Esta mañana he dado varias vueltas por la Plaza Nueva de Bilbao intentando encontrar una simple tortilla de patatas. Y es que cada vez resulta más difícil pues lo que ya se nos ofrece es una base de tortilla española con multitud de añadidos espurios como jamón york, queso roquefort o a saber qué crustáceo despistado. Por lo visto, la patochada de los gastro-bares y de los concursos de master-chefs ha calado… y bien (de la inminencia y significación de este avatar ya nos previno en su momento el sociólogo Pierre Bourdieu en La Distinción-Crítica social del gusto).
Otrosí ocurre con el té, que de tanto haberse vuelto rojo o verde, ha dejado de ser el negro de siempre. Y del vino, mejor no hablar: cualquiera que no se tome (por lo menos) un crianza entre aspavientos benevolentes y palabreo metafísico pasa por un paleto total.
Tanta sutileza no deja de ser sorprendente. Parece como si quisiéramos ser posmodernos sin haber pasado por la modernidad y a ello se aplican bareros cool y restauradores iniciáticos (alabados sean sus a veces impronunciables nombres) dirigiendo su particular política de estímulo al consumo a base de sandeces gastronómicas ( ya sé que me paso , pero lo hago adrede).
Y como la burguesía de estos lares ha sido siempre corta-cortísima de miras (Manuel Tuñón de Lara dixit), haciendo más la cuenta de la vieja que la de resultados a medio plazo, la más pequeña juega a la clavada del guiri mientras pueda y le dejen (el otro día, 3 euros por una mini-botella de agua: ja, ja, ja).
O sea que, en realidad, estamos ante una nueva versión del expolio histórico en el orden gastronómico, que, para más inri y recochineo inculto se plantea como “una adaptación a los nuevos tiempos” ( Ya decía también el marxistón Jameson que cuando te hablen de modernizarte entiendas clavartela): estés donde estés no puedes utilizar un billete menor de diez euros para degustar esa única y última morcilla con yogur de fresa (natural, of course) que ha conseguido el primer premio en el concurso intercolegial de mini-cooking ( antes pintxos).
Bobos y bobas todos y todas, nadie dice que el rey está desnudo y, mientras tanto, la economía no se recuperará nunca, porque el dinerillo acumulado, la pasta ganada en el expolio gastronómico, es pan para hoy y hambre para mañana (esto sí lo sabemos desde la crisis de los Altos Hornos).
¡Ah bendita y sencilla (a fuer de mítica) tortilla de patatas!
Gaur bertan, (16-6-9)
http://www.franceculture.fr/emissions/les-nouveaux-chemins-de-la-connaissance/la-philosophie-par-le-menu-44-dialectique-de-la
Dialéctica de la digestión: Como la dialéctica, la digestión reconcilia entidades en oposición: la comida y el cuerpo, la identidad y la alteridad. El sistema digestivo y el retorno dialéctico, Claire Pagès sigue la dinámica de jugos y conceptos de Descartes a Hegel a través de Levinas.
Eskerrik asko, gozamen eta atsegin handiz dastatzen zure hitzak eta gora arrautzopil-tortilla… frantsesa!
Eskerrik asko zuri ere egindako iruzkinagatik. Gehitutako linka primerakoa da…