(Imagen publicada y retocada para su libro ‘Monzón’, donde se han suprimido a dos personas y varios elementos. STEVE McCURRY)
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Anda el personal cultureta muy indignado tras descubrirse que el célebre fotógrafo Steve McCurry manipulaba sus fotografías con Photoshop. La indignación debe provenir de una última frustración, la frustración de haber perdió la fe en el último medio en el que creían que se podía copiar la realidad como en el famoso espejo trotamundos de Stendhal.
Pues en efecto, a la fotografía se le otorgó, desde el momento de su aparición, la misión de ser testigo de lo real, desatando dos curiosas consecuencias. La primera extendiendo la cualidad de lo fotográfico a todo tipo de representación supuestamente no mediada; y la segunda, contribuyendo al desarrollo de las vanguardias pictóricas que ya no querían pintar lo real.
Nadie se acordó entonces, ni después, imbuidos todos de una realismo hipnótico, de que la fotografía también tenía (debía tener), si quería ser un arte, su propia retórica y que esta retórica no dudaría en utilizar todos los recursos que la técnica pusiera a su disposición para conseguir mejor su efecto. Y todos los recursos posibles se utilizaron con la fotografía analógica y ahora se utilizan con la digital (incluido, por supuesto Photoshop.
Así que la indignación es más bien fruto de la incultura y la inocencia como suele ocurrir en la mayoría de las indignaciones demasiado rápidas.