Para un político que no se la coge con papel de fumar, van y le ponen verde. Y todo porque Javier Maroto, alcalde de Gasteiz, ha mandado sacar de las piscinas a quien se bañe con velo y recuerda que la normativa prohíbe bañarse con ropa de calle. Para todos aquellos manolitopiscinas que han empezado a hablar de xenofobia y de racismo, recordarles que no es un tema de ser de aquí o de allí. Esto no es religión, es sanidad e higiene. Es igual que si sor Josefa apareciese con el hábito remangado dándose un chapuzón en el polideportivo municipal.
El burkini, el baserrikini, el faralaeskini o lo que sea está fuera del reglamento igual que lo está bañarse en gayumbos. La cerdada es remojarse con ropa de calle, esto incluye a los bobos que lo hacen con los calzoncillos debajo del bañador porque está de moda. Ya se puede ser católico, musulmán, marciano o hare krishna. Y que no hablen de libertad porque aquí nadie está ejerciendo precisamente su derecho a decidir. Ir a una piscina no es obligatorio, el que no se sienta capaz de aceptar las normas básicas que no vaya. Yo, por ejemplo, nunca he intentado entrar a una mezquita con zapatos. Otra cosa es que hagan piscinas privadas para baños con burka o similares, o mejor, un espacio de libertad donde las mujeres musulmanas puedan compartir su baño con las de Femen sumergiéndose a pecho descubierto. Aunque no creo que ellas estuvieran muy a gusto en el agua con esas infieles.
Esta vez te he visto fino y sensato, aunque pienso que, quien quiera una piscina privada, que se la pague.
Por comentar: En una playa de Alejandría en Egipto, donde la práctica totalidad eran ‘locales’ y se bañaban vestidos, mi hija (12 años) se bañó en bikini y no le dijeron nada. ¿Debería haberse bañado vestida para respetar sus costumbres?