A ver, tontos a las tres. ¿Me podéis explicar por qué os dedicáis a arrojar sopa de tomate, puré de patata o cualquier guarrindongada a los cuadros? ¿Desde cuándo es ecologista atacar el patrimonio cultural? Los y las papanatas loctite se pegan las manos a las paredes y a los marcos, y se quedan tan anchos.
El otro día le tocó el turno a Warhol, pero han sucumbido a la chorrada de los activistas climáticos Goya, Monet, Van Gogh, un Picasso. Hasta la pobre Gioconda fue atacada con una tarta.
¿Por qué destruir para hablar de la propia destrucción? ¡Qué pena! Hemos creado una sociedad de ofendiditos. Adolescentes privilegiados que creen que con gilipolleces así ayudan al planeta. Bobos y bobas eco jetas que igual descubrieron anteayer que Van Gogh no era un jugador del Ajax.
No acabo de entender qué parte de respetar el arte choca con respetar el medio ambiente. Porque protestar será muy chic, pero como te hagan pagar la factura de la restauración ya no mola tanto. Lo siguiente, echar una lata de fabada con chorizo en el David de Miguel Angel. ¡Qué despropósito! Y a eso le llaman ecoprogreso. ¿Por qué no se encartelan frente a las embajadas de los países más contaminantes? ¿Por qué no se atreven con las nucleares o con las eléctricas? No tienen narices. Cinco años limpiando la National Galerie, o tres años desinfectando váteres en El Prado, y se les pasa la tontería.