazas de Halloween, las tortas imperiales compiten con los buñuelos, y los disfraces de zombi se baten el cobre con los pijamas de Papá Noel. Hemos llegado a un punto tal de precipitación que el año pasado, poco antes de Nochebuena, fui a buscar unas bolas para rematar el árbol de Navidad y resulta que ya habían puesto los accesorios de playa. Así que coroné el árbol con un balón de Nivea, y santas pascuas.

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