Tengo mil anuncios para usted

Las personas que odian la publicidad -más por la cantidad de anuncios que por su calidad- no soportan la Navidad y su rechazo aumenta con la saturación comercial en redes sociales. A la vieja tristeza navideña motivada por la impostada e imperativa felicidad de lucecitas y regalos, se añade el sufrimiento del coñazo pascual y sus almibaradas cantinelas. Ni escondidos en un iglú de Groenlandia nos salvaríamos de su agobio. Pero como la publicidad crea economía al enlazar oferta y demanda, hay que convivir con ella. La campaña de la Lotería es un hito sociológico y, aunque se vende sola por el peso de la tradición, el organismo público la convierte en una operación de objetivos morales, presentándola como síntesis de la bondad humana y creadora de mágicos nexos de solidaridad. En el fondo, late un sentimiento de culpa por ser juego adictivo y puro afán material.

Este año se han pasado de frenada. El protagonista, Julián, es un viejo solitario de un pequeño pueblo gallego que declara ante las cámaras de televisión no tener con quién compartir su décimo, lo que desata una vorágine viral de amor fraterno. ¡Oh!, gente maravillosa, todos se ofrecen a apostar por él y paliar su soledad. Valiente chorrada para un país mezquino, una boba historia que hace trampa emocional al sueño de la utopía.

Los fatigados por la publi se deprimirán estos días con el black friday y enseguida llegará El Corte Inglés, que lo suele bordar. Suchard se ha ido muy lejos, hasta Marte. Campofrío confía en sorprender de nuevo y quizás Coca-Cola nos depare un gran spot, mientras ING, genial con su campaña “Mi vecino Jose”, buscará su sitio en el belén publicitario tras dar una patada en el culo al bulócrata Iker Jiménez. Nuestro Olentzero, previsible y discreto, no necesita tanto ruido.

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ

El nuevo black basque power

El movimiento black power alcanzó su esplendor en las Olimpiadas de México, en 1968, cuando los atletas Tommie Smith y John Carlos, subidos en el podio, levantaron el puño envuelto en guante negro al sonar el himno estadounidense. Fueron vilmente represaliados, pero su gesto fue una victoria moral contra el supremacismo blanco. La lucha continúa y su espíritu enlaza con el documental Los Williams, dirigido por el navarro Raúl de la Fuente, con Iñaki y Nico como protagonistas. Es la epopeya de unos padres que cruzaron África padeciendo mil adversidades hasta llegar a Euskadi. Y es una historia de meritocracia, pues el esfuerzo de ambos futbolistas del Athletic, que han sufrido actos racistas en estadios, va de la nada al triunfo. Y hoy son tendencia mundial.

Este el black basque power con el que se identifican miles de jóvenes emigrantes y simboliza la evolución de nuestro país. Es pura realidad. Su emisión en salas de cine coincide con el éxito en TVE de la serie Detective Touré, nueve meses después de su paso por la plataforma Primeran, de ETB. Es pura ficción, nacida de los libros de Jon Arretxe sobre las grotescas andanzas, entre lo cómico y el drama, de un migrante guineano en el barrio bilbaíno de San Francisco, exageradas en sus certezas, como el racismo, y falsedades, como que el Ayuntamiento no les recoge la basura o que subvenciona contratar a negros para un coro. Resulta chusco que se tome a la Casa de Misericordia como fachada y escudo de un lujoso hotel picadero.

Más allá de tópicos y burdos tiroteos, sus seis episodios muestran las oportunidades y las dificultades de la emigración para insertarse en nuestra sociedad. Es lo que constituye el black basque power, que no imaginamos hace unas décadas y que todavía a muchos les produce vértigo.

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ

Huelen la sangre

En la selva de la tele, junto a la bendita información, hay también especies carroñeras. Las hemos visto revoloteando sobre el barro trágico de Valencia, al igual que hace años en Euskadi. Destaca entre los necrófagos Pablo Motos, líder destronado con El Hormiguero y su popurrí de entrevistas a famosos que promocionan novedades. En algún momento se olvidó del buen rollo que añadía contenido y, desquiciado por su narcisismo, hizo suya la misión de trumpear y polarizar el país bajo el patrocinio de Atresmedia. Conduce junto a Vicente Vallés y Matías Prats una bandada insaciable de carroña. 

Lo de Iker Jiménez es de traca. No conforme con los ovnis y otros fantásticos embustes, el gasteiztarra ha absorbido el rencor al emigrante, el negacionismo climático, los bulos y el carroñerismo en pandemias y catástrofes. Todo ingrediente hostil cabe en su potaje. Sus colaboradores de ultraderecha hacen el trabajo sucio y él les jalea como voceros de la rabia. Entre Cuarto Milenio y Horizonte, ambos en Cuatro, vemos a Iker trazando su caricatura personal al gusto de las letrinas. ¿Qué necesidad tenía de cambiar los fantasmas por un activismo buitrero? ¡Ah, pero el FesTVal 2024 de Gasteiz premió a Jiménez y Motos!

A Sonsoles Ónega le ha sentado mal ganar el Planeta con una novela rancia, porque desde entonces se conduce con impertinencia, como si presintiera que su luz se apaga con la frivolidad de Y ahora Sonsoles, de temas rosas y riñas vecinales. ¿Dónde quedó su sobriedad de reportera? De este deterioro se deriva su semejanza con Ana Rosa Quintana, otra voraz carroñera. ¡Con lo útil que hubiera sido para todos en la catástrofe una cierta contención emocional en vez de tanta ira saqueando la esperanza! Y que la solidaridad no constituyese una exhibición banderiza.

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ

Estados Unidos y el mal menor

El mundo se juega la vida mañana. No es una exageración ni un simple derby americano. Estamos ante un instante oscuro y dramático para todos. Es el horror o la esperanza, la democracia o el infierno. Cuando el país más poderoso, que determina el devenir de los demás, se encuentra ante el abismo no podemos más que contener la respiración, situarnos ante el televisor y asistir al desenlace. Este martes seremos, como nunca, espectadores. ¿Es usted capaz de dormir toda la noche, indiferente al recuento de los votos? Yo no, salvo que medie una sobredosis de melatonina. Es madrugada de café.

La información puede variar mucho según sea su proveedor de cable o satélite y la pantalla que escoja, porque el escrutinio será incierto durante horas. No se fíe de las cadenas ultras, como la Fox, donde Trump y la xenofobia tienen su asiento; así que opte por los informativos liberales (en el sentido americano del término) de la NBC, ABC o CBS. O déjese llevar por la progresista CNN. Me inclino por la británica BBC. ¿Y la televisión pública vasca? Será una jornada completa para el lucimiento de sus corresponsales. En español lo mejor es TVE y su Canal 24 h, con más medios y criterio que el cloaquero Ferreras en La Sexta.

A los amigos de lo inédito les advierto que ahora la cuestión no es si Estados Unidos tendrá o no por primera vez a una mujer al mando, lo que ya pudo ser con la descalabrada señora Clinton, en 2016. Por la misma razón que nadie en sus cabales democráticos quería a Marine Le Pen -tan mujer como Kamala Harris- presidenta de Francia, lo esencial en esta hora crítica es anteponer el equilibrio mundial al género frente a los delirios de la América de Trump. Esta es la sesión de noche de mañana: historia con final feliz o pesadilla de terror. ¡Ay, qué miedo!

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ

Historias de mujeres

La evolución humana -ética, cultural y democrática- es tan lenta que parece inamovible, si es que no va marcha atrás. Por eso nos seguimos contando una y otra vez la misma historia de emancipación y sacrificio. La última temporada de La amiga estupenda, una joya italiana nacida de los libros de Elena Ferrante, trata del amor, la amistad, los cambios sociales que se resisten y la lucha de las mujeres por alcanzar la igualdad frente al supremacismo machista. En esta memoria final, Lila y Lenú -en quienes todas las mujeres se representan- viven sus vidas en diferentes realidades, una desde la fortaleza y otra desde la sensibilidad, pero unidas por la profunda admiración entre ellas.

Los desgarros de nuestra existencia iluminarán siempre las narrativas literaria y cinematográfica. La saga La amiga estupenda lo acredita con rotundidad. ¿Qué películas y series se crearán con el caso de Gisèle Pelicot, drogada por su marido para que decenas de hombres corrientes la violaran en un poblacho francés? Un jurado condenará a estos monstruos, pero importa que la justicia ejercida por las pantallas y los libros sublime el dolor y el coraje de Gisèle en la causa universal de las mujeres. En la misma senda, no dejen de leer Triste tigre, prodigio de Neige Sinno, apabullante y explícito, a partir de la tragedia de haber sido violada por su padrastro desde los 9 años.

A Nevenka Fernández, exconcejala de Ponferrada, le ha costado 25 años que una película relate la crueldad del acoso sexual al que la sometió un alcalde del PP. Una sentencia miserable y un periodismo aberrante, personalizado en Ana Rosa, provocaron la huida de la víctima a Inglaterra para sobrevivir. Itziar Bollain hace buena memoria con Soy Nevenka, pero es demasiado tarde. Ya digo, la historia de siempre.

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ