» He said, Marie, Marie, hold on tigh…»
Recuerdo estos versos de The Waste Land de T. S. Eliot, mientras camino por el paseo exterior de los Jardines de la Media Luna, contemplando el lento transcurrir del río Arga como si lo hiciera en la ronda de guardia de una alta fortaleza. «Él dijo, María, María, sujétate fuerte»
Y los recuerdo porque acabo de desayunar en el Niza con un amiga que me ha contado una historia que pone los pelos de punta. Al parecer, en el colegio ( o ikastola, o escuela, no me he aclarado muy bien) al que lleva a su hija pequeña, varios niños de siete años han sido sancionados por » jugar a ir a pegar a las chicas»…
Hubo un tiempo en el que algunos hombres (todavía no se les llamaba varones) llegaron a pensar que podrían construir un futuro diferente con algunas mujeres. Un futuro en el que el trabajo doméstico estaría bien repartido y mejor acordado, en el que los permisos de maternidad se alternarían con los de paternidad, en el que que las relaciones sexuales se volverían un verdadero juego y dejarían de ser violaciones disfrazadas o bendecidas, en el que las sensibilidades no se diferenciarían sino por las personas. En el que, en fin, junto a la reflexión de género feminista, podría haber otra realizada en paralelo por los hombres hasta donde se pudiera llegar… De entre las mujeres , se conocen muchos y grandes nombres, desde Simone de Beauvoir hasta Lidia Falcón, pasando por Gretel Ammann , pero de entre los hombres, convertidos ya en varones, todo lo más se cita a Josep-Vicent Marqués que murió hace ya algunos años, dejando unas propuestas tan insólitas como probablemente intempestivas.
Todo ésto ocurrió no hace mucho tiempo,pero a la mayor parte de los veinteañeros de hoy, a esos que constituyen el grueso de mis estudiantes, les suena -como se decía antes-a música celestial. Lo cual no es de extrañar a la vista de la anécdota tan brutal y sexista que he comentado. ¿Estaremos sembrando, acaso, en una tierra baldía?