Al rey le han dado con la puerta en las narices. Su graciosa majestad se ha pegado un hostión en La Zarzuela y desde el miércoles luce unas gafas negras, –a lo Stevie Wonder–, para tapar el moratón. Quizá se las ha puesto Sofi intentando disimular que ha sido un golpe en el ojo izquierdo cuando estaba haciendo un guiño a la República. Este año, Juan Carlos va de mal en peor.
Una intervención en la rodilla, luego otra en su tendón de Aquiles… han tenido al monarca a la virulé. Aunque la intervención que más le preocupa no es la de sus articulaciones sino la de la sociedad que preside su yerno, de la que es vocal su hija, la infanta Cristina. El rey tendrá que permanecer bastante tiempo con lentes oscuras porque el escándalo que protagoniza el duque de Palma, crece por momentos. Los cristales ahumados no le ayudan a tapar la investigación que acecha a Iñaki Urdangarin y su casi segura imputación a causa del presunto desvío de capitales cuando presidía el Institulo Nóos.
El rey de copas no gana para sustos. Tal vez sea el Vega Sicilia fuera del desayuno o quizá el pelotazo de Urdangarin, al que ya se empieza a conocer como Hurtangarin, lo que le está pasando factura. Y como tampoco puede cogerse la baja laboral porque de eso no practica… pues va de presentación en presentación hecho un guiñapo. Con el carrerón que lleva este hombre, a este paso el mensaje de Nochebuena nos lo suelta Froilán.