Los cinco grandes bancos españoles acumularon el año pasado unas ganancias conjuntas de 20.582 millones de euros. El Santander obtuvo el mayor beneficio de su historia: 9.600 millones. El BBVA también ganó más que nunca, 6.420 millones, el Sabadell logró otro pastizal y suma y sigue. Los bancos están reventando la caja, subiendo los tipos de interés de las hipotecas, pero dan cero euros por nuestro dinero en depósitos y cuentas corrientes, o cobran diez pavos por una libreta. ¿Y luego se quejan y se querellan contra el gobierno por querer ponerles un impuesto extra?
Mientras los españoles se asfixian con la inflación, estas magníficas empresas logran récords de ganancias, con un servicio deleznable, miles de empleados despedidos y comisiones de prestamista. Pero todavía no he oído a Feijóo y a Cuca Gamarra al grito de; «Se forran a costa de los ciudadanos». Será impecablemente legal, pero resulta asquerosamente obsceno.
Estos «buenos samaritanos» llenan sus arcas a manos llenas, al tiempo que lloriquean por un gravamen para que arrimen el hombro. Mientras, cierran oficinas, cajeros, despiden empleados y crujen a sus clientes, haciéndonos trabajar gratis en internet y tomándonos el pelo online. Que una entidad financiera no haya sido rescatada con fondos públicos (el caso de las arriba citadas) no quiere decir que no se haya lucrado hasta la saciedad. Urge, por tanto, el nuevo tributo, algo bastante simbólico en un sector que, en plena crisis, aumenta sus beneficios exponencialmente y aprovecha para eliminar puestos de trabajo. La banca siempre gana.