(para M.G.)
Afirmó en su momento G. W. F. Hegel que el acceso al conocimiento es connatural al concepto por mucho que éste sea algo estólido y poco gracioso. Otro sí, que, salvo para el realismo inocente y barato, la realidad no es la verdad, sino que ésta es precisamente el atributo del concepto, pergeñado desde una lógica amparada en cualesquiera de los guardaespaldas metafísicos divinos y/o humanos al uso. Mas, ¿ cómo podría el entendimiento acceder al concepto sin los datos de la sensibilidad? Surge aquí, pues, una labor previa que conocemos como fenomenología, es decir la puesta en evidencia ordenada de los fenómenos perceptibles.
Sirva todo lo anterior para introducir una de la cuestiones que constituye una de las tareas filosóficas pendientes en nuestros tiempos y que no es sino la formulación de una Fenomenología del Espíritu Deportivo, sobre la que este escrito pretende recoger algunas notas previas.
Al efecto, también es preciso decir que nuestro campo de observación no será el del deporte de élite ( sólo accesible a distancia en grandes estadios o en grandes estadías televisivas) sino el del «hombre de la calle» ( entiéndanse aquí y en adelante, como dicen mis estudiantes, todos los géneros y transgéneros posibles) que tanto gustaba a Alfred Schutz, y que podemos observar practicando su actividad , por ejemplo, en el Paseo de Abandoibarra entre las 6 y las 9 de la mañana.
Haciendo ad hoc un a modo de tipología weberiana simple, se podría decir que nos encontramos con las siguientes cuatro modalidades :
1) Corredor semi-profesional: Viste camiseta y pantalones aerodinámicos, así como, mayormente, medias de compresión y rodilleras. Por arriba la figura se cierra con gorra de running calada y por abajo con zapatillas de alguno de los últimos modelos, todas con nombres alusivos como Nike ( de la diosa griega Niké: Victoria) o, por ejemplo, ASICS (del latín «anima sana in corpore sano»). Por lo general lleva adminículos varios casi invisibles, como podómetro multifunción y auricular de MPx. Puede ir en solitario o en grupo, pero siempre sonriendo, aunque no se ha logrado detectar porqué. Gran ritmo de carrera.
2) Corredor simple: Con camiseta , pantalones y mallas emergentes. Las zapatillas no son necesariamente de marcas reconocidas/bles.La visera no es imprescindible, pero sí los auriculares que conectan con un ostentoso teléfono móvil que lleva adosado a uno de sus brazos. Consulta constantemente su reloj como si alguien o algo le persiguiera.Ritmo regular.
3) Paseante deportivo. a primera vista parece un «hombre de la calle» algo despeinado- como si acabara de salir de la cama. En ocasiones lleva pantalón corto discutible desde el punto de vista estético. El aspecto deportivo es detectable por sus zapatillas ad hoc . No suele llevar adminículos, salvo que se los hayan regalado. Ritmo irregular pero siempre en ascenso a juzgar por la expresión angustiosa de su rostro.
4) Paseante. A veces incluso con traje y corbata. Su actitud recuerda a lo que Josep Pla llamaba «fare il signore», pues no parece importarle el tiempo cronométrico y se le adivina disolviendose constantemente en un dolce far niente. Puede detenerse para contemplar un árbol o una gaviota . Ritmo no detectable, ya en el límite de lo deportivo. Fair play.
( Continuará, pero no se cuándo: la labor fenomenológica es ardua y tanto más cuanto que hay que practicar una permanente epojé para intentar no contaminar la descripción con mis discutibles valores)
Peli, leyendo tu tipología fenomenológica me viene al coco un par de ejemplos que podrían engrosar, o mejor engordar, la clasificación.
Los casos son de dos celebridades a los que en la calle vi correr, descangallados, torcidos, escorados, agónicos…a punto de muerte. Como decía- recuerdo un artículo salvaje referido a gentes con defectos físicos – Gómez Pin, él no tenía por qué soportar semejantes espectáculos de la degradación…Uf. Salvando las distancias que se han de salvar, te diré que ambos dos demostraban en su carrera, en búsqueda de la recuperación de la salud plena, que no habían corrido en su puta-¡con perdón- vida; ambos llevaban igualmente unos chandales, tal vez eran de marca, de color marrón austero que parecía comprado en un bazar chino ( La buena carrera)…Uno era un cantante amigo mío que nos dejó precisamente diez años ahora( el día 26) , el otro un filósofo zascandil domiciliado en los Madriles…Echando el higadillo, en los límites del vómito…Así los vi.
Un abrazo, y no sigo pues me entra la fatiga al recordarlo
eliñaki
Gracias, Iñaki, por abundar en la labor fenomenológica… que en ésto, como en todo, es larga y cansina.