El «tortillagate» de Vitoria ha desatado una crisis en «Patateland». Porque hasta para hacer una tortilla, algunos cometen fraude. La tortilla deconstruida de Maroto –iba literalmente a trozos– ha costado 50.000 euros a los gasteiztarras. El supuesto récord Guinness les ha salido la torta un pan. Digo yo que se lo habrán gastado en cebollas porque 1.600 kilos de patatas alavesas no tienen ese precio. Y además, que sepamos, no llevaba chorizo, aunque algún embutido de ése circulase por ahí. Que manía tienen algunos por meter las manos en la masa y hacer trampas.
Por esa especie de tetris de tortilla con piezas hechas antes y en otro sitio, una obra más de albañilería que de gastronomía… alguien se ha embolsado un pastón. Y yo que creía que el dinero de Vitoria lo gastaban los inmigrantes… y resulta que se iba en un revuelto de patatas y huevos y que era el exalcalde el que despilfarraba fondos públicos sin necesidad ni sentido.
La supuesta gesta culinaria ha sido el timo del tocomocho. Un fiasco de los que hacen época. Se acaban de conocer unos correos electrónicos que prueban que Maroto y su equipo sabían de antemano que el récord sería un fracaso porque en Japón se había cocinado un tortillón de 11.036 kilos, mientras que el alavés sería de sólo 4.000 kilos. Con esos datos, imposible dar la vuelta a la tortilla del Guinness.