Déjenlo. No hagan más propósitos de Año Nuevo. Es imposible cumplirlos. Solo el 8% de las personas lo consiguen. Por eso, yo llevo con los mismos desde que tenía 30 años. El principal problema es que hacemos demasiados. Así que toca rebajar las expectativas.
Desde luego, en mi lista está aprender inglés porque no me entero ni de los anuncios de las colonias. Por eso, me he matriculado en una academia, y punto. Igual dentro de unos años voy, y lo cumplo, como eso de la agenda 2030. Quería viajar más, pero quizá con el Street view me arregle. Voy a escuchar más música para que me suba el ánimo, pienso, y ya me he oído el villancico de Leticia Sabater.
El problema es que nos ponemos objetivos totalmente inalcanzables. Para no frustrarse, fíjense, por ejemplo, el subir una talla, comer una guarrería transgénica… Seguro que funciona. Te pones como meta no acostarte con más de uno en 2024. Y lo cumples, fijo. Porque si te propones no beber alcohol, ¿qué te queda para el año siguiente?
Necesariamente hay que conformarse con menos y retocar la lista. En vez de comprar una casa, puedes comprar una cosa. En lugar de perder 10 kilos, prueba a adelgazar uno. Hay que reinventarse, y dejar que los meses fluyan. Lo último que pretendo, de verdad lo juro, es comer sano. Así que hoy mismo me voy a pedir una pizza con piña, y de verdura, tomaré el haba del roscón. Ya está, un objetivo realista. Urte berri on!