Sus criminales preferidos

Transitar de la información al entretenimiento es un salto al vacío para quien, como Silvia Intxaurrondo, ama las certezas y rechaza lo infundado. Su insólito viraje la lleva, en directo, a la historia entendida como historieta y disfraz identitarioEl mejor de la historia, de TVE, es una vieja reconversión de 100 Greatest Britons, de la BBC y de hace más de 20 años, que incluyó entre los ilustres de Gran Bretaña al ficticio rey Arturo, elevado a categoría de leyenda. Podría España hacer lo propio proclamando entre sus 50 históricos a Mortadelo y Filemón, queridos amigos de tebeo. Para empezar, ni el 7% de la audiencia muestra interés por este subproducto chauvinista.

Sostiene Silvia que para estar entre los mejores hay que acreditar genialidad, valentía, legado, liderazgo y humanidad, perfil que burlan la corrupta y verbenera Isabel II de Borbón, Agustina de Aragón, señora cañón, y el genocida Hernán Cortés. En defensa de este salió Margallo, ex ministro del PP y adicto a la tele, con un argumento recurrente entre los intelectuales de salón: no se puede juzgar el pasado con criterios de presente. ¿De veras? Entonces nos despeñamos en la justificación de tiranías y matanzas al valorarlas según el calendario, a imitación de quienes relativizan los delitos de pederastia de los curas por el tiempo transcurrido: “Eran cosas que pasaban”, dice su discurso negacionista y su banalidad del mal.

Dos vascos hay en la lista: Dolores Ibárruri e Induráin. ¿Y por qué no Unamuno y Chillida? Es tan arbitrario y soez que hasta Franco y su heredero Juan Carlos I fueron candidatos. No hay forma de que España asuma con decencia y honradez su historia, toda ella. Vagando sin autoestima, acomplejada y carente de memoria verdadera, España se busca y no se encontrará nunca. 

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ

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