«Operación fondona»

Las peleas entre la derechona antigua y la derechona hipster me producen urticaria. “¿Es cosa mía o Villacís se ha comido toda una fábrica de bollos?”, escribió el otro día en Twitter el secretario general del PP de Galapagar, Ángel Camacho, para arremeter contra la portavoz de Ciudadanos en el Ayundamiento de Madrid. Enseguida surgió la réplica fácil. Ésa de que no es cuestión de tallas sino de dar la talla. ¡Zasca! Habría que ver el cuerpo escultural y los abdominales tallados en piedra que tiene el susodicho. Además, si se pone ciega o no a bollos de mantequilla será su problema, porque lo importante no es cuántos donuts se zampe, sino quién los paga. Por cierto… ¿Rita Barberá se pagaba sus bollos, no?

Pero sin querer ponerme en plan mojigata llorona, ni tener que cogérsela con papel de fumar porque estemos en campaña, lo criticable es esa manera cutre y despectiva de tratar a las mujeres. Como eso de Operación Menina, en alusión a un plan para convertir a Soraya Saénz de Santamaría en presidenta sacrificando a Rajoy. Sin embargo se refieren a ella menospreciándola, en plan damita de pacotilla. ¿Nadie pone negro sobre blanco el desprecio de la denominación? Si alguien pretende descalificar a Saéz de Santamaría por ser bajita, se descalifica a sí mismo, insulta al género femenino, como si fuera inferior, y accidentalmente ensalza el planeta de los machos alfa que reinan en los debates.

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