Que se metan las tildes por donde les quepan

Desde que la RAE sufre Alzheimer, extravía acentos y decide quitárselos a los demostrativos, a algunos diptongos, suprime el del adverbio solo (para diferenciarlo del adjetivo), se inventa el guion sin tilde y decreta que truhan se pone a pelo…, las reformas ortográficas de la Real Academia me la traen al pairo. Me imagino a unos señores echando la mañana como el sesudo Arturo Pérez Reverte y tirando tildes al aire. Pues bien, que se las metan por donde les quepan.

A los jóvenes los cambios no les afectan -total, escriben como les da la gana-, pero a los mayores que habíamos conseguido aprender las reglas ortográficas, nos rebota. Y si uno se gana (mal que bien) la vida con lo de juntar palabras, eso de que se ponga expreso y no sepamos si se trata de un ex reo, un café o un tren, es delirante.

Eso sí, se apresuran a introducir en el diccionario cagaprisas, birra, papichulo… y se modernizan para incluir términos como selfi y pícsel. Tanto reírnos de Belén Esteban y luego resulta que los académicos contemplan almóndiga, aunque lo definan como un vulgarismo. O toballa, que también la aceptan. ¿Para cuándo la cocreta? ¡Hala! como el nivel cultural decae por momentos, pues vamos a ayudar a que toque suelo. ¿Qué será lo siguiente? ¿Eliminar por decreto la h, fusionar la b con la v o la g con la j para que así jitano se escriba como jirafa? A ver cuándo aceptan también “Ejpaña”

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