El agua herida de la Ría. Tres errores y medio.

EL FOCO

Onda Vasca, 29 junio 2017

Lo que muchos ciudadanos de Bilbao no saben, o quizás no lo recuerdan, es que la primera y más importante obra de transformación urbana de la capital -hasta llevarla a la ciudad envidiable que es hoy- fue el saneamiento y regeneración de las aguas de la Ría de Bilbao. Antes de que el Guggenheim, que el cambio metódico de una ciudad industrial a una urbe moderna, tecnológica y de servicios, de cultura e internacional, antes que el Palacio Euskalduna, el mejor palacio de Congresos del mundo; antes de que Bilbao luciera el metro más preciso y precioso de Europa, antes que Bilbao dejase de mirar a los montes para volcarse en sus espacios de oportunidad, antes de que Bilbao fuera lugar de obligada de visita de millones de turistas, antes de que le diéramos la vuelta a la historia con el esfuerzo colectivo, orgullosamente, Bilbao hizo una impresionante limpieza.

Aquella obra fue un inmenso proyecto, que se desarrolló a lo largo de más de dos décadas y costó un dineral que no sabríamos calcular del todo. Se habla de 1.000 millones de euros. Los bilbaínos pagamos durante años esta gran realización pública, abonando una tasa adicional al consumo de agua, de manera que, si tu factura de agua doméstica era de 500 pesetas, pagabas otras 500 pesetas para financiar la limpieza de la Ría del Nervión. Y lo hicimos sin rechistar. Porque esa arteria de agua que atraviesa Bilbao, hasta desembocar en el mar en Portugalete y Getxo, es mucho más que eso. Es la cuna de la Villa. Gracias a ella floreció el comercio marítimo y después, en sus orillas, surgió la siderurgia, la construcción naval, el sector químico y todo lo demás que hizo de Bizkaia una potencia económica.

Me cuentan que allá, a finales de la década de los sesenta, a un iluminado se le ocurrió proponer el cubrimiento de la Ría. La idea fue tomada con entusiasmo por Radio Bilbao para que se hicieran aparcamientos sobre la Ría. Nadie fue procesado por aquella idea, merecedora de destierro perpetuo.

La actividad industrial mató la Ría. La envenenó. La dejó sin más habitantes que las ratas. Además, los vertidos sanitarios iban a parar a sus aguas. Todo iba a parar allí. La basura, los desperdicios… ¿No recordamos el agua de color marrón? ¿No nos acordamos ya de su fétido olor, insoportable algunos días? ¿Hemos olvidado de dónde venimos? Pues parece que sí, porque una sola noticia, prácticamente anecdótica, ha sido capaz de poner en duda la tremenda tarea del saneamiento de la ría de Bilbao. Esta es una historia que merece comentarios y unas cuantas críticas.

El asunto es que tras una prueba de triatlón celebrada el 20 de mayo en aguas de la Ría se detectaron tres casos -leves- de leptospirosis. Se trata de una afección infecciosa, que produce síntomas parecidos a una gripe común, y cuyo origen es la orina de algunos animales. La noticia de estas infecciones ha caído como un bombardeo sobre Bilbao. Y lo que es peor, sobre su propia autoestima. Como consecuencia de estas presuntas infecciones, se ha suspendido la tradicional travesía a nado de la Ría que iba a tener lugar este fin de semana, primeros días de julio, que organiza desde 2011 el Club deportivo de Bilbao. Y de repente, al exagerar informativa y técnicamente la noticia, hemos puesto en duda todos nuestros esfuerzos y nuestra propia andadura. Lo peor no ha sido que se hayan dados tres casos, leves como ha quedado claro, de infección, sino que algo tan nimio sea suficiente para tirar por tierra el trabajo de décadas.

            ¿En qué nos hemos equivocado? Hemos cometido tres errores. El primero ha sido la forma de informar sobre el caso, muy exagerada, sobredimensionada y hasta populista. Por supuesto, había que informar sobre el caso. No es culpable el mensajero de las malas noticias; pero la exageración informativa de un caso, leve, ha llevado a que la percepción ciudadana le haya otorgado un carácter más grave e importante de lo que realmente es. Quizás otro día deberíamos poner el foco sobre el populismo informativo que se ha impuesto en algunos medios y sobre un determinado tipo de noticias. Es como si cierta prensa querría no morir a base de ser los voceros de un cierto alarmismo que les dé sentido. Pero esa es otra historia, la prensa garrula, de origen franquista. La consecuencia de la información exagerada es el alarmismo público. Parece que hemos retrocedido treinta años y la Ría de Bilbao vuelve a ser una cloaca. El resultado de la mala información es este.

Pero no ha sido el único error. Las autoridades han gestionado con desconcierto la noticia, como si no la esperaran. No han superado la sorpresa y han tardado en reaccionar. Ninguna autoridad quería hacerse cargo de a quién compete el análisis sanitario de las aguas de la Ría. Eso no puede ser. Es un vacío institucional inaceptable. Y ese desconcierto de las autoridades (Ayuntamiento, Gobierno Vasco (URA), Consorcio de Aguas, Diputación Foral de Bizkaia) ha añadido estupor e indignación entre la ciudadanía. ¿Si las autoridades no saben nada, qué pueden pensar los ciudadanos? Ha sido un espectáculo lamentable en lo informativo e institucional. Pasados unos días, la cuestión se ha normalizado y será el Ayuntamiento quien se haga cargo del análisis sanitario de las aguas de la Ría. Ahora, con esta oportunidad, tendrán la tarea de poner las cosas en su sitio, restituir la imagen de pulcritud de nuestra Ría y el daño sobre el prestigio de la ciudad, tocada por la gestión del suceso.

Y el tercer error es de la ciudadanía. Su ingenuidad, su permeabilidad a la información exagerada, sus percepciones previas, idealistas. Verán ustedes. Ninguna ría urbana del mundo es una piscina hollywoodiense. Pueden estar muy limpias sus aguas, pueden celebrarse en ellas pruebas deportivas, como la de los clavadistas de Red Bull que tuvieron lugar en la Ría de Bilbao, junto al Guggenheim. Pero no son para bañarse habitualmente. Ninguna del mundo. Ni para bañarse normalmente, ni para tomar un vaso de agua de su lecho. Quizás no lo hemos entendido bien. En la Ría hay pesca: lubinas, cabuxinos, chaparrudos, platijas, lenguados, anchoas, abisones y también txitxarros y lenguados. Muy bien. Pero no es el mayor banco de peces del mundo. Añado que no se debería haber suspendido la travesía a nado. Ha sido como acreditar una exageración. Medio error.

En definitiva, la Ría de Bilbao es estupenda, pero no es el paraíso, como ninguna ría urbana. Lo que demuestra este suceso es que tenemos convicciones y la autoestima muy frágiles. Cualquier cosita nos tumba. Somos muy inestables. Tenemos una Ría que es un orgullo. Y así será, mientras lo queramos todos.

Audio:

https://www.ivoox.com/foco-jose-ramon-blazquez-el-agua-audios-mp3_rf_19536323_1.html

¡Hasta el próximo jueves!

Carlos Sobera, de la ceja a los gritos

 

Un verano sin olimpiadas ni fútbol internacional es como un agujero negro. Sucede en años impares. A las cadenas les preocupa lo que va de junio a septiembre. Los espectadores bajan a la mitad y la publicidad, también. Por cierto, ¿qué le ocurre a Coca-Cola que ya no hace los mejores anuncios? Ahora son Ikea y Toyota los líderes en creatividad. Quien inventase la globalización no seduce con sus mensajes, aceptando así que hay otras marcas más cool. Algo está pasando en el mundo de la imagen. A Telecinco le preocupaba el viernes, una vez que el camión de telebasura de Jorge Javier Vázquez hiciera la mudanza al sábado. Antena 3 le estaba ganando el día con sus juegos y canciones. Y su respuesta ha sido otro concurso, The Wall, idea norteamericana, muy propia para la era Trump y su política de muros. Carlos Sobera ha vuelto muy cambiado al canal de cabecera de Mediaset. Le han puesto a dar gritos, como si los decibelios proporcionaran mayor atractivo. Pues no. La conexión con el televidente es a través de la grandeza de las historias y no por el volumen. Aún fuera de lugar y de tono, de la ceja a la boca, afónico, el baracaldés ganó la partida a Ninja Warrior, con casi dos millones de seguidores.                             

Tuvo mucha suerte con sus primeros concursantes, dos hermanas gallegas, auténticos torbellinos, cuya fe en sí mismas y su proyecto solidario, al que destinarán los más de cien mil euros obtenidos por su afán y cultura, bañaron en lágrimas los ojos a Sobera y a las mismísimas piedras. No todos los participantes darán tanto juego como esas dos mujeres; pero es seguro que The Wall será el rey de los viernes.

También ETB2 estrena hoy concurso. Como en otras ocasiones, el estío será el banco de pruebas de Dale una vuelta, cuya misión es arañar audiencia a Pasapalabra de lunes a viernes y conducirla al Teleberri de la noche. El objetivo es excesivo, incluso para el excelente cómico Andoni Agirregomezkorta. Se le pide arreglar el profundo estropicio de las tardes. Demasiado tarde; pero aún existen los milagros y hasta vírgenes.

 

¡Cuidado, chicas, que vienen las fiestas!

EL FOCO

Onda Vasca, 22 junio 2017

Las hogueras de San Juan, con su noche mágica pero también desmadrada, vienen a marcar el comienzo del largo periodo festivo de nuestros pueblos y ciudades, que no se detendrán hasta finales de septiembre, por San Miguel. Las fiestas son la parte más visible del verano. Y diría que según como se divierte una persona o una comunidad es como es esa persona o ese pueblo. Nos divertimos como somos y somos como nos divertimos.

No voy a enfocar a las fiestas. No en esta ocasión, aunque es verdad que valdría la pena echar una pensada sobre nuestro modelo festivo, porque tiene mucho de corrosivo y bastante de inmadurez. Lo que me interesa hoy iluminar es lo que ocurre en nuestras fiestas, uno de sus efectos y también uno de sus síntomas. Me refiero a las agresiones sexistas que, de forma de palabra, hecho y actitudes, ofenden a las mujeres y perturban la convivencia festiva.

Empecemos por decir que las agresiones sexistas en fiestas no son nuevas. Son una tradición, como consecuencia la desigualdad entre sus distintos miembros. Pero las fiestas, con su esencia de transgresión y excesos, son un refugio para los cobardes. Como ocurre también ahora con las redes sociales. El tumulto, la juerga y el anonimato son n caldo de cultivo para los canallas, esos cobardes que, carentes de toda ética, vacíos de autoestima y sin alma, agreden a las mujeres con sus palabras, sus gestos y sus acciones.

La sociedad que lidera está en pie de guerra contra el sexismo en fiestas. Piensa que esto del sexismo festivo no es una maldición, algo inevitable que hay que aceptar. No. Hay que atajar estos hechos. Lo que ocurre es que no sabe muy bien qué hacer. Hacer un llamamiento racional a los hombres que tienden a sobrepasarse, de palabra o hecho, ante las chicas en los espacios festivos sirve de poco. Porque lo racional exige una receptividad inteligente.

Las instituciones, generalmente los ayuntamientos que son organizadoras de las fiestas de pueblos, barrios y ciudades, ponen en marcha campañas de prevención y concienciación para evitar que se produzcan agresiones o maltrato contras las chicas. Y están muy bien. Idean lemas y mensajes ocurrentes, llamativos para crear una mentalidad positiva y preventiva. “No es no”, es el lema recurrente, porque viene a decir que cuando una mujer niega un acercamiento sexual de cualquier tipo, un hombre que se viste por los pies lo acepta.

Sin embargo, hay que aceptar la ineficacia de estas campañas. Sirven para autoafirmarnos a quienes respetamos a los demás, sobre todo a las mujeres, pero no sirven con los machistas, agazapados en fiestas y pertrechados tras una copa de alcohol para atacar siempre que puedan y cuando puedan.

Se dice en estas campañas que el alcohol y las drogas, compañeros de la fiesta, no son excusas para las agresiones machistas. Naturalmente que no. Pero son uno de los motivos con individuos concretos. La inmensa mayoría de la gente bebe excesivamente en fiestas; pero no por eso se dedican a agredir a las mujeres. Pero hay un porcentaje pequeño de hombres para quienes el alcohol y las drogas solo son detonantes de su machismo previo. Hay hombres propensos al sexismo. Su perfil es el de aquellos con una baja autoestima, narcisistas, agresivos, fracasados emocionales e intolerantes que, en entornos propicios, sacan a relucir su lado oscuro y se creen reyes del espacio donde las normas se relajan y parece estar permitido todo. Cuidado con éstos. Son un peligro.

He dicho antes que las campañas de prevención del sexismo en fiestas son ineficaces. Pero, aun así, son necesarias. Son como las antiguas campañas de prevención del consumo de drogas. O las campañas antitabaco. Los mensajes no traspasan la conciencia, porque quienes los reciben no están en estado libre de conciencia. La sociedad necesita emitir un mensaje de prevención y llamada al respeto colectivo por mucho que no sirvan de nada, porque los machistas agresivos y sin autoestima ni escuchan ni entienden.

En este contexto se ha desarrollado la campaña de la radiotelevisión pública vasca. EITB ha movilizado a todos sus efectivos y ha lanzado una fuerte acción de comunicación para prevenir y concienciar a la sociedad sobre las agresiones sexistas en fiestas. “No es no”, dice también su eslogan, nada original, pero el más esencial, la clave. Sus presentadores y locutores más reconocidos han puesto su voz y su rostro en esa campaña. Y seguro a todos nos parece bien. Cumple así ETB su función social. Pero aceptemos que es muy poco contra los canallas.

También el ayuntamiento de Iruña-Pamplona ha lanzado su campaña contra las agresiones sexistas en los Sanfermines. Incluso su alcalde se ha prestado a situarse como emisor de los mensajes, en euskera, castellano, francés e inglés. Las imágenes de agresiones sexistas en Pamplona han dado la vuelta al mundo. Y avergüenzan a los vecinos de la capital navarra. Es un formidable intento; pero mientras no pongamos en tratamiento a los machistas agresivos y carentes de autoestima, y no los castiguemos como merecen, las campañas serán nobles intentos de prevención, pero ineficaces. Hace falta, desgraciadamente, una policía festiva. Ya la hay en algunos lugares. Pero son pocos y los machistas de riesgo muchos.

Tenemos un modelo festivo sobrepasado. Es el fondo del problema. Pero sobre todo tenemos una pequeña parte de los hombres que se creen con patente de corso. La fiesta no va con ellos. Hay que ir a por ellos.

¡Hasta el próximo jueves!

Emoción de censura


La sesión de censura parlamentaria contra Rajoy, que vieron entera dos millones de espectadores en la Sexta, Cuatro y Canal 24 h y a retazos otros muchos, fue en realidad un documental sobre la España en vigor, empobrecida, furiosa y resignada. No trató de paella, toros y sangría, sino acerca de su clase política y la categoría de sus medios de comunicación y comentaristas. Salieron a relucir Machado, Quevedo y Miguel Hernández. Ya no hay dos Españas, una de las cuales te helaba el corazón. Ahora hay por lo menos una docena y ninguna se parece a la otra. Una de ellas es la ruin y machista, que lo mismo tiene su expresión cavernícola en boca del portavoz del PP, Rafael Hernando, que en la retórica de Pablo Iglesias con su desprecio varonil a la diputada de Coalición Canaria. Lo más honroso de estos dos largos días ha sido la respuesta, dulce y sublime, de Ana Oramas al jefe de Podemos. ¡Ay, profe, tu ego te pulveriza!

            Otra de las Españas que escuchamos es la indignada, con razón suficiente para montar la bronca a un partido atravesado por la corrupción y a un presidente cuya molicie le lleva a leer mal los papeles que le escriben y tropezar con las palabras hasta el ridículo. Al duro reproche le faltaron votos, pero no motivos. Apareció en el hemiciclo la vieja España del miedo, que amenaza con la fuerza a Cataluña, esa porción que ya no soporta más ser España. Otras Españas se marcharían encantadas al futuro si se decidieran. Estuvo la España sosegada, incluso entusiasmada, la que quiere y no puede, y la España “de Carnaval vestida aún la tenemos: pobre y escuálida y beoda”, de la que se dolía Machado, trasfigurada hoy en el poder del PP y en quienes le votan con la cabeza gacha.

El documental de la moción pudiera pasarse en clases de comunicación, para mostrar el desastre de los discursos largos, que dicen poco y convencen menos. Podría verse en la asignatura de liderazgo y en la de ética, como maldades. España hizo striptease en fiestas de San Antonio, pero nos quedamos como estábamos y un poco más aburridos.

Yeray y todos los luchadores

EL FOCO

Onda Vasca, 15 junio 2017

Esto no es una crónica de fútbol, pero empieza con fútbol. O, mejor dicho, con un jugador de fútbol. Hablamos de Yeray, defensa central del Athletic de Bilbao, en quien la buena y la mala estrella ha ido a detenerse. La buena estrella de ser un jugador del equipo de San Mamés, con toda su juventud; y la mala estrella de estar afectado por esa enfermedad que a todos nos asusta nombrar, llamada cáncer.

Ya lo sabéis: a Yeray se le diagnosticó a finales del pasado año un cáncer testicular para cuyo tratamiento tuvo que abandonar su profesión durante un tiempo. Tres meses después, volvió, curado, a los campos de fútbol, concretamente el 4 de febrero reapareció en el Nou Camp. Y así, la amenaza del cáncer parecía haberse disipado. Sin embargo, como suele ocurrir algunas veces, la enfermedad ha rebrotado y Yeray tuvo que abandonar el pasado martes la concentración de la selección estatal sub21 para someterse a tratamiento médico después de que en un control médico rutinario se le detectara una recaída de su cáncer.

Lo que hemos visto estos dos días pasado es, de nuevo, una gran ola de solidaridad y afecto hacia Yeray. Todo el mundo del fútbol se ha volcado con él, así como toda Bizkaia, con la intención de transmitir al jugador del Athletic toda la fuerza emocional y el cariño que necesita en estos momentos.

Alguien diría que es fácil ser solidario y volcarse con una persona a la que queremos, porque somos del Athletic, o porque es un jugador de fútbol, o una persona famosa y admirable. Está muy bien. Pero para mí lo más importante es que este afán de ayudar emocionalmente a una persona en situación muy difícil, nos plantea la obligación de hacerlo con todas las personas que, de una u otra manera, están en un momento tan delicado como el que está experimentando Yeray, por cierto, un gran chico, más allá de ser un grandísimo central.

A Yeray le esperan tres meses muy duros, con un tratamiento de quimioterapia que le afectará mucho en lo físico y en lo emocional. Pasados los días de afecto y solidaridad, llegan los momentos de soledad. Y es ahí, en esos momentos, cuando se necesita más que nunca el apoyo de su entorno. La solidaridad y el afecto en sus inicios es muy fulgurante y vistosa, puede que incluso desmesurada. Lo esencial es lo que hay que hacer después, cuando uno se encuentra solo, o casi, ante su miedo, una experiencia brutal.

El miedo, la angustia. Es el sentimiento terrible de una persona ante el cáncer. Esta enfermedad no solo te pone contra las cuerdas de tu salud. Te sitúa ante la incertidumbre. Y uno experimenta, de verdad, el miedo. Nadie te garantía nada, porque nada se puede augurar en tu proceso de tratamiento. Puedes tener mejor o peor diagnóstico. Te hablarán de porcentajes de cura y de tu buena disposición ante el tratamiento, porque eres joven o porque no tienes otras circunstancias que lo hagan más complicado. Pero cada cáncer es un mundo. Y cada persona también.

En un proceso de enfermedad grave como este hay varias etapas: tras el shock del diagnóstico, llega el momento en el que ahora está Yeray: el miedo, la angustia. Es muy importante que no le falte el apoyo y el cariño de su entorno. No puede estar solo ante el miedo, por muy fuerte que uno sea. Ahí es donde cada uno saca fuerzas de flaqueza. Los seres humanos tenemos una capacidad de resistencia enorme. No sabemos lo poderosos que somos. Esa fortaleza propia es la que necesita prodigar consigo mismo el jugador. No se trata de mantener artificialmente hacia el exterior una fortaleza aparente. Uno puede llorar en esos momentos, ya lo creo que puede y debe. Llorar no es lo contrario de fortaleza. Llorar es la fortaleza misma, una terapia grandiosa que la naturaleza nos ha dotado. Somos realmente fuertes y cada uno debe creérselo y ejercitarla.

Después, una vez comenzada la terapia y superada la angustia inicial, llega el peor momento: la resistencia ante la intensidad del tratamiento. No sé en este caso cómo será, pero la quimio te deja hecho papilla. Hay que arrasar para curar. Ese el tratamiento necesario. Hay que vivirlo con confianza. Con la confianza de que puedes ganarle la batalla a la enfermedad. Que el tratamiento va a funcionar. Tienes que aceptarlo de verdad. Muchas cosas están a tu favor.

A partir de ahí hay un zigzag de pruebas y resultados que, a veces son esperanzadores y otras no tanto. Es un momento brutal, pero también lleno de posibilidades y buenas noticias. El tratamiento de Yeray son tres meses. Y en este plazo va a vivir esas ideas y venidas. Por supuesto que le deseo lo mejor, estaremos atentos a las noticias. Puede sonar raro, pero los buenos deseos también funcionan como terapia adicional. Es algo misterioso, pero funcionan. Si bien, lo esencial es que el propio enfermo y su entorno actúen como un equipo -como un Athletic- para ganar este campeonato de vida. Mucho amor, mucha presencia, mucha confianza, mucha resistencia y fortaleza, mucho poder propio. Esos son los componentes del equipo para ganar.

También está el esfuerzo en investigación. Nuestras instituciones tienen que aumentan sus esfuerzos en esta materia y que las entidades privadas, como la Asociación contra el Cáncer, redoblen sus esfuerzos contra la enfermedad. Nuestros donativos y la participación en campañas para recaudar fondos para la investigación y prevención del cáncer son imprescindibles. Esto es una épica mundial. Según el departamento de Salud del Gobierno Vasco, el incremento de la esperanza de vida aumentará el porcentaje de incidencia del cáncer. Este es un horizonte de trabajo.

Como Yeray, hay miles de personas –mayores, hombres y mujeres, de mediana edad, jóvenes y también niños- luchando contra el cáncer. Sobrellevando el miedo, unas veces solos y otras arropados amorosamente por su entorno familiar y los amigos/as. Por favor, no les dejemos solos. Necesitan mucha confianza. No lo pueden sobrellevar solos. Por eso, quiero transmitir mis mejores deseos y mi afecto a todas las personas que están en situación de tratamiento por cáncer. Sabemos lo que estáis pasando. Y tenéis que saber que a vuestro lado hay mucha gente que os desea lo mejor. La vida es eso: sentido, destino y épica. Ninguna épica más valiosa como la de los enfermos de cáncer por su vida.

¡Hasta el próximo jueves!