Pelillos a la mar

¡Uy qué nervios! No sé qué ponerme. A ver, les explico. Dado que siempre he tenido tirón entre la tercera edad, he decidido entrar a saco con el jubilado recién aterrizado. Yo pensaba que Juan Carlos I había regresado para hacer la declaración de la renta… porque toca. Pero tururú. Luego llegué a pensar que venía a cobrar alguna comisión, pero el emir de Catar ya se había esfumado. Así que tampoco. ¿Podría volver quizá a pedir perdón y dar explicaciones? Nanay. Y más tarde leí que acudía a regatear, aunque con su pata chula solo puede usar las prótesis como cabrestante para dar las curvas o cómo se llamen en alta mar.

En cualquier caso he decidido contraatacar. ¿Qué quieren que les diga? Me parece un buen partido. Ex monarca separado, rentista, de vacaciones ocasionales en España. Hombre maduro y jovial, campechano, con la vida resuelta, gustando la caza, viajar, y con varios idiomas. Enamorado del mar, con dos barcos en propiedad, el Fortuna y el Bribón. Irresistible.

Creo que me voy a apuntar a las hordas que le han preparado multitudinarias concentraciones de bienvenida, al grito de: ¡Juancar es total, pelillos a la mar! Justo enfrente de esa pancarta que dice: Borbones, a los tiburones. Mejor que se dejen de chuminadas y pongan a enfriar el albariño con una buena mariscada. Pero ¡ojo! Tengo pocos días, que enseguida se va a Madrid a visitar al hijo y a la nuera borde. Igual también actúa en la Plaza Mayor. Del Chanelazo al Borbonazo.

Cuando éramos más guap@s

Con la mascarilla éramos más guapos. La ciencia lo ha confirmado. Nuestra mente forma una ilusión idealizada que, luego, se hace trizas al ver el resto de la cara. ¿No le ha pasado a usted ver la jeta a su compañero de curro por primera vez en dos años y redescubrir que es feo de c…? Ese mentón afilado, esos labios finos, ese bigote mal puesto… ¡Buah, qué decepción! Resulta que el cerebro completa la imagen, se inventa los datos que faltan y se imagina un rostro agraciado, no el careto asimétrico e irregular que usted tiene ahora enfrente.

La afirmación de que mejoramos con antifaz vale tanto para hombres como para mujeres, según un equipo de científicos de la Universidad de Cardiff, en Gales. Yo descubrí que las presentadoras de la Sexta me daban gato por liebre cuando se despojaron del tapabocas. Aquellos ojos maquilladísimos y expresivos, dejaron paso a facciones desajustadas, nariz aguileña, pómulos caídos y dientes saltones… ¡Ah perdón que ya no hay de eso en la tele actual!

Otros estudios ya habían demostrado que las personas también parecen más atractivas cuando se les cubre la mitad derecha o izquierda de la cara porque el cerebro, que debe ser de natural benévolo, funciona casi como un filtro de Instagram de esos de belleza extrema. Por mi parte, hace tiempo que, con la disculpa de sonarme los mocos, me quito la mascarilla unos segundos para que mi interlocutor me vea la cara y no se haga ilusiones.

Pijos chanchulleros

Cuando en lo peor de la pandemia miles de españoles morían, y cuando miles de sanitarios se estaban dejando la piel sin protección, había en Madrid dos pavos chuletas dando el pelotazo y haciéndose de oro con las comisiones de mascarillas y guantes defectuosos.

La Fiscalía Anticorrupción se ha querellado contra dos empresarios (por decir algo), Luis Ramón Medina Abascal, hijo del duque de Feria y de Naty Abascal, y Alberto Javier Luceño que, en marzo de 2020, vendieron material sanitario al Ayuntamiento de Madrid por un valor de 15,8 millones de euros y cobraron una comisión de casi seis millones.

Para blanquear la estafa, compraron una docena de coches de lujo, un yate, o un casoplón de un millón de euros. Ellos con Ferraris, Lamborghinis, o rolex, y mientras, los abuelos cayendo como moscas en las residencias. Estamos rodeados de sinvergüenzas sin escrúpulos que se jactan de ser los más listos de la clase. Lo peor de todo es que estos pintas, el duque y su secuaz, se crearán muy españoles, patriotas por la gracia de Dios, guardianes de las esencias de España, y, además, motores del país.

Pero solo son dos pijos chanchulleros inflando precios y especulando con la salud pública y el dinero de todos. Lo malo es que, al final, no va a haber forma de meterles mano. Lo mismo que a las eléctricas, enriqueciéndose obscenamente a costa de los pobres trabajadores

¡Qué poco mérito exculpar al emérito!

Mientras el mundo está contando muertos en Ucrania, pasan más cosas y algunas muy graves porque a la chita callando, El Campechano se vuelve a ir de rositas. Un hurra por la Fiscalía que aprovecha la invasión y el drama para anunciar una decisión que tenía tomada desde el principio, dar carpetazo a la investigación sobre la fortuna secreta en el extranjero de Juan Carlos I. Hip hip hurra. Y es que tiene muy poco mérito lo de exculpar al emérito.

Ni comisiones del AVE a La Meca, ni regalos de multimillonarios, ni patrimonio oculto en Jersey. El comisionista defraudador con dineros en paraísos fiscales vuela libre como un pajarito. Juanito ¡que alegría!, la justicia te da la razón. ¡Igual hasta tenemos que indemnizarte por los daños morales!

Le han perdonado una parte porque lo hizo cuando era inviolable. Otra parte, se la han pasado por el forro porque había prescrito. Y en la otra, hacen la vista gorda porque lo regularizó. Un dechado de ejemplaridad, vaya. Con el horizonte judicial ya despejado, El Fugas ya puede volver a España a vivir sus últimos años en paz a costa de sus ahorros. Hay que recordar que también ha quedado libre su yerno, Urdangarin, que ha pulido sus casi siete años iniciales de condena en tres años y ocho meses. ¡Qué buen momento han elegido para restregarnos por las narices que la justicia es igual para todos!

El gran hijo de Putin

Vivía yo tranquila viendo las hipermasculinas sesiones de fotos publicitarias de Vladimir Putin –que le han mostrado paseando semidesnudo por la naturaleza siberiana, disfrutando de un viaje de pesca sin camiseta o dándose un baño en un lago helado– hasta que le vi sentado en la mesa de la vergüenza. Entonces comprobé que nada calmaba su ardor guerrero.

Vimos ese kilómetrico tablero de seis metros a cuyo extremo sentaba a los mandatarios europeos que acudían al Kremlin a pedirle sopitas. Una demostración de poder al estilo del Gran Dictador. “Porfa, porfa Vladimir, sé bueno, deja en paz a Ucrania”. ¡Precisamente en eso estaba pensando él!

Nostálgico de la época soviética, Putin es un producto genuino de la KGB, tiene toda la experiencia comunista y se las da de Napoleón. Ahora invade a gran escala Ucrania porque no tiene tiempo que perder. En octubre cumplirá 70 primaveras. No me negarán que son las locuras que hacen los dictadores cuando ven que se van haciendo viejos y se les acaba el tiempo para moldear la historia a su imagen y semejanza. Parecía una ajedrecista frío y calculador y se ha puesto al nivel de Hitler, desatando toda su fuerza de psicópata narcisista. Porque cuando a un enano megalómano y egocéntrico le sobran armas y mala leche, eso es mal asunto.