Esto es el despiporre. El mundo se va a la porra, pero no es por el cambio climático, si no por la rehatíla de chorradas que pululan por las redes sociales. Instagram acaba de eliminar las fotografías de un cocido gallego por “violencia gráfica”. Ha censurado las imágenes del vecino vigués, Richard Barreira, que publicó el bodegón culinario, por “infringir las normas comunitarias”. Garbanzos, costillas, carne y chorizos, servidos en una mesa, eran los alimentos (mi más sincero pésame y un sentido recuerdo al cerdo que los proporcionó) que se podían ver en las fotos del “primer cocido de la temporada”.
El usuario compartió la publicación un domingo al mediodía y por la tarde ya había sido eliminada. Y todo porque la inteligencia artificial nos domina. El filtro detectó trozos de carne y huesos y, directamente, lo catalogó como violencia. Decididamente, de locos. Los algorritmos obvian que una hamburguesa o cualquier salchicha son mucho más gores. Así que si van a comer un chuletón, mejor háganlo en la intimidad. Nada de fotos ni envíos de whatssap. Con todo mi respeto para veganos, animalistas, defensores de gallinas agredidas, lectores de poesía para pavos, besucones que van al matadero a abrazar vacas, y tantos otros seguidores del Dios insta, no hay más tontos porque faltan metros cuadrados. Y es que para verdadera violencia gráfica, el postureo de las influencers.